domingo, 12 de enero de 2025

TOC - Miércoles de Ceniza - Un tiempo para limpiar el corazón - Mt 6, 1-6, 16-18

1ra. Lectura: Jl. 2, 12-18: El Señor es compasivo
Salmo Responsorial: Sal 50: 3-4, 5-6, 12-13, 14, 17. Misericordia Señor, hemos pecado.
2da. Lectura: 2 Cor 5, 20 - 6, 2. Somos embajadores de Cristo
Evangelio: Mt 6, 1-6, 16-18. El ayuno que me agrada.
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Al recibir la ceniza en la frente,
queremos vivir la Cuaresma como tiempo de limpieza y de santo deseo,
ayudados por algunas prácticas evangélicas:
la oración, el ayuno y la limosna.  
Comenzamos esta temporada recibiendo cenizas en la frente,
a menudo en forma de cruz.  
Los cuarenta días de Cuaresma hacen eco del tiempo que Jesús
pasó en el desierto antes de su ministerio público.  
La Cuaresma está destinada a ayudarnos
a tener un estilo de vida cristiano más efectivo.

La vida cristiana, decía San Agustín, “es un ejercicio de santo deseo”.  
No pide que suprimamos nuestros deseos normales, sino que los elevemos y purifiquemos.
Nuestros deseos son demasiado pequeños si nuestros valores últimos son los de este mundo;
porque Dios quiere que tengamos mucho más, nada menos que su propio Ser.  
Durante la Cuaresma nos sintonizamos con los deseos más elevados, con el profundo anhelo de Dios.  

Y Jesús nos muestra el camino de la oración, el ayuno y la limosna, las prácticas clásicas de Cuaresma.  
De estos, la oración tiene el primer lugar.  Nuestra eternidad será nuestra relación con el Dios vivo,
una relación que comienza en esta vida, o no comienza en absoluto.  
Nuestra oración más compartida es durante la Misa, el sacrificio amoroso de Cristo que nos abre el cielo.  
La oración es la práctica diaria de nuestra amistad con Dios, y abre el camino a la vida eterna.

 El ayuno es más complicado para nosotros hoy y quizás lo practican más los musulmanes que los católicos.  Pero si bien apreciamos nuestra comida y la cordialidad que a menudo acompaña a una buena comida, también debemos encontrar un lugar para ayunar.  El objetivo principal del ayuno de Cuaresma no es tener un cuerpo bien tonificado del que estar orgulloso.  Algunos santos eran bastante corpulentos, otros eran virtualmente esqueletos, pero tenían esto en común: practicaban la abnegación voluntaria, para agudizar su apetito por Dios.  Todos nosotros resonamos de alguna manera con el ideal de dar limosna como un compartir compasivo.  La Cuaresma es un buen momento para deshacernos de algún desorden en nuestra vida.  Con un poco más de visión, ¿podríamos tal vez hacer más para servir a los necesitados, no para ser elogiados como generosos, sino para imitar la generosidad de Dios hacia nosotros?

 Agustín ve la limpieza como una preparación para practicar el deseo santo,
lo cual es posible solo en la medida en que nos liberamos del enamoramiento con este mundo.  
Es como llenar un recipiente vacío.  “Dios quiere llenarnos con lo que es bueno”, ¡así que echa fuera lo que es malo!  
Si Dios quiere llenarnos de miel y estamos llenos de vinagre, ¿adónde irá la miel?  
Primero se debe vaciar y limpiar el recipiente.

Las cenizas del Miércoles de Ceniza hacen tangible la fugacidad de las cosas y nuestra propia mortalidad.  
Tratamos de comenzar la Cuaresma como humildes mortales,
espíritus encarnados que son de la tierra y que con el tiempo volverán a la tierra.  
“Recuerda que eres polvo y al polvo volverás”.
Pero las cenizas no están destinadas simplemente a conmemorar la fugacidad de la creación.
Las cenizas utilizadas este miércoles están hechas de las palmas del Domingo de Ramos del año pasado.  
Jesús murió y fue sepultado en una tumba, el lugar de la descomposición y el lugar del polvo;
sin embargo, en la Pascua resucitó de entre los muertos a una nueva vida.

 Nuestro destino final no es polvo y cenizas,
sino compartir la vida resucitada del Señor, conformándonos a la imagen de Cristo.
Mientras viajamos hacia ese destino, escuchamos el llamado a crecer más plenamente en la imagen del Hijo de Dios,
que es un llamado a alejarnos del pecado, a arrepentirnos.  
Las cenizas son una señal de nuestro deseo de hacer precisamente eso.  
Las prácticas tradicionales de Cuaresma de las que escuchamos en el evangelio
nos presentan los elementos esenciales para crecer a la imagen del Hijo de Dios:
un mayor amor a Dios (oración),
un amor más generoso al prójimo (dar limosna)
y un amor más verdadero a nosotros mismos (ayuno).
Nos volvemos a comprometer el Miércoles de Ceniza a construir nuestras vidas sobre esos tres amores,
para que podamos convertirnos más plenamente en todo lo que Dios nos está llamando a ser.

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Lecturas en lenguaje Latinoamericano – Miércoles de Ceniza - TOC_

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Primera Lectura: Jl 2, 12-18: El Señor es compasivo

 Esto dice el Señor: “Todavía es tiempo.
Vuélvanse a mí de todo corazón, con ayunos, con lágrimas y llanto;
enluten su corazón y no sus vestidos. 

Vuélvanse al Señor Dios nuestro, porque es compasivo y misericordioso,
lento a la cólera, rico en clemencia, y se conmueve ante la desgracia. 

Quizá se arrepienta, se compadezca de nosotros y nos deje una bendición,
que haga posibles las ofrendas y libaciones al Señor, nuestro Dios. 

Toquen la trompeta en Sión, promulguen un ayuno,
convoquen la asamblea, reúnan al pueblo,
santifiquen la reunión, junten a los ancianos,
convoquen a los niños, aun a los niños de pecho.
Que el recién casado deje su alcoba y su tálamo la recién casada. 

Entre el vestíbulo y el altar lloren los sacerdotes, ministros del Señor, diciendo:
‘Perdona, Señor, perdona a tu pueblo. No entregues tu heredad a la burla de las naciones. Que no digan los paganos: ¿Dónde está el Dios de Israel?’ ” 

Y el Señor se llenó de celo por su tierra y tuvo piedad de su pueblo.
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Salmo Responsorial: Salmo 50, 3-4. 5-6a. 12-13. 14 y 17 (cf 3ª)

Por tu inmensa compasión y misericordia,
Señor, apiádate de mí y olvida mis ofensas.
Lávame bien de todos mis delitos,
y purifícame de mis pecados.
R. Misericordia, Señor, hemos pecado. 

Puesto que reconozco mis culpas,
tengo siempre presentes mis pecados.
Contra ti sólo pequé, Señor,
haciendo lo que a tus ojos era malo.
R. Misericordia, Señor, hemos pecado. 

Crea en mí, Señor, un corazón puro,
un espíritu nuevo para cumplir tus mandamientos.
No me arrojes, Señor, lejos de ti,
ni retires de mí ti santo espíritu.
R. Misericordia, Señor, hemos pecado. 

Devuélveme tu salvación, que regocija
y mantén en mí un alma generosa.
Señor, abre mis labios,
y cantará mi boca tu alabanza.
R. Misericordia, Señor, hemos pecado.
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Segunda Lectura: 2 Cor 5, 20–6, 2: Somos embajadores de Cristo.

Hermanos: Somos embajadores de Cristo, y por nuestro medio,
es como si Dios mismo los exhortara a ustedes.
En nombre de Cristo les pedimos que se dejen reconciliar con Dios.
Al que nunca cometió pecado, Dios lo hizo “pecado” por nosotros,
para que, unidos a él, recibamos la salvación de Dios
y nos volvamos justos y santos.

Como colaboradores que somos de Dios,
los exhortamos a no echar su gracia en saco roto.
Porque el Señor dice: En el tiempo favorable te escuché
y en el día de la salvación te socorrí.
Pues bien, ahora es el tiempo favorable; ahora es el día de la salvación.
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Aclamación antes del Evangelio: Cfr Sal 94, 8

R. Honor y gloria a ti, Señor Jesús.
Hagámosle caso al Señor, que nos dice: “No endurezcan su corazón”.
R. Honor y gloria a ti, Señor Jesús.
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Evangelio: Mt 6, 1-6. 16-18: El ayuno que me agrada.

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos:
“Tengan cuidado de no practicar sus obras de piedad
delante de los hombres para que los vean.
De lo contrario, no tendrán recompensa con su Padre celestial.

Por lo tanto, cuando des limosna, no lo anuncies con trompeta,
como hacen los hipócritas en las sinagogas y por las calles,
para que los alaben los hombres.
Yo les aseguro que ya recibieron su recompensa.
Tú, en cambio, cuando des limosna,
que no sepa tu mano izquierda lo que hace la derecha,
para que tu limosna quede en secreto;
y tu Padre, que ve lo secreto, te recompensará.

Cuando ustedes hagan oración, no sean como los hipócritas,
a quienes les gusta orar de pie
en las sinagogas y en las esquinas de las plazas, para que los vea la gente.
Yo les aseguro que ya recibieron su recompensa.
Tú, en cambio, cuando vayas a orar, entra en tu cuarto,
cierra la puerta y ora ante tu Padre, que está allí, en lo secreto;
y tu Padre, que ve lo secreto, te recompensará.

Cuando ustedes ayunen, no pongan cara triste,
como esos hipócritas que descuidan la apariencia de su rostro,
para que la gente note que están ayunando.
Yo les aseguro que ya recibieron su recompensa.
Tú, en cambio, cuando ayunes, perfúmate la cabeza y lávate la cara,
para que no sepa la gente que estás ayunando,
sino tu Padre, que está en lo secreto;
y tu Padre, que ve lo secreto, te recompensará’’.
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ORACIÓN POR LA PAZ EN UCRANIA

Dios, Todopoderoso, querido Padre de todos:
Unidos como hermanos, te pedimos hoy por la paz en Ucrania,
que sufre ya la barbarie de la guerra.

Da luz a los que tienen el poder de frenar tanta violencia,
por encima de sus intereses partidistas.
Ten piedad de los más indefensos,
de tantas vidas humanas inocentes.

Que los más vulnerables sientan Tu abrazo
a través de los sacerdotes, religiosas y laicos
que forman la Iglesia en Ucrania.

A estos, dales la fuerza y la gracia para ser consuelo y esperanza
en estos momentos de tanta sinrazón y sufrimiento.

María, Madre de Dios y Madre nuestra, Reina de la paz,
intercede por Ucrania, por Europa y por el mundo entero. ¡Amén!
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jueves, 9 de enero de 2025

TOC - 8vo Domingo - Fe que ayuda a crecer - Lc 6, 39-45

Para crecer en la fe, es bueno verificar si la enseñanza de Jesús
se está arraigando en nuestros corazones, si nos conmueve, si nos desafía.
Para crecer en sabiduría y en Espíritu, debemos ser firmes en la fe.

El Libro de la Sabiduría de Yehoshua ben Sira [Jesús, hijo de Sirac,
uno de los deutero-canónicos sapienciales del Antiguo Testamento
comúmente llamado Libro de Sirácida / Libro del Eclesiástico (Eclo) ],
nos da unas pautas para reconocer la valía de la persona:
"en la discusión aparecen los defectos del hombre. ...
la prueba del hombre está en su razonamiento. ...la palabra muestra la mentalidad del hombre.
y Todas tienen que ver con la forma en que nos expresamos y en la coherencia del contenido. 

San Pablo nos enseña que la palabra revelada de Jesús se cumplirá tal y como Él lo prometió. También nos alienta a "ser firmes, inamovibles ... sabiendo que nuestro trabajo no es en vano". 

Necesitamos de alguna manera guiar a otros hacia Jesús y ayudarles a crecer espiritualmente, igual que debemos esforzarnos para crecer nosotros mismos. 

Pero por muy firmes que estemos en la fe,
se nos advierte que no dejemos que una actitud crítica nos desvíe,
A veces esas actitudes críticas son negativas son innecesarias.
Debemos apuntalar lo bueno y no hacer caso a lo malo que viene en forma de críticas.

Jesús nos advirtió con un símbolo dramático:
¡No intentes quitar la astilla de los ojos de otra persona hasta haber sacado el tronco de tus propios ojos!
No debemos corregir a los demás con justicia propia sin evaluarnos honestamente a nosotros mismos.

El problema de la enemistad no ha desaparecido.
La iglesia todavía sufre polarización y división dentro de nuestra propia comunidad de fe.
Incluso dentro de la jerarquía, algunos se oponen amargamente a los intentos del papa Francisco
de reformar algunas estructuras y actitudes obsoletas que se oponen a hacer de nuestra iglesia
más acogedora para los forasteros que buscan alimento espiritual.
Muchos prefieren encontrar fallas que construir el cuerpo de Cristo.
Necesitamos orar para que podamos implementar una renovación
de la verdadera colegialidad y el espíritu familiar en todos los niveles de la iglesia.

La profundización de la fe y la dedicación deben conducirnos a una madurez espiritual, con objetivos  mutuos y solidarios.
La advertencia contra el juicio apresurado y la arrogancia se encuentra entre la enseñanza de Cristo sobre el amor universal (Lc 6: 27-36)
y en su llamado a construir nuestra vida sobre la base sólida de su palabra (Lc 6: 46-49).
palabra que siempre se cumple, que ilumina y guía: sé “misericordioso, como tu Padre es misericordioso”,
y “como el Altísimo que es amable incluso con los ingratos” (Lc 6, 35-36).

Nuestra vida nueva en el Espíritu debe ser producto de su acción más que de nuestros propios esfuerzos y de nuestra cooperación.
Nuestra rol es eliminar los obstáculos al crecimiento, Espiritual y cognitivo.
Nuestro objetivo debe ser la "positividad" porque ser positivos es desarrollar una actitud amable con los demás cristianos.
Nuestra tarea es ayudar a todos y dejar que Dios los juzgue.
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Lecturas Bíblicas en Lenguaje Latinoamericano - 8vo Domingo - TOC 
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Primera lectura: Sir 27, 5-8

Al agitar el cernidor, aparecen las basuras; en la discusión aparecen los defectos del hombre.
En el horno se prueba la vasija del alfarero; la prueba del hombre está en su razonamiento.
El fruto muestra cómo ha sido el cultivo de un árbol; la palabra muestra la mentalidad del hombre.
Nunca alabes a nadie antes de que hable, porque ésa es la prueba del hombre.
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Salmo Responsorial: Del Salmo 91  (2a) 

¡Qué bueno es darte gracias, Dios altísimo,
y celebrar tu nombre,
pregonando tu amor cada mañana
y tu fidelidad, todas las noches!
R. ¡Qué bueno es darte gracias, Señor!

Los justos crecerán como las palmas,
como los cedros en los altos montes;
plantados en la casa del Señor,
en medio de sus atrios darán flores.
R. ¡Qué bueno es darte gracias, Señor!

Seguirán dando fruto en su vejez,
frondosos y lozanos como jóvenes,
para anunciar que en Dios, mi protector,
ni maldad ni injusticia se conocen. 
R. ¡Qué bueno es darte gracias, Señor!
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Segunda lectura: 1 Cor 15, 54-58
Hermanos: Cuando nuestro ser corruptible y mortal se revista de incorruptibilidad e inmortalidad,
entonces se cumplirá la palabra de la Escritura: La muerte ha sido aniquilada por la victoria.
¿Dónde está, muerte, tu victoria? ¿Dónde está, muerte, tu aguijón?
El aguijón de la muerte es el pecado y la fuerza del pecado es la ley.
Gracias a Dios, que nos ha dado la victoria por nuestro Señor Jesucristo.

Así pues, hermanos míos muy amados, estén firmes y permanezcan constantes,
trabajando siempre con fervor en la obra de Cristo,
puesto que ustedes saben que sus fatigas no quedarán sin recompensa por parte del Señor.
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Aclamación antes del Evangelio: Flp 2, 15. 16
R.
Aleluya, aleluya.
Iluminen al mundo con la luz del Evangelio reflejada en su vida.
R. Aleluya.
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Evangelio: Lc 6, 39-45
En aquel tiempo, Jesús propuso a sus discípulos este ejemplo:
"¿Puede acaso un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán los dos en un hoyo?

El discípulo no es superior a su maestro;
pero cuando termine su aprendizaje, será como su maestro.

¿Por qué ves la paja en el ojo de tu hermano
y no la viga que llevas en el tuyo?
¿Cómo te atreves a decirle a tu hermano:
'Déjame quitarte la paja que llevas en el ojo',
si no adviertes la viga que llevas en el tuyo? 


¡Hipócrita!
Saca primero la viga que llevas en tu ojo y entonces podrás ver,
para sacar la paja del ojo de tu hermano.

No hay árbol bueno que produzca frutos malos, ni árbol malo que produzca frutos buenos.
Cada árbol se conoce por sus frutos.
No se recogen higos de las zarzas, ni se cortan uvas de los espinos. 

El hombre bueno dice cosas buenas, porque el bien está en su corazón,
y el hombre malo dice cosas malas, 

porque el mal está en su corazón, pues la boca habla de lo que está lleno el corazón".
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Oración por la paz en Ucrania

Dios de amor,
estamos desconcertados por la violencia en el mundo,
y especialmente ahora por los actos de guerra en Ucrania.

Haz que nos solidaricemos con los que sufren,
y que hoy viven con miedo y angustia.

Sostén la esperanza
de todos los que en esta querida parte del mundo
buscan la justicia y la paz.

Envía el Espíritu Santo, el Espíritu de la Paz,
para inspirar a los líderes de las naciones y a todos los pueblos.

Hermano Alois (Oración del mediodía en Taizé del jueves 24-2-22) ___________________________________________________________________________________________________________________________________________

TOC - 7mo Domingo - El poder del perdón - Lc 6, 27-38

Primera lectura: 1 Sam 26, 2. 7-9. 12-13. 22-23
Salmo Responsorial: Salmo 102 (8a)
Segunda lectura: 1 Cor 15, 45-49 
Aclamación antes del Evangelio: Jn 13, 34
Evangelio: Lc 6, 27-38
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Para los líderes religiosos de su época, el mensaje de Jesús fue nuevo e impactante. La ley judía decretaba "ojo por ojo y diente por diente" (Ex 21, 23). En otras palabras, hay que lastimar a quien te lastima de algún modo.

El evangelio de hoy nos indica cuán radical y revolucionaria debe haber sonado la enseñanza de Jesús en ese entonces. Aún hoy, este mensaje es todavía bastante revolucionario en una sociedad con la mentalidad de
"perro-come-perro" (situación en que la gente haría cualquier cosa para ser exitoso, aún cuando tenga que dañar a otra gente). El proceso de salvación que Jesús establece se basa en el perdón, y, por lo tanto, ser parte y pertenecer a ese proceso, nos debe desafiar a ser tolerantes, a perdonar y amar.

Un buen ejercicio para crecer en el discipulado auténtico de Jesús es mirar un espejo para verte como eres y para reflexionar sobre los fracasos y los pecados en tu vida. Usa todo el tiempo necesario. Pide  pedir el perdón de Dios. Siéntelo. Ofrécele enmendarte. Vuelve a avanzar desde éste punto. 

Pregúntate: ¿Seré absuelto aún antes de pedirle a Dios que me perdone?
El pecado y la culpa no vienen de Dios, sino más bien de tu propia incapacidad de perdonarte a ti mismo. 

Un famoso psiquiatra dijo que podía dar el alta a dos tercios de sus pacientes inmediatamente si lograba que se perdonaran a sí mismos. 

Jesús nos ayuda enormemente a perdonarnos cuando nos enseñó esa sencilla oración donde llamamos a Dios "Padre Nuestro".
Esa era su oración favorita, es la que les enseña a sus discípulos.
Es una oración simple, y es bastante corta.
Allí le pedimos a Dios que perdone nuestras ofensas como nosotros perdonamos a los que nos ofenden.
Si la oramos con unción, podemos darnos cuenta de la sanación que podemos lograr con ella
y liberarnos de la atadura de la auto-condena perenne.

En la oración del Señor, le pedimos a Dios que nos perdone,
pero también le prometemos que también nosotros vamos a perdonar a los demás.
Hay un poder y una sanación probados en el perdón y en el amor.
"Bienaventurados los mansos", dice Jesús, "ellos poseerán la tierra".
Mahatma Ghandi, Martin Luther King y muchos pacificadores nos han impresionado
por ser capaces de ejercer el poder del perdón que de alguna manera, lograron poner la otra mejilla.
El violento y acosador no puede soportar el poder de quien no responde,
y a menudo recurre a la violencia como la única forma de silenciar su voz que protesta, lo humilla y lo atormenta.

Errar es humano, perdonar es divino. Aspiramos a ser grandes de corazón, tolerantes y pacientes.
El ideal que Jesús establece para nosotros es: "Sé misericordioso, así como tu Padre celestial es misericordioso".
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Lecturas en Lenguaje Latinoamericano - 7mo. Domingo Ordinario - C
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Primera lectura: 1 Sam 26, 2. 7-9. 12-13. 22-23
En aquellos días, Saúl se puso en camino con tres mil soldados israelitas,
bajó al desierto de Zif en persecución de David y acampo en Jakilá.

David y Abisay fueron de noche al campamento enemigo y encontraron a Saúl durmiendo entre los carros;
su lanza estaba clavada en tierra, junto a su cabecera, y en torno a él dormían Abner y su ejército.
Abisay dijo entonces a David: "Dios te está poniendo al enemigo al alcance de tu mano.
Deja que lo clave ahora en tierra con un solo golpe de su misma lanza. No hará falta repetirlo".

Pero David replicó: "No lo mates. ¿Quién puede atentar contra el ungido del Señor y quedar sin pecado?"

Entonces cogió David la lanza y el jarro de agua de la cabecera de Saúl y se marchó con Abisay.
Nadie los vio, nadie se enteró y nadie despertó; todos siguieron durmiendo, porque el Señor les había enviado un sueño profundo.

David cruzó de nuevo el valle y se detuvo en lo alto del monte, a gran distancia del campamento de Saúl.
Desde ahí gritó: "Rey Saúl, aquí está tu lanza, manda a alguno de tus criados a recogerla.
El Señor le dará a cada uno según su justicia y su lealtad,
pues él te puso hoy en mis manos, pero yo no quise atentar contra el ungido del Señor". 

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Salmo Responsorial: Salmo 102 (8a)
Bendice al Señor, alma mía, que todo mi ser bendiga su santo nombre.
Bendice al Señor, alma mía, y no te olvides de sus beneficios.
R. El Señor es compasivo y misericordioso.

El Señor perdona tus pecados y cura tus enfermedades;
él rescata tu vida del sepulcro y te colma de amor y de ternura.
R. El Señor es compasivo y misericordioso.

El Señor es compasivo y misericordioso, Lento para enojarse y generoso para perdonar.
No nos trata como merecen nuestras culpas, ni nos paga según nuestros pecados.
R. El Señor es compasivo y misericordioso.

Como dista el oriente del ocaso, así aleja de nosotros nuestros delitos;
como un padre es compasivo con sus hijos, así es compasivo el Señor con quien lo ama.
R. El Señor es compasivo y misericordioso.
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Segunda lectura: 1 Cor 15, 45-49 
Hermanos: La Escritura dice que el primer hombre, Adán, fue un ser que tuvo vida; el último Adán es espíritu que da la vida. Sin embargo, no existe primero lo vivificado por el Espíritu, sino lo puramente humano; lo vivificado por el Espíritu viene después.

El primer hombre, hecho de tierra, es terreno; el segundo viene del cielo. Como fue el hombre terreno, así son los hombres terrenos; como es el hombre celestial, así serán los celestiales. Y del mismo modo que fuimos semejantes al hombre terreno, seremos también semejantes al hombre celestial.
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Aclamación antes del Evangelio: Jn 13, 34
R.
Aleluya, aleluya.
Les doy un mandamiento nuevo, dice el Señor,
que se amen los unos a los otros, como yo los he amado.
R. Aleluya.
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Evangelio: Lc 6, 27-38
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos:
"Amen a sus enemigos, hagan el bien a los que los aborrecen,
bendigan a quienes los maldicen y oren por quienes los difaman.
Al que te golpee en una mejilla, preséntale la otra;
al que te quite el manto, déjalo llevarse también la túnica.
Al que te pida, dale; y al que se lleve lo tuyo, no se lo reclames.

Traten a los demás como quieran que los traten a ustedes;
porque si aman sólo a los que los aman, ¿qué hacen de extraordinario? También los pecadores aman a quienes los aman.
Si hacen el bien sólo a los que les hacen el bien, ¿qué tiene de extraordinario? Lo mismo hacen los pecadores.

Si prestan solamente cuando esperan cobrar, ¿qué hacen de extraordinario? También los pecadores prestan a otros pecadores,
con la intención de cobrárselo después.

Ustedes, en cambio, amen a sus enemigos, hagan el bien y presten sin esperar recompensa.
Así tendrán un gran premio y serán hijos del Altísimo, porque él es bueno hasta con los malos y los ingratos.
Sean misericordiosos, como su Padre es misericordioso.

No juzguen y no serán juzgados; no condenen y no serán condenados; perdonen y serán perdonados.
Den y se les dará: recibirán una medida buena, bien sacudida, apretada y rebosante en los pliegues de su túnica.
Porque con la misma medida con que midan, serán medidos''.
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TOC - 6to Domingo - Bendiciones y Maldiciones - Lc 6, 17. 20-26

Primera lectura: Jer 17, 5-8
Salmo Responsorial: Del Salmo 1 (Sal 39, 5a)
Segunda lectura: 1 Cor 15, 12. 16-20
Aclamación antes del Evangelio: Lc 6, 23ab
Evangelio: Lc 6, 17. 20-26
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La vida tiene subidas, bajadas, desafíos, crisis y hasta tragedia.
Pero también tiene gozos, alegrías, disfrutes y soluciones.
Si uno está conectado a Dios, la fuente del amor, la misericordia,
la alegría, la paz y la bondad, siempre puede dar frutos deliciosos
y hojas verdes que refrescan y dan sombra.
Si nuestra conexión y objetivos están en otra parte, no vamos a ningún lado.

Si estamos conectados a Dios, incluso en un lugar desértico, todavía podemos regresar a Él y recobrar la confianza en Dios, para quien nada es imposible. Aún en las situaciones más difícilies, incluso en las persecuciones, todavía puede brotar un río de vida en medio de la muerte, y todo por su gracia.

En el pasaje de hoy de Jeremías, dice que las raíces vivas siempre
buscan y encuentran la corriente de agua. Vivirán aún en el calor
y la sequía que inevitablemente vienen de cuando en cuando.

En la carta de San Pablo a los corintios,
se recuerda a los fieles que nuestras creencias en la vida después de la muerte son reales y que son para siempre, una vida unida a Dios.
Nos recuerda que es siempre algo en qué pensar, en realizar que somos pasajeros,
en considerar  nuestra propia mortalidad, en reflexionar sobre el cielo y el infierno.
Es un tiempo para renovar nuestra fe en que Jesús, verdaderamente fue resucitado de entre los muertos.
Es tiempo de pensar en nuestro futuro eterno. Es el momento de reflexionar en nuestra comunidad de fe
sobre estas realidades presentes y futuras  para mantener las mentes de los fieles apuntando hacia el cielo. 

Cuando la humanidad camina humildemente, cuida a los pobres, a los huérfanos, a las viudas, a los forasteros e inmigrantes.
Cuando depende por completo de Dios, entonces encuentra la verdadera felicidad y la paz.
Pero cuando la humanidad se se centra sólo en la prosperidad, se vuelve perezosa, egoísta, independiente y desprecia a los marginados.
Es entonces que nos metemos en problemas, porque la verdadera felicidad no se encuentra en ninguna parte, está "en" y "con" nosotros.
La gracia de Dios sobreabunda pero es escasa entre los egoístas. 

Las Bienaventuranzas enumeran el tipo de personas que son llamadas Benditas. No es casual que todos estos individuos sean totalmente dependientes de Dios por sus circunstancias: los pobres, los hambrientos,
los tristes, los despreciados. Ellos son los fieles, son personas de oración. 

Son como los árboles que pueden resistir la sequía buscando
y extendiendo sus raíces hacia las aguas subterráneas.
Son dependientes de Dios y se sienten serenos. 

Sucede lo contrario con aquellos a quienes Jesús llama malditos.
Ellos tienen una falsa sensación de seguridad.
Se han acomodado, son socialmente populares y creen que no necesitan nada. Es difícil, pero no imposible,
mantener un sentido de total dependencia de Dios en estas situaciones.

La dependencia de Dios no es un signo de debilidad; más bien,
mantiene a uno en contacto con una fuente de fuerza interminable, ésto lo podemos ver bien arraigado en la historia de la salvación. 

Las bienaventuranzas dicen que existe una justicia divina,
que enaltece a quien ha sido humillado injustamente y humilla a quien se ha enaltecido.
El evangelista san Lucas, después de los cuatro “dichosos ustedes”, añade cuatro amonestaciones: “Ay de ustedes”.
Jesús afirma que la situación se invertirá, los últimos serán primeros y los primeros últimos” (Lc 13, 30).

La justicia y las bienaventuranzas se cumplen en el “reino de los cielos” o “reino de Dios”,
tendrán su cumplimiento al final de los tiempos, aunque ya está presente en la historia.
Allí se manifiesta la justicia de Dios, donde los pobres son consolados y admitidos al banquete de la vida,
Esta es la tarea que los discípulos del Señor estamos llamados a realizar en la sociedad actual.
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Lecturas Bíblicas en Lenguaje Latinoamericano - Domingo 6to TOC
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Primera lectura: Jer 17, 5-8
Esto dice el Señor: "Maldito el hombre que confía en el hombre,
que en él pone su fuerza y aparta del Señor su corazón.
Será como un cardo en la estepa, que nunca disfrutará de la lluvia.
Vivirá en la aridez del desierto, en una tierra salobre e inhabitable.

Bendito el hombre que confía en el Señor y en él pone su esperanza.
Será como un árbol plantado junto al agua, que hunde en la corriente sus raíces;
cuando llegue el calor, no lo sentirá y sus hojas se conservarán siempre verdes;
en año de sequía no se marchitará ni dejará de dar frutos".
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Salmo Responsorial: Del Salmo 1 (Sal 39, 5a)
Dichoso aquel que no se guía por mundanos criterios,
que no anda en malos pasos ni se burla del bueno,
que ama la ley de Dios  y se goza en cumplir sus mandamientos.
R. Dichoso el hombre que confía en el Señor.

Es como un árbol plantado junto al río, 
que da fruto a su tiempo y nunca se marchita.
En todo tendrá éxito.
R. Dichoso el hombre que confía en el Señor.

En cambio los malvados
serán como la paja barrida por el viento.
Porque el Señor protege el camino del justo
y al malo sus caminos acaban por perderlo.
R. Dichoso el hombre que confía en el Señor.
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Segunda lectura: 1 Cor 15, 12. 16-20
Hermanos: Si hemos predicado que Cristo resucitó de entre los muertos,
¿cómo es que algunos de ustedes andan diciendo que los muertos no resucitan?
Porque si los muertos no resucitan, tampoco Cristo resucitó.
Y si Cristo no resucitó, es vana la fe de ustedes; y por lo tanto, aún viven ustedes en pecado,
y los que murieron en Cristo, perecieron.
Si nuestra esperanza en Cristo se redujera tan sólo a las cosas de esta vida,
seríamos los más infelices de todos los hombres.
Pero no es así, porque Cristo resucitó, y resucitó como la primicia de todos los muertos.
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Aclamación antes del Evangelio: Lc 6, 23ab
R.
Aleluya, aleluya.
Alégrense ese día y salten de gozo,
porque su recompensa será grande en el cielo, dice el Señor.
R. Aleluya.
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Evangelio: Lc 6, 17. 20-26
En aquel tiempo,
Jesús descendió del monte con sus discípulos y sus apóstoles
y se detuvo en un llano.
Allí se encontraba mucha gente,
que había venido tanto de Judea y de Jerusalén,
como de la costa de Tiro y de Sidón.

Mirando entonces a sus discípulos, Jesús les dijo:
"Dichosos ustedes los pobres, porque de ustedes es el Reino de Dios.
Dichosos ustedes los que ahora tienen hambre, porque serán saciados.
Dichosos ustedes los que lloran ahora, porque al fin reirán.

Dichosos serán ustedes
cuando los hombres los aborrezcan y los expulsen de entre ellos,
y cuando los insulten y maldigan por causa del Hijo del hombre. 
Alégrense ese día y salten de gozo, porque su recompensa será grande en el cielo. 
Pues así trataron sus padres a los profetas.

Pero, ¡ay de ustedes, los ricos, porque ya tienen ahora su consuelo!
¡Ay de ustedes, los que se hartan ahora, porque después tendrán hambre!
¡Ay de ustedes, los que ríen ahora, porque llorarán de pena!
¡Ay de ustedes, cuando todo el mundo los alabe,
porque de ese modo trataron sus padres a los falsos profetas!"
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TOC - 5to Domingo - Los Elegidos de Dios - Lc 5, 1-11

La invitación de Jesús ha estado presente en la historia de la Iglesia
desde el Principio. Es la misma llamada que Yahvé hizo a Jeremías
muchos siglos antes de su manifestación humana en Jesús.

Hoy tenemos las historias de vocaciones de Isaías y el apóstol Pedro.
Una llamada del Antiguo Testamento y otra del Nuevo Testamento.
Una respuesta que se fortalece después de una visión Gloriosa
del poder tierno de Dios. Isaías responde a la invitación de Yahvé
“Aquí estoy, Señor, envíame” a revelarles la ternura del Dios cercano.

Cuando reflexionamos sobre estas llamadas de repente nos preguntamos: ¿Qué estaba pensando Dios, y por qué ellos?
Desde que escogió a su pueblo, nuestro Dios es un Dios de las sorpresas. 
Abraham es hecho un nuevo padre en su vejez;
Moisés el tartamudo de lengua lenta enfrenta con éxito a Faraón,
el joven pastor David es elegido como rey,
y Saúl el perseguidor se convirtió en el apóstol Pablo.
Está claro que Dios hace lo que quiere para el bien de su pueblo.

Los personajes que Dios ha elegido a lo largo de la historia como instrumentos de justicia, misericordia, amor y compasión
han sido personas valientes y terrenales. Muchos santos y santas que han respondido a la misma invitación de Isaías,
Pedro o Bernabé en distintos tiempos y momentos de la historia.
Ese mismo llamado, está también abierto para nosotros, en nuestro hoy y nuestro ahora para ser sus instrumentos.
Dios ha elegido a muchas personas como nosotros para ser sus trabajadores.
Nuestra llamada sería un desperdicio si espiritualmente bajamos la cabeza
y decimos "eso es para otros", si dejamos que otros y no nosotros sigan el llamado de Dios.

Después de la pesca extraordinaria de peces, Pedro se dio cuenta repentinamente de su propia debilidad e indignidad.
¿Seguramente no merecía tanta generosidad de parte de Jesús?
Es en medio de su confusión y temor que Pedro descubre que el Señor lo ha elegido y tiene un gran propósito para él, a pesar de sus faltas.
De ahora en adelante, reunirá a la gente en la red del reino de Dios. 

El propósito de Dios para nosotros no depende de nuestra virtud o dignidad.
Él no espera a que seamos dignos antes de llamarnos a compartir su amoroso servicio a los demás.
De hecho, nuestro mismo sentido de indignidad crea una apertura para que Cristo obre a través de nosotros.
Si, como Pedro, estamos llamados a trabajar con Jesús, lo haremos como sanadores heridos, tratando de practicar lo que predicamos.
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Lecturas Bíblicas en Lenguaje Latinoamericano - TOC - 5to Domingo
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Primera lectura: Is 6, 1-2a. 3-8
El año de la muerte del rey Ozías, vi al Señor, sentado sobre un trono muy alto y magnífico.
La orla de su manto llenaba el templo. Había dos serafines junto a él, con seis alas cada uno, que se gritaban el uno al otro:
“Santo, santo, santo es el Señor, Dios de los ejércitos; su gloria llena toda la tierra”.

Temblaban las puertas al clamor de su voz y el templo se llenaba de humo.
Entonces exclamé:
“¡Ay de mí!, estoy perdido, porque soy un hombre de labios impuros,
que habito en medio de un pueblo de labios impuros,
porque he visto con mis ojos al Rey y Señor de los ejércitos”.

Después voló hacia mí uno de los serafines.
Llevaba en la mano una brasa, que había tomado del altar con unas tenazas.
Con la brasa me tocó la boca, diciéndome:
“Mira: Esto ha tocado tus labios.
Tu iniquidad ha sido quitada y tus pecados están perdonados”.

Escuché entonces la voz del Señor que decía: “¿A quién enviaré? ¿Quién irá de parte mía?”
Yo le respondí: “Aquí estoy, Señor, envíame”.
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Salmo Responsorial: Salmo 137, 1-2a. 2bc-3. 4-5. 7c-8. (1c) 

De todo corazón te damos gracias, Señor, porque escuchaste nuestros ruegos.
Te cantaremos delante de tus ángeles, te adoraremos en tu templo.
R. Cuando te invocamos, Señor, nos escuchaste.
Señor, te damos gracias por tu lealtad y tu amor:
siempre que te invocamos nos oíste y nos llenaste de valor.
R. Cuando te invocamos, Señor, nos escuchaste.
Que todos los reyes de la tierra te reconozcan, al escuchar tus prodigios.
Que alaben tus caminos, porque tu gloria es inmensa.
R. Cuando te invocamos, Señor, nos escuchaste.
Tu mano, Señor, nos podrá a salvo, y así concluirás en nosotros tu obra.
Señor, tu amor perdura eternamente; obra tuya soy, no me abandones.
R. Cuando te invocamos, Señor, nos escuchaste.
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Segunda Lectura: 1 Cor 15, 1-11
Hermanos: Les recuerdo el Evangelio que yo les prediqué y que ustedes aceptaron y en el cual están firmes.
Este Evangelio los salvará, si lo cumplen tal y como yo lo prediqué. De otro modo, habrán creído en vano.

Les transmití, ante todo, lo que yo mismo recibí: que Cristo murió por nuestros pecados, como dicen las Escrituras;
que fue sepultado y que resucitó al tercer día, según estaba escrito; que se le apareció a Pedro y luego a los Doce;
después se apareció a más de quinientos hermanos reunidos, la mayoría de los cuales vive aún y otros ya murieron.
Más tarde se le apareció a Santiago y luego a todos los apóstoles.

Finalmente, se me apareció también a mí, que soy como un aborto.
Porque yo perseguí a la Iglesia de Dios y por eso soy el último de los apóstoles e indigno de llamarme apóstol.
Sin embargo, por la gracia de Dios, soy lo que soy, y su gracia no ha sido estéril en mí;
al contrario, he trabajado más que todos ellos, aunque no he sido yo, sino la gracia de Dios, que está conmigo.
De cualquier manera, sea yo, sean ellos, esto es lo que nosotros predicamos y esto mismo lo que ustedes han creído.
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O bien: I Cor 15, 3-8. 11
Hermanos: Les transmití, ante todo, lo que yo mismo recibí:
que Cristo murió por nuestros pecados, como dicen las Escrituras;
que fue sepultado y que resucitó al tercer día, según estaba escrito; que se le apareció a Pedro y luego a los Doce;
después se apareció a más de quinientos hermanos reunidos, la mayoría de los cuales vive aún y otros ya murieron.
Más tarde se le apareció a Santiago y luego a todos los apóstoles.

Finalmente, se me apareció también a mí, que soy como un aborto.
De cualquier manera, sea yo, sean ellos, esto es lo que nosotros predicamos y esto mismo lo que ustedes han creído.
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Aclamación antes del Evangelio: Mt 4, 19
R.
Aleluya, aleluya.
Síganme, dice el Señor, y yo los haré pescadores de hombres.
R. Aleluya.
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Evangelio: Lc 5, 1-11
En aquel tiempo, Jesús estaba a orillas del lago de Genesaret
y la gente se agolpaba en torno suyo para oír la palabra de Dios.
Jesús vio dos barcas que estaban junto a la orilla.
Los pescadores habían desembarcado y estaban lavando las redes.
Subió Jesús a una de las barcas, la de Simón,
le pidió que la alejara un poco de tierra,
y sentado en la barca, enseñaba a la multitud.

Cuando acabó de hablar, dijo a Simón:
“Lleva la barca mar adentro y echen sus redes para pescar”.
Simón replicó: “Maestro, hemos trabajado toda la noche
y no hemos pescado nada; pero, confiado en tu palabra, echaré las redes”.


Así lo hizo y cogieron tal cantidad de pescados, que las redes se rompían.
Entonces hicieron señas a sus compañeros,
que estaban en la otra barca, para que vinieran a ayudarlos.
Vinieron ellos y llenaron tanto las dos barcas, que casi se hundían.

Al ver esto, Simón Pedro se arrojó a los pies de Jesús y le dijo: “¡Apártate de mí, Señor, porque soy un pecador!”
Porque tanto él como sus compañeros estaban llenos de asombro al ver la pesca que habían conseguido.
Lo mismo les pasaba a Santiago y a Juan, hijos de Zebedeo, que eran compañeros de Simón.

Entonces Jesús le dijo a Simón: “No temas; desde ahora serás pescador de hombres”.
Luego llevaron las barcas a tierra y, dejándolo todo, lo siguieron.
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TOC - 4to Domingo - Culto sin prejuicios - Lc 4, 21-30

Primera lectura: Jer 1, 4-5. 17-19
Salmo Responsorial: Salmo 70, 1-2. 3-4a. 5-6ab. 15ab y 17 (15ab)
Segunda Lectura: 1 Cor 12, 31–13, 13  /  O bien: 1 Cor 13, 4-13
Aclamación antes del Evangelio: Lc 4, 18
Evangelio: Lc 4, 21-30
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La escena en la sinagoga que el sábado parece bastante perturbadora;
un pueblo que viene a adorar se enoja hasta el punto de intentar arrojar a Jesús por un precipicio.
¿Qué es lo que los hizo enojar tanto?

Les recordó un punto bajo en su historia, cuando Dios castigó al pueblo de Israel con hambre, pero luego salvó a una viuda gentil.
Jesús también les había recordado la misericordia de Dios hacia un gentil llamado Naamán.

Naturalmente, su mensaje fue impactante y justo lo contrario de lo que querían escuchar.

Algunas verdades son a menudo amargas. Nosotros también podemos estar enojados o agitados cuando alguien nos dice una verdad que no queremos escuchar. Si Jesús hubiera glorificado a los judíos y les hubiera dicho que eran personas privilegiadas exclusivas  para Dios, probablemente habría recibido flores y regalos en lugar de piedras y ladrillos, apreciación en lugar de crítica.
Pero optó por llamar espadas a una pala.

En efecto, Jesús declaró que Dios no tiene favoritos, que no hay tarjetas que digan: "privilegiados" para recibir amor y compasión, que todos son accionistas iguales
del amor de Dios, sin importar quiénes somos, dónde estamos.

En la segunda lectura, San Pablo también habla de la primacía del amor.
De donde venga y cualquiera que sea nuestra condición socioeconómica,
no nos ganamos el favor divino por los títulos que tenemos,
sino que los recibimos gratuitamente del amor incondicional de Dios por nosotros. 

Lo que sucedió en la sinagoga sucede incluso hoy en algunas de nuestras iglesias y comunidades.
Podemos llevar prejuicios con nosotros a nuestros lugares de adoración,
y si lo hacemos, cerramos nuestras mentes al mensaje que Dios quiere darnos.
Nuestro prejuicio puede ser contra el mismo sacerdote o predicador que se dirige a nosotros, en contra de algunos en la congregación,
el coro, los lectores u otros ayudantes de la iglesia, o en contra de la Iglesia jerárquica como tal.
Una mente con prejuicios nunca se sentará cómodamente en la Iglesia
y nunca encontrará plenitud en la adoración ni llevará el mensaje del evangelio a casa.

Mahatma Gandhi escribió que durante sus días de estudiante comenzó a leer los Evangelios con seriedad e incluso consideró abrazar el cristianismo.
Él creía que en las enseñanzas de Jesús podía encontrar la solución al sistema de castas que dividía a la gente de la India.
Entonces, un domingo, decidió asistir a los servicios en una iglesia cercana y hablar con el ministro acerca de convertirse en cristiano.
Sin embargo, cuando entró en el santuario, el acomodador se negó a darle un asiento y le sugirió que fuera a adorar con su propia gente.
Gandhi salió de la iglesia y nunca regresó. “Si los cristianos también tienen diferencias de casta”, dijo, “podría seguir siendo un hindú”.
Ese prejuicio de los ujieres no solo traicionó a Jesús sino que también alejó a una persona de conocer a Jesús más de cerca.

Eckhart Tolle, un escritor espiritual, escribió acerca de cómo el prejuicio puede degradar a otra persona humana.
“Prejuicio de cualquier tipo implica que te identificas solo con la mente pensante.
Significa que ya no ves al otro ser humano, sino solo tu propio concepto de ese ser humano.
Reducir la vitalidad de otro ser humano a un concepto ya es una forma de violencia ".


¿Llevamos nuestros prejuicios a nuestro lugar de adoración y culto?
¿Somos prejuiciosos contra algún individuos o con cualquier grupo o comunidad?
Si es así, debemos buscar a Jesús para obtener la curación que necesita nuestro espíritu y nuestra mente.
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Lecturas Bíblicas en lenguaje Latinoamericano - TOC 4to Domingo 
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Primera lectura: Jer 1, 4-5. 17-19
En tiempo de Josías, el Señor me dirigió estas palabras:
“Desde antes de formarte en el seno materno, te conozco;
desde antes de que nacieras, te consagré como profeta para las naciones.
Cíñete y prepárate; ponte en pie y diles lo que yo te mando.
No temas, no titubees delante de ellos, para que yo no te quebrante.

Mira: hoy te hago ciudad fortificada, columna de hierro y muralla de bronce,
frente a toda esta tierra, así se trate de los reyes de Judá, como de sus jefes,
de sus sacerdotes o de la gente del campo.
Te harán la guerra, pero no podrán contigo, porque yo estoy a tu lado para salvarte”.
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Salmo Responsorial: Salmo 70, 1-2. 3-4a. 5-6ab. 15ab y 17
(15ab)

Señor, tú eres mi esperanza, que no quede yo jamás defraudado.
Tú, que eres justo, ayúdame y defiéndeme; escucha mi oración y ponme a salvo.
R. Señor, tú eres mi esperanza.

 Sé para mí un refugio, ciudad fortificada en que me salves.
Y pues eres mi auxilio y mi defensa, líbrame, Señor, de los malvados.
R. Señor, tú eres mi esperanza.

 Señor, tú eres mi esperanza; desde mi juventud en ti confío.
Desde que estaba en el seno de mi madre, yo me apoyaba en ti y tú me sostenías.
R. Señor, tú eres mi esperanza.

 Yo proclamaré siempre tu justicia y a todas horas, tu misericordia.
Me enseñaste a alabarte desde niño y seguir alabándote es mi orgullo.
R. Señor, tú eres mi esperanza.
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Segunda Lectura: 1 Cor 12, 31–13, 13

Hermanos: Aspiren a los dones de Dios más excelentes.
Voy a mostrarles el camino mejor de todos.

Aunque yo hablara las lenguas de los hombres y de los ángeles,
si no tengo amor, no soy más que una campana que resuena
o unos platillos que aturden. Aunque yo tuviera el don de profecía
y penetrara todos los misterios, aunque yo poseyera en grado sublime el don de ciencia y mi fe fuera tan grande
como para cambiar de sitio las montañas, si no tengo amor, nada soy.
Aunque yo repartiera en limosnas todos mis bienes
y aunque me dejara quemar vivo, si no tengo amor, de nada me sirve.

El amor es comprensivo, el amor es servicial y no tiene envidia;
el amor no es presumido ni se envanece; no es grosero ni egoísta;
no se irrita ni guarda rencor; no se alegra con la injusticia,
sino que goza con la verdad. El amor disculpa sin límites,
confía sin límites, espera sin límites, soporta sin límites.

El amor dura por siempre; en cambio, el don de profecía se acabará; el don de lenguas desaparecerá y el don de ciencia dejará de existir,
porque nuestros dones de ciencia y de profecía son imperfectos.
Pero cuando llegue la consumación, todo lo imperfecto desaparecerá.

Cuando yo era niño, hablaba como niño, sentía como niño y pensaba como niño;
pero cuando llegué a ser hombre, hice a un lado las cosas de niño.
Ahora vemos como en un espejo y oscuramente, pero después será cara a cara.
Ahora sólo conozco de una manera imperfecta, pero entonces conoceré a Dios como él me conoce a mí.
Ahora tenemos estas tres virtudes: la fe, la esperanza y el amor; pero el amor es la mayor de las tres.
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O bien: 1 Cor 13, 4-13
Hermanos: El amor es comprensivo, el amor es servicial y no tiene envidia; el amor no es presumido ni se envanece;
no es grosero ni egoísta; no se irrita ni guarda rencor; no se alegra con la injusticia, sino que goza con la verdad.
El amor disculpa sin límites, confía sin límites, espera sin límites, soporta sin límites.

El amor dura por siempre; en cambio, el don de profecía se acabará; el don de lenguas desaparecerá
y el don de ciencia dejará de existir, porque nuestros dones de ciencia y de profecía son imperfectos.
Pero cuando llegue la consumación, todo lo imperfecto desaparecerá.

Cuando yo era niño, hablaba como niño, sentía como niño y pensaba como niño;
pero cuando llegué a ser hombre, hice a un lado las cosas de niño.
Ahora vemos como en un espejo y oscuramente, pero después será cara a cara.
Ahora sólo conozco de una manera imperfecta, pero entonces conoceré a Dios como él me conoce a mí.
Ahora tenemos estas tres virtudes: la fe, la esperanza y el amor; pero el amor es la mayor de las tres.
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Aclamación antes del Evangelio: Lc 4, 18
R.
Aleluya, aleluya.
El Señor me ha enviado para anunciar a los pobres la buena nueva y proclamar la liberación a los cautivos.
R. Aleluya.
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Evangelio: Lc 4, 21-30
En aquel tiempo, después de que Jesús leyó en la sinagoga un pasaje del libro de Isaías, dijo:
“Hoy mismo se ha cumplido este pasaje de la Escritura que acaban de oír”.
Todos le daban su aprobación y admiraban la sabiduría de las palabras que salían de sus labios,
y se preguntaban: “¿No es éste el hijo de José?”

Jesús les dijo: “Seguramente me dirán aquel refrán:
‘Médico, cúrate a ti mismo’ y haz aquí, en tu propia tierra, todos esos prodigios que hemos oído que has hecho en Cafarnaúm”.

Y añadió: “Yo les aseguro que nadie es profeta en su tierra.
Había ciertamente en Israel muchas viudas en los tiempos de Elías, cuando faltó la lluvia durante tres años y medio,
y hubo un hambre terrible en todo el país; sin embargo, a ninguna de ellas fue enviado Elías,
sino a una viuda que vivía en Sarepta, ciudad de Sidón.
Había muchos leprosos en Israel, en tiempos del profeta Eliseo;
sin embargo, ninguno de ellos fue curado, sino Naamán, que era de Siria”.


Al oír esto, todos los que estaban en la sinagoga se llenaron de ira,
y levantándose, lo sacaron de la ciudad y lo llevaron hasta una saliente del monte,
sobre el que estaba construida la ciudad, para despeñarlo. 
Pero él, pasando por en medio de ellos, se alejó de allí.
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