martes, 1 de marzo de 2022

TOC - 1er. Domingo de Cuaresma - Jesús y las tentaciones - Lc 4, 1-13

En la lectura de hoy se enumeran tres tentaciones:
-Cambiar las piedras en pan.
Las piedras abundaban en torno a Jesús. Si todas las piedras se cambiaban en pan habría suficiente comida para toda su vida.

La pobreza en el mundo se agudiza porque mucha gente quiere apilar y almacenar dinero y lo material para toda su vida.
Es la sensación de inseguridad.
Ceder a esta tentación nos llevará a robar, engañar,
tomar y arrancar de los demás tanto como nos sea posible.

-Inclinarse y adorar al diablo.
Esta tentación por el poder comienza cuando nos olvidamos
de la enseñanza de Jesús: “Los que desean ser los primeros deberán ser los servidores de todos”.
Este olvido nos lleva a codiciar el poder, bienes, posición y fama
aun a costa de sacrificar la dignidad del otro.

-Saltar desde lo alto del templo.
Cuando confiamos sólo en nuestras propias fuerzas e inteligencia, dejamos de lado a Dios.
Paradójicamente, es esa “inteligencia” la que ha violado y trastornado el curso de la naturaleza,
la ha destruido provocando graves calamidades naturales.

En cada una de estas tentaciones lo que el diablo le está diciendo a Jesús es: "Usa lo que tienes para conseguir lo que quieres."
Y a cada una de las tentaciones, Jesús las vence respondiendo: "¡No!,
Debemos utilizar los medios adecuados para satisfacer nuestras necesidades
y conseguir nuestros objetivos en la vida".

En la 1ra. tentación, Jesús había ayunado durante cuarenta días en el desierto
y al final del ayuno sintió mucha hambre.
El diablo trata de ponerle esta idea en la cabeza:
"Si eres Hijo de Dios, haz que esta piedra que se convierta en pan" (Lc 4, 3).

Lo primero que el diablo hace es sembrar una duda en su mente:
"Si eres Hijo de Dios" "¿Está realmente seguro de que Dios está contigo?"

Lo mismo ocurrió en el jardín del Edén.
Lo primero que el tentador le dijo a Eva fue:
"¿Así que Dios les ha dicho
que no deben comer el fruto de éste árbol del huerto?" (Génesis 3: 1).

La tentación siempre empieza con una duda en la mente.
¿Realmente Dios dice esto o es sólo un cuento de hadas?
Jesús venció las tentaciones al negarse a entretenerse con tales dudas
y poniéndose fuerte con el poder de la palabra de Dios.

Cuando enfrentamos cualquier tentación, no basta decir "No".
Hay que preguntarnos como Jesús hizo para disipar la duda.
Compara tu tentación con cualquiera de las tres tentaciones de Jesús y busca la sabiduría de Dios
que vence toda duda y nos permite manejar y dominar la tentación.

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Lecturas en Lenguaje Latinoamericano, Cuaresma I, Ciclo C
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Primera lectura: Dt 26, 4-10
En aquel tiempo, dijo Moisés al pueblo:
“Cuando presentes las primicias de tus cosechas,
el sacerdote tomará el cesto de tus manos
y lo pondrá ante el altar del Señor, tu Dios.
Entonces tú dirás estas palabras ante el Señor, tu Dios:
‘Mi padre fue un arameo errante, que bajó a Egipto
y se estableció allí con muy pocas personas;
pero luego creció hasta convertirse en una gran nación,
potente y numerosa.

Los egipcios nos maltrataron, nos oprimieron
y nos impusieron una dura esclavitud.
Entonces clamamos al Señor, Dios de nuestros padres,
y el Señor escuchó nuestra voz, miró nuestra humillación,
nuestros trabajos y nuestra angustia. 

El Señor nos sacó de Egipto con mano poderosa y brazo protector, con un terror muy grande,
entre señales y portentos; nos trajo a este país y nos dio esta tierra, que mana leche y miel.
Por eso ahora yo traigo aquí las primicias de la tierra que tú, Señor, me has dado’.
Una vez que hayas dejado tus primicias ante el Señor, te postrarás ante él para adorarlo”. 

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Salmo responsorial: Salmo 90, 1-2. 10-11. 12-13. 14-15 /
Tú, que vivas al amparo del Altísimo
y descansas a la sombra del todopoderoso,
dile al Señor: “Tu eres mi refugio y fortaleza; tú eres mi Dios y en ti confío”.
R. Tú eres mi Dios y en ti confío.

No te sucederá desgracia alguna, ninguna calamidad caerá sobre tu casa,
pues el Señor ha dado a sus ángeles la orden de protegerte a donde quiera que vayas.
R. Tú eres mi Dios y en ti confío.

Los ángeles de Dios te llevarán en brazos para que no te tropieces con las piedras,
podrás pisar los escorpiones y las víboras y dominar las fieras.
R. Tú eres mi Dios y en ti confío.

“Puesto que tú me conoces y me amas, dice el Señor, yo te libraré y te pondré a salvo.
Cuando tú me invoques, yo te escucharé, y en tus angustias estaré contigo,
te libraré de ellas y te colmaré de honores”.
R. Tú eres mi Dios y en ti confío.

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Segunda lectura: Rom 10, 8-13
Hermanos: La Escritura afirma:
Muy a tu alcance, en tu boca y en tu corazón,
se encuentra la salvación,
esto es, el asunto de la fe que predicamos.

Porque basta que cada uno declare con su boca 
que Jesús es el Señor y que crea en su corazón 
que Dios lo resucitó de entre los muertos,
para que pueda salvarse. 

En efecto,
hay que creer con el corazón para alcanzar la santidad 
y declarar con la boca para alcanzar la salvación.

Por eso dice la Escritura:
Ninguno que crea en él quedará defraudado, porque no existe diferencia 
entre judío y no judío, ya que uno mismo es el Señor de todos, 
espléndido con todos los que lo invocan, 
pues todo el que invoque al Señor como a su Dios, será salvado por él.

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Aclamación antes del Evangelio: Mt 4, 4
R. Honor y gloria a ti, Señor Jesús.
No sólo de pan vive el hombre, sino también de toda palabra
que sale de la boca de Dios.
R. Honor y gloria a ti, Señor Jesús.
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Evangelio: Lc 4, 1-13
En aquel tiempo, Jesús, lleno del Espíritu Santo,
regresó del Jordán y conducido por el mismo Espíritu,
se internó en el desierto, donde permaneció
durante cuarenta días y fue tentado por el demonio.

No comió nada en aquellos días,
y cuando se completaron, sintió hambre.

Entonces el diablo le dijo:
“Si eres el Hijo de Dios,
dile a esta piedra que se convierta en pan”.
Jesús le contestó:
“Está escrito: No sólo de pan vive el hombre”.

Después lo llevó el diablo a un monte elevado y en un instante le hizo ver todos los reinos de la tierra y le dijo:
“A mí me ha sido entregado todo el poder y la gloria de estos reinos, y yo los doy a quien quiero.
Todo esto será tuyo, si te arrodillas y me adoras”.
Jesús le respondió:
“Está escrito: Adorarás al Señor, tu Dios, y a él sólo servirás”.

Entonces lo llevó a Jerusalén, lo puso en la parte más alta del templo y le dijo:
“Si eres el Hijo de Dios, arrójate desde aquí, porque está escrito:
Los ángeles del Señor tienen órdenes de cuidarte y de sostenerte en sus manos,
para que tus pies no tropiecen con las piedras”.
Pero Jesús le respondió: “También está escrito: No tentarás al Señor, tu Dios”.

Concluidas las tentaciones, el diablo se retiró de él, hasta que llegara la hora.

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Oremos:
Dios todopoderoso,
concédenos que por la práctica anual de la Cuaresma,
progresemos en el conocimiento del misterio de Cristo
y vivamos en conformidad con él.

Por nuestro Señor Jesucristo, 
tu Hijo,
que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo,
Dios, por los siglos de los siglos.

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