domingo, 16 de enero de 2022

TOC - Bautismo del Señor - Mi propósito en la vida - Lc 3, 15-16. 21-22

Hoy celebramos la fiesta del bautismo de Jesús. Es un buen día para reflexionar sobre nuestro propio bautismo y su significado para nosotros. El día del bautismo de Jesús fue un momento decisivo en su vida; ese día comenzó su ministerio público durante el cual se entregó completamente al servicio de Dios y de todas las personas. En ese día, Jesús se reveló como el que no vino para ser servido, sino para servir y dar su vida en rescate por muchos. Su Padre le aseguró su favor y compañía al comienzo de su ministerio en favor de todos nosotros cuando dijo: "Tú eres mi Hijo, el Amado; en tí me complazco", y se impregnó del poder del Espíritu Santo, que descendió sobre él como un ave.

En nuestro bautismo, nos convertimos en miembros de la amada familia de Dios. En nuestro Bautismo, somos bautizados por él. En nuestro Bautismo, somos sumergidos en él y nos unimos a Jesús. En nuestro Bautismo, somos hechos como él, hijas e hijos de Dios. 

Todos nosotros nos bautizamos en algún lugar, en algún momento, y podemos reclamar ese bautismo como nuestro, es parte de nuestra historia espiritual que se impregna con la fuerza del Espíritu Santo.

El bautismo de Jesús es un momento vital en nuestra historia de la salvación. Allí se unió la humanidad en un humilde acercamiento a Dios. Allí se ve y se escucha la voz cariñosa del Padre y el Espíritu Santo se hace uno con él. 

Nuestro evangelio dice que "se abrieron los cielos", una poderosa declaración del punto de contacto entre el cielo y la tierra. Más adelante, cuando Jesús completa su viaje por la vida en el Calvario, leemos que "el velo del Templo se rompió en dos", un símbolo de que no somos completamente libres para entrar en el Lugar Santísimo.

El evangelio de hoy hace que Jesús comience un viaje que cada uno de nosotros debe emprender. Es un viaje lleno de propósitos, un viaje de intenciones. Necesitamos un sentido de propósito y patrón para nuestra vida para siempre avanzar en ese viaje. 

San Pedro resumió el propósito y el patrón de la vida de Cristo cuando dijo: "y cómo éste pasó haciendo el bien, sanando a todos los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él". Igual que Jesús, todos estamos invitados, personalmente, a hacer nuestro propósito personal, unidos a él, inspirados por él y guiados por él. Hoy nos toca examinar nuestro propio estilo de vida, para ver si nuestra dirección es la correcta o si vamos por el camino correcto en la dirección equivocada.
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Lecturas Bíblicas en Lenguaje Latinoamericano - TOC - Fiesta del Bautismo del Señor

Primera lectura:Is 42, 1-4. 6-7
Esto dice el Señor:
"Miren a mi siervo, a quien sostengo, a mi elegido, en quien tengo mis complacencias.
En él he puesto mi espíritu para que haga brillar la justicia sobre las naciones.

No gritará, no clamará, no hará oír su voz por las calles;
no romperá la caña resquebrajada, ni apagará la mecha que aún humea.
Promoverá con firmeza la justicia, no titubeará ni se doblegará
hasta haber establecido el derecho sobre la tierra y hasta que las islas escuchen su enseñanza.

Yo, el Señor, fiel a mi designio de salvación, te llamé, te tomé de la mano, te he formado
y te he constituido alianza de un pueblo, luz de las naciones,
para que abras los ojos de los ciegos, saques a los cautivos de la prisión
y de la mazmorra a los que habitan en tinieblas".

O bien:  Is 40, 1-5. 9-11
"Consuelen, consuelen a mi pueblo, dice nuestro Dios.
Hablen al corazón de Jerusalén y díganle a gritos que ya terminó el tiempo de su servidumbre
y que ya ha satisfecho por sus iniquidades, 
porque ya ha recibido de manos del Señor castigo doble por todos sus pecados".

Una voz clama: "Preparen el camino del Señor en el desierto,
construyan en el páramo una calzada para nuestro Dios.
Que todo valle se eleve, que todo monte y colina se rebajen;
que lo torcido se enderece y lo escabroso se allane.
Entonces se revelará la gloria del Señor y todos los hombres la verán".
Así ha hablado la boca del Señor.

Sube a lo alto del monte, mensajero de buenas nuevas para Sión;
alza con fuerza la voz, tú que anuncias noticias alegres a Jerusalén.
Alza la voz y no temas; anuncia a los ciudadanos de Judá:
"Aquí está su Dios. Aquí llega el Señor, lleno de poder,
el que con su brazo lo domina todo.
El premio de su victoria lo acompaña y sus trofeos lo anteceden.
Como pastor apacentará su rebaño; 
llevará en sus brazos a los corderitos recién nacidos y atenderá solícito a sus madres''.
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Salmo Responsorial: 28, 1a y 2. 3ac-4. 3b y 9b-10 (11)
Hijos de Dios, glorifiquen al Señor,
denle la gloria que merece.
Postrados en su templo santo, alabemos al Señor.
R. Te alabamos, Señor.

La voz del Señor
se deja oír sobre las aguas torrenciales.
La voz del Señor es poderosa,
la voz del Señor es imponente.
R. Te alabamos, Señor.

El Dios de majestad
hizo sonar el trueno de su voz.
El Señor se manifestó
sobre las aguas desde su trono eterno.
R. Te alabamos, Señor.

O bien: Salmo 103, 1-2ª. 2b-4. 24-25. 27-28. 29-30 (1)
Bendice al Señor, alma mía: Señor y Dios mío, inmensa es tu grandeza.
Te vistes de belleza y majestad, la luz te envuelve como un manto.
R. Bendice, al Señor, alma mía.
Por encima de las aguas construyes tu morada.
Las nubes son tu carro; los vientos, tus alas y mensajeros;
y tus servidoras, las ardientes llamas.
R. Bendice, al Señor, alma mía.

¡Que numerosas son tus obras, Señor, y todas las hiciste con maestría!
La tierra está llena de tus creaturas.
y tu mar, enorme a lo largo y a lo ancho, está lleno de animales pequeños y grandes.
R. Bendice, al Señor, alma mía.

Todos los vivientes aguardan que les des de comer a su tiempo:
les das el alimento y lo recogen, abres tu mano y se sacian de bienes.
R. Bendice, al Señor, alma mía.

Se retiras tu aliento, toda creatura muere y vuelve al polvo.
Pero envías tu espíritu, que da vida, y renueva el aspecto de la tierra.
R. Bendice, al Señor, alma mía.
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Segunda Lectura: Hch 10, 34-38
En aquellos días, Pedro se dirigió a Cornelio y a los que estaban en su casa, con estas palabras: "Ahora caigo en la cuenta de que Dios no hace distinción de personas, sino que acepta al que lo teme y practica la justicia, sea de la nación que fuere. Él envió su palabra a los hijos de Israel, para anunciarles la paz por medio de Jesucristo, Señor de todos.

Ya saben ustedes lo sucedido en toda Judea, que tuvo principio en Galilea, después del bautismo predicado por Juan: cómo Dios ungió con el poder del Espíritu Santo a Jesús de Nazaret, y cómo éste pasó haciendo el bien, sanando a todos los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él".

O bien: Ti 2, 11-14; 3, 4-7
Querido hermano: La gracia de Dios se ha manifestado para salvar a todos los hombres y nos ha enseñado a renunciar a la vida sin religión y a los deseos mundanos, para que vivamos, ya desde ahora, de una manera sobria, justa y fiel a Dios, en espera de la gloriosa venida del gran Dios y Salvador, Cristo Jesús, nuestra esperanza. Él se entregó por nosotros para redimirnos de todo pecado y purificarnos, a fin de convertirnos en pueblo suyo, fervorosamente entregado a practicar el bien.

Al manifestarse la bondad de Dios, nuestro salvador, y su amor a los hombres, él nos salvó, no porque nosotros hubiéramos hecho algo digno de merecerlo, sino por su misericordia. Lo hizo mediante el bautismo, que nos regenera y nos renueva, por la acción del Espíritu Santo, a quien Dios derramó abundantemente sobre nosotros, por Cristo, nuestro salvador. Así, justificados por su gracia, nos convertiremos en herederos, cuando se realice la esperanza de la vida eterna.
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Aclamación antes del Evangelio: Mc 9, 7
R.
Aleluya, aleluya.
Se abrió el cielo y resonó la voz del Padre, que decía: "Éste es mi Hijo amado; escúchenlo".
R. Aleluya.


O bien: Jn 1, 29
R. Aleluya, aleluya.
Ya viene otro más poderoso que yo, dijo Juan el Bautista;
él los bautizará con el Espíritu Santo y con fuego.
R. Aleluya.
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Evangelio: Lectura del santo Evangelio según san Lucas 3, 15-16. 21-22
En aquel tiempo, como el pueblo estaba en expectación y todos pensaban que quizá Juan el Bautista era el Mesías, Juan los sacó de dudas, diciéndoles: "Es cierto que yo bautizo con agua, pero ya viene otro más poderoso que yo, a quien no merezco desatarle las correas de sus sandalias. Él los bautizará con el Espíritu Santo y con fuego".

Sucedió que entre la gente que se bautizaba, también Jesús fue bautizado. Mientras éste oraba, se abrió el cielo y el Espíritu Santo bajó sobre él en forma sensible, como de una paloma, y del cielo llegó una voz que decía: "Tú eres mi Hijo, el predilecto; en ti me complazco".
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13 de enero: San Hilario de Poitiers. Obispo, Doctor de la Iglesia.
(Hilarius Pictaviensis) Nació en Poitiers, Francia alrededor de 315; murió en esa misma ciudad en 368.

Fue un obispo, escritor, Padre de familia y Doctor de la Iglesia. Era un hombre casado y tenía una familia cuando se convirtió al cristianismo y fue elegido obispo de su ciudad natal. 

Llamado el "Martillo de los Arrianos" o "Atanasio del Oeste" debido a que, igual que San Atanasio como San Nicolás defendían sin cansancio ni tregua la divinidad de Cristo contra los arrianos. 

Estos teólogos de Oriente y Occidente participaron en las polémicas teológicas con discursos y escritos contra Arrio y los arrianos.

Defendían la ortodoxia teológica y sostenían que el "cuerpo" de Jesús era un cuerpo divino, porque  había sido engendrado de manera milagrosa en la Virgen María: de este modo, según afirma Hilario, el cuerpo de Jesús ya era glorioso en su humanidad aunque esa gloria se escondía para todos y sólo se mostró plena en la Transfiguración, donde se mostró tal cual era.
Por esa efectiva defensa, Hilario fue desterrado a Frigia (una antigua región de Asia Menor que ocupaba la mayor parte de la península de Anatolia, en el territorio que actualmente corresponde a Turquía) por el emperador Constancio II, que había aceptado y defendía las decisiones del sínodo arriano de Béziers en el año 356.

Su destierro y su contacto con la teología de Oriente, modelaron el pensamiento teológico de este santo occidental. 
Destaca por su naturaleza amable, cortés y amable, 
y por su contribución a la comprensión occidental de la Trinidad.
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