sábado, 5 de noviembre de 2022

TOC - Semana 33 - En el final de nuestro viaje - Lc 21:5-19


 Cuando nos acercamos al final del año litúrgico, podemos preguntarnos qué tan seriamente debemos tomar las predicciones del evangelio sobre el fin de este mundo y el día del juicio ". 

Tomemos en cuenta, al reflexionar sobre esto, que la única certeza de la vida es que un día moriremos.

La muerte pondrá fin a todo lo que somos biologicamente, psicologicamente, socialmente. Sólo continuaremos espiritualmente.

Desaparecerán; nuestra memoria, todas nuestras obras, todos nuestros planes, todas las preocupaciones aparentemente vitales que dan un cierto propósito a nuestra participación cotidiana.

Toda alma humana que deja este cuerpo mundano sale a lo desconocido, como un viajero que entra en territorio nuevo e inexplorado.

Nuestros místicos nos recuerdan que "no hay que temer que nuestra vida llegue a su fin, si no lo hace, nunca tendrá un principio".

Cuando empiece nuestra nueva vida, la comprensión de nuestra vida presente será clara para nosotros, veremos cómo cumplimos nuestro rol en la difusión del reino de Dios.


En estos últimos domingos del año, la liturgia de nuestra iglesia nos invita a mirar más allá de nuestras preocupaciones inmediatas, problemas, intereses y preocupaciones en gran parte egoístas. Nos enfrenta con las cuatro cosas finales: muerte, juicio, cielo e infierno.

Quienes nunca miran más allá de lo inmediato, del aquí-y-ahora pueden que pensar en eso es mórbido, pueden fastidiarse y hasta aburrirse que pensemos en estas cosas.

Pero no hay nada mórbido al respecto, porque si somos exiliados y caminantes en esta tierra, de hecho, nos acercamos cada vez más a nuestro último hogar en el cielo. Este es un pensamiento que no debe llenarnos de tristeza sino invitarnos anhelar a estar con Cristo en la vida venidera.

Aunque muchos de los primeros cristianos lo esperaban en su propia vida, hoy es inútil especular sobre el tiempo de la segunda venida de Cristo.

El mensaje de este Evangelio es estar atentos, que el pensamiento acerca del porvenir guíe nuestra vida presente, ya que las pruebas de esta vida son pequeñas comparadas con la gloria que vendrá.


Tampoco debemos alarmarnos por las imágenes de guerras, terremotos, hambrunas, estrellas que caen del cielo. Éstos son términos apocalípticos judíos empleados por la iglesia temprana para describir su esperanza en algunos cambios radicales con la segunda venida de Cristo.

Si amamos a Dios, nunca debemos alarmarnos, porque el amor perfecto echa fuera todo temor.

Pero hasta el día en que el Señor nos llame, debemos tratar de estar preparados y listos para encontrarnos con él. Después de todo, esto es lo que Jesús mismo nos enseñó: Debemos vigilar y debemos orar, siempre.
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Lecturas Bíblicas en Lenguaje Latinoamericano, Semana 33 Ciclo C

Primera lectura: Mal 3, 19-20
"Ya viene el día del Señor, ardiente como un horno,
y todos los soberbios y malvados serán como la paja.
El día que viene los consumirá, dice el Señor de los ejércitos, hasta no dejarles ni raíz ni rama.
Pero para ustedes, los que temen al Señor, brillará el sol de justicia, que les traerá la salvación en sus rayos".
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Salmo Responsorial: Salmo 97, 5-6. 7-9a. 9bc (9)

Cantemos al Señor al son del arpa,
aclamemos al son de los clarines al Señor, nuestro Rey.
R. Toda la tierra ha visto al Salvador.

 Alégrese el mar y el mundo submarino, el orbe y todos los que en él habitan,
Que los ríos estallen en aplausos y las montañas salten alegría.
R. Toda la tierra ha visto al Salvador.

Regocíjese todo ante el Señor, porque ya viene a gobernar el orbe.
Justicia y rectitud serán las normas con las que rija a todas las naciones.
R. Toda la tierra ha visto al Salvador.
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Segunda lectura: 2 Tes 3, 7-12
Hermanos:
Ya saben cómo deben vivir para imitar mi ejemplo, puesto que, cuando estuve entre ustedes, 
supe ganarme la vida y no dependí de nadie para comer; antes bien, de día y de noche trabajé hasta agotarme, para no serles gravoso. 
Y no porque no tuviera yo derecho a pedirles el sustento, sino para darles un ejemplo que imitar. 
Así, cuando estaba entre ustedes, les decía una y otra vez: "El que no quiera trabajar, que no coma".

Y ahora vengo a saber que algunos de ustedes viven como holgazanes, sin hacer nada, y además, entrometiéndose en todo. 
Les suplicamos a esos tales y les ordenamos, de parte del Señor Jesús, 
que se pongan a trabajar en paz para ganarse con sus propias manos la comida.
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Aclamación antes del Evangelio: Lc 21, 28
R. Aleluya, aleluya.
Estén atentos y levanten la cabeza, porque se acerca la hora de su liberación, dice el Señor.
R. Aleluya.
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Evangelio: Lc 21, 5-19
En aquel tiempo, como algunos ponderaban la solidez de la construcción del templo 
y la belleza de las ofrendas votivas que lo adornaban,
Jesús dijo: "Días vendrán en que no quedará piedra sobre piedra
de todo esto que están admirando; todo será destruido".

Entonces le preguntaron:
"Maestro,
¿cuándo va a ocurrir esto y cuál será la señal de que ya está a punto de suceder?"
Él les respondió:
"Cuídense de que nadie los engañe,
porque muchos vendrán usurpando mi nombre y dirán: '
Yo soy el Mesías. El tiempo ha llegado'.
Pero no les hagan caso. Cuando oigan hablar de guerras y revoluciones, 
que no los domine el pánico,
porque eso tiene que acontecer, pero todavía no es el fin".

Luego les dijo: "Se levantará una nación contra otra y un reino contra otro.
En diferentes lugares habrá grandes terremotos, epidemias y hambre,
y aparecerán en el cielo señales prodigiosas y terribles.
Pero antes de todo esto los perseguirán a ustedes y los apresarán;
los llevarán a los tribunales y a la cárcel,
y los harán comparecer ante reyes y gobernadores, por causa mía.
Con esto darán testimonio de mí.

Grábense bien que no tienen que preparar de antemano su defensa, porque yo les daré palabras sabias,
a las que no podrá resistir ni contradecir ningún adversario de ustedes.

Los traicionarán hasta sus propios padres, hermanos, parientes y amigos. 
Matarán a algunos de ustedes y todos los odiarán por causa mía. 
Sin embargo, no caerá ningún cabello de la cabeza de ustedes. Si se mantienen firmes, conseguirán la vida".
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Oración

Señor y Dios nuestro,
concédenos vivir siempre 
con alegría bajo tu mirada,
ya que la felicidad plena y duradera
consiste en servirte a ti,
fuente y origen de todo bien.

Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo,
que vive y reina contigo
en la unidad del Espíritu Santo,
y es Dios, por los siglos de los siglos.
¡Amén!
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