domingo, 16 de enero de 2022

TOC - 6to Domingo - Bendiciones y Maldiciones - Lc 6, 17. 20-26

La vida tiene subidas, bajadas, desafíos, crisis y hasta tragedia.
Pero también tiene gozos, alegrías, disfrutes y soluciones.

Si uno está conectado a Dios, la fuente del amor, la misericordia, la alegría, la paz y la bondad, siempre puede dar frutos deliciosos y hojas verdes que refrescan y dan sombra. Si nuestra conección y objetivos están en otra parte, no vamos a ningún lado.

Si estamos conectados a Dios, incluso en un lugar desértico, todavía podemos regresar a Él y recobrar la confianza en Dios, para quien nada es imposible. Aún en las situaciones más difícilies, incluso en las persecuciones, todavía puede brotar un río de vida en medio de la muerte, y todo por su gracia.

En el pasaje de hoy de Jeremías, dice que las raíces vivas siempre buscan y encuentran la corriente de agua. Vivirán aún en el calor y la sequía que inevitablemente vienen de cuando en cuando.

En la carta de San Pablo a los corintios, se recuerda a los fieles que nuestras creencias en la vida después de la muerte son reales y que son para siempre, una vida unida a Dios. Nos recuerda que es siempre algo en qué pensar, en realizar que somos pasajeros, en considerar  nuestra propia mortalidad, en reflexionar sobre el cielo y el infierno. Es un tiempo para renovar nuestra fe en que Jesús, verdaderamente fue resucitado de entre los muertos. Es tiempo de pensar en nuestro futuro eterno. Es el momento de reflexionar en nuestra comunidad de fe sobre estas realidades presentes y futuras  para mantener las mentes de los fieles apuntando hacia el cielo. 

Cuando la humanidad camina humildemente, cuida a los pobres, a los huérfanos, a las viudas, a los forasteros e imigrantes. Cuando depende por completo de Dios, entonces encuentra la verdadera felicidad y la paz. Pero cuando la humanidad se se centra sólo en la prosperidad, se vuelve perezosa, egoísta, independiente y desprecia a los marginados. Es entonces que nos metemos en problemas, porque la verdadera felicidad no se encuentra en ninguna parte, está "en" y "con" nosotros. La gracia de Dios sobrabunda pero es escasa entre los egoístas. 

Las Bienaventuranzas enumeran el tipo de personas que son llamadas Benditas. No es casual que todos estos individuos sean totalmente dependientes de Dios por sus circunstancias: los pobres, los hambrientos, los tristes, los despreciados. Ellos son los fieles, son personas de oración. 

Son como los árboles que pueden resistir la sequía buscando y extendiendo sus raíces hacia las aguas subterráneas. Son dependientes de Dios y se sienten serenos. 

Sucede lo contrario con aquellos a quienes Jesús llama malditos. Ellos tienen una falsa sensación de seguridad. Se han acomodado, son socialmente populares y creen que no necesitan nada. Es difícil, pero no imposible, mantener un sentido de total dependencia de Dios en estas situaciones.

La dependencia de Dios no es un signo de debilidad; más bien, mantiene a uno en contacto con una fuente de fuerza interminable, ésto lo podemos ver bien arraigado en la historia de la salvación. 

Las bienaventuranzas dicen que existe una justicia divina, que enaltece a quien ha sido humillado injustamente y humilla a quien se ha enaltecido. El evangelista san Lucas, después de los cuatro “dichosos ustedes”, añade cuatro amonestaciones: “Ay de ustedes”. Jesús afirma que la situación se invertirá, los últimos serán primeros y los primeros últimos” (Lc 13, 30).

La justicia y las bienaventuranzas se cumplen en el “reino de los cielos” o “reino de Dios”, tendrán su cumplimiento al final de los tiempos, aunque ya está presente en la historia. Allí se manifiesta la justicia de Dios, donde los pobres son consolados y admitidos al banquete de la vida, Esta es la tarea que los discípulos del Señor estámos llamados a realizar en la sociedad actual.
______________________________________________________________________________________________________________________________________
Lecturas Bíblicas en Lenguaje Latinoamericano - Domingo 6to TOC
______________________________________________________________________________________________________________________________________

Primera lectura: Jer 17, 5-8
Esto dice el Señor: "Maldito el hombre que confía en el hombre,
que en él pone su fuerza y aparta del Señor su corazón.
Será como un cardo en la estepa, que nunca disfrutará de la lluvia.
Vivirá en la aridez del desierto, en una tierra salobre e inhabitable.

Bendito el hombre que confía en el Señor y en él pone su esperanza.
Será como un árbol plantado junto al agua, que hunde en la corriente sus raíces;
cuando llegue el calor, no lo sentirá y sus hojas se conservarán siempre verdes;
en año de sequía no se marchitará ni dejará de dar frutos".
______________________________________________________________________________________________________________________________________

Salmo Responsorial: Del Salmo 1 (Sal 39, 5a)
Dichoso aquel que no se guía por mundanos criterios,
que no anda en malos pasos ni se burla del bueno,
que ama la ley de Dios  y se goza en cumplir sus mandamientos.
R. Dichoso el hombre que confía en el Señor.

Es como un árbol plantado junto al río, 
que da fruto a su tiempo y nunca se marchita.
En todo tendrá éxito.
R. Dichoso el hombre que confía en el Señor.

En cambio los malvados
serán como la paja barrida por el viento.
Porque el Señor protege el camino del justo
y al malo sus caminos acaban por perderlo.
R. Dichoso el hombre que confía en el Señor.
______________________________________________________________________________________________________________________________________

Segunda lectura: 1 Cor 15, 12. 16-20
Hermanos: Si hemos predicado que Cristo resucitó de entre los muertos,
¿cómo es que algunos de ustedes andan diciendo que los muertos no resucitan?
Porque si los muertos no resucitan, tampoco Cristo resucitó.
Y si Cristo no resucitó, es vana la fe de ustedes; y por lo tanto, aún viven ustedes en pecado,
y los que murieron en Cristo, perecieron.
Si nuestra esperanza en Cristo se redujera tan sólo a las cosas de esta vida,
seríamos los más infelices de todos los hombres.
Pero no es así, porque Cristo resucitó, y resucitó como la primicia de todos los muertos.
______________________________________________________________________________________________________________________________________

Aclamación antes del Evangelio: Lc 6, 23ab
R.
Aleluya, aleluya.
Alégrense ese día y salten de gozo,
porque su recompensa será grande en el cielo, dice el Señor.
R. Aleluya.
______________________________________________________________________________________________________________________________________

Evangelio: Lc 6, 17. 20-26
En aquel tiempo,
Jesús descendió del monte con sus discípulos y sus apóstoles
y se detuvo en un llano.
Allí se encontraba mucha gente,
que había venido tanto de Judea y de Jerusalén,
como de la costa de Tiro y de Sidón.

Mirando entonces a sus discípulos, Jesús les dijo:
"Dichosos ustedes los pobres, porque de ustedes es el Reino de Dios.
Dichosos ustedes los que ahora tienen hambre, porque serán saciados.
Dichosos ustedes los que lloran ahora, porque al fin reirán.

Dichosos serán ustedes cuando los hombres los aborrezcan y los expulsen de entre ellos,
y cuando los insulten y maldigan por causa del Hijo del hombre. 
Alégrense ese día y salten de gozo, porque su recompensa será grande en el cielo. 
Pues así trataron sus padres a los profetas.

Pero, ¡ay de ustedes, los ricos, porque ya tienen ahora su consuelo!
¡Ay de ustedes, los que se hartan ahora, porque después tendrán hambre!
¡Ay de ustedes, los que ríen ahora, porque llorarán de pena!
¡Ay de ustedes, cuando todo el mundo los alabe,
porque de ese modo trataron sus padres a los falsos profetas!"

______________________________________________________________________________________________________________________________________

No hay comentarios.:

Publicar un comentario