Lc 12,49-53: ¿Piensan que vine a traer paz a la tierra?
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Muchos cristianos podemos identificarnos con la primera lectura, conocida como “la Pasión de Jeremías” y con los sufrimientos soportó por ser fiel al llamado y al envío de Yahvé de proclamar su palabra con honestidad y valentía.
Nos dice que es muy posible que también nosotros
el testigo del fuego del amor, el mártir del Reino.
Nos dice que la lucha contra el pecado personal y social
El evangelio nos invita a caminar con Jesús en su jornada a Jerusalén.
Él sabe lo que le va a pasar allá
y lo quiere compartir con sus amigos y discípulos.
la mayor parte de los discursos, parábolas y relatos de Jesús.
Los dichos de Jesús pueden usarse en distintos momentos y circunstancias
de la vida de sus oyentes. Esto nos permite leerlos
con la libertad de hijas e hijos de Dios y aplicarlas a nuestras propias vidas.
El mensaje de Jesús es una Buena Nueva hermosa, preocupada por los débiles y pequeños,
llena de amor y aceptación hasta por los peores pecadores y enemigos.
Es un mensaje aunque duro, que trae una gran paz y armonía para los creyentes.
No podemos entusiasmarnos con Jesús y seguir como siempre. Debemos escuchar la Buena Nueva del Reino, cambiar nosotros y cambiar el mundo. Optar con pasión, es tomar decisiones y actuar para producir cambios radicales en nuestra vida. Esto nos afectará mucho aún más allá de los vínculos familiares. El que no pone por delante a Jesús, incluso sobre su propia familia, no puede ser su verdadero discípulo (Lc 14, 26).
Primera lectura: Jer 38, 4-6. 8-10
Durante el sitio de Jerusalén, los jefes que tenían prisionero a Jeremías dijeron al rey:
Es evidente que no busca el bienestar del pueblo, sino su perdición".
Respondió el rey Sedecías: "Lo tienen ya en sus manos y el rey no puede nada contra ustedes".
Ebed-Mélek, el etíope, oficial de palacio, fue a ver al rey y le dijo:
"Señor, está mal hecho lo que estos hombres hicieron con Jeremías,
arrojándolo al pozo, donde va a morir de hambre".
Entonces el rey ordenó a Ebed-Mélek:
"Toma treinta hombres contigo y saca del pozo a Jeremías, antes de que muera".
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Salmo Responsorial: Salmo 39,
2. 3. 4. 18 (14b)
Esperé en el Seño con gran confianza;
él se inclinó hacia mí
y escuchó mis plegarias.
R. Señor, date prisa en ayudarme.
Del charco cenagoso
y la fosa mortal me puso a salvo;
puso firmes mis pies sobre la roca
y aseguró mis pasos.
R. Señor, date prisa en ayudarme.
El me puso en la boca un canto nuevo,
un himno a nuestro Dios.
Muchos se conmovieron al ver esto
y confiaron también en el Señor.
R. Señor, date prisa en ayudarme.
A mí, tu siervo, pobre y desdichado,
no me dejes, Señor, en el olvido.
Tú eres quien me ayuda y quien me salva;
no te tardes, Dios mío.
R. Señor, date prisa en ayudarme.
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Segunda lectura: Heb 12, 1-4
Hermanos: Rodeados, como estamos,
por la multitud de antepasados nuestros, que
dieron prueba de su fe,
dejemos todo lo que nos estorba; librémonos del pecado
que nos ata,
para correr con perseverancia la carrera que tenemos por delante,
fija la mirada en Jesús, autor y consumador de nuestra fe.
Él, en vista del
gozo que se le proponía, aceptó la cruz, sin temer su ignominia,
y por eso está
sentado a la derecha del trono de Dios.
Mediten, pues, en el ejemplo de aquel que quiso sufrir tanta
oposición de parte de los pecadores,
y no se cansen ni pierdan el ánimo,
porque
todavía no han llegado a derramar su sangre en la lucha contra el pecado.
Aclamación antes del Evangelio: Jn 10, 27
R. Aleluya,
aleluya.
Mis ovejas escuchan mi voz, dice el Señor; yo las conozco y ellas me siguen.
R. Aleluya.
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Evangelio: Lc 12, 49-53
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos:
"He venido a traer fuego a
la tierra, ¡y cuánto desearía que ya estuviera ardiendo!
Tengo que recibir un
bautismo, ¡y cómo me angustio mientras llega!
¿Piensan acaso que he venido a traer paz a la tierra? De
ningún modo.
No he venido a traer la paz, sino la división.
De aquí en
adelante, de cinco que haya en una familia, estarán divididos tres contra dos y
dos contra tres.
Estará dividido el padre contra el hijo, el hijo contra el
padre, la madre contra la hija
y la hija contra la madre, la suegra contra la
nuera y la nuera contra la suegra''.
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que has preparado bienes invisibles para los que te aman,
infunde en nuestros corazones la ternura de tu amor
para que, amándote en todas y sobre todas las cosas,
alcancemos tus promesas que superan todo deseo.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo,
que vive y reina en la unidad del Espíritu Santo,
y es Dios, por los siglos de los siglos.
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