En el salmo 4, 8,
el salmista le pide a Dios que le explique: "¿Qué es el hombre para que te acuerdes de él, el ser humano para que te preocupes por él? Lo hiciste poco inferior a los ángeles, lo coronaste de gloria y dignidad."
Cuando se trata de descubrir el significado de la vida humana y de nuestra
existencia en este mundo, somos como los pigmeos viajando sobre las espaldas de
gigantes que nos han precedido. O sea, el número de personas
capaces de tomar distancia, por así decirlo, y tratar de entender en términos
significativos la lucha humana, su esfuerzo, su dificultad, es pequeño.
La
mayoría nos contentamos a vivir con pequeños o grandes descubrimientos
que nos llegan a través de diferentes canales, muchas veces incuestionados.
En las lecturas de hoy, Dios nos da más o menos el mismo mensaje.
Algunos individuos parecen ser más
capaces de captar de una manera maravillosa el mensaje de Dios para la raza
humana. Estos elegidos,
han compartido ese conocimiento con el resto de
nosotros. La Palabra de
Dios que le llegó a Abraham, no fue algo abstracto que necesitó ser explicado
en los libros, inexistentes por entonces.Esa palabra fue transmitida y
compartida desde una tradición de fe por vía oral y, finalmente, escrita en
rollos.
Su bienvenida a los Mensajeros de Dios tiene todos los méritos y cualidades de la hospitalidad nómada oriental.
Cuando tenía su esperanza en el más bajo nivel,
le comunican que su esposa dará a luz un hijo.
Reconfortado de nuevo, como cuando cargamos una batería, Abraham recupera su confianza en Yahvé. Y nació Isaac.
Cumplió este sombrío pedido preguntándose en su corazón
¿Si Yahvé me pide esto, cómo podría su promesa hacerse realidad?
A pesar de todo, la confianza de Abraham en Yahvé nunca vaciló, y al final fue premiado por su confianza.
Fue su fe la que justificó a Abraham delante de Dios.
Esta misma fe la pasará a sus hijos y a todos los creyentes, incluyendo a nosotros mismos.
Ellos ponen en práctica el don de la amistad con Jesús
y forjan una vibrante relación con Dios en Cristo. Recrean la hospitalidad oriental de Abraham y la brindan a Jesús.
Como a veces nos sucede, Marta se siente mal porque debe hacer el trabajo de la casa sola. María, en cambio nos enseña que escuchando a la palabra y al projimo, ganamos valor en nuestra relacion con Dios. Nuestra atencion a Cristo y al projimo no debe ahogarse por el ajetreo de las cosas que hacemos en la vida cotidiana. Maria nos ensena una teologia de la contemplacion donde se privilegia la escucha, nos muestra una guia para recibir la visita del Senor en nuestro corazon.
Con su actitud de escucha, Maria nos ensena que no importa quién pueda ser
nuestro visitante,
siempre hay algo que aprender de él o ellos, algo que se puede
ganar de ellos.
El que toca nuestra puerta tiene siempre algo que decirnos,
debemos escucharlo y comprenderlo.
Lo que realmente
importa en el alboroto del mundo moderno,
es hacer siempre un espacio para Dios
en nuestras vidas.
Que nos apropiemos del mensaje que Dios nos presenta continuamente,
que lo hagamos propio.
Que le permitamos guiarnos y formarnos.
Que lo vivamos
bien para que en nuestra muerte, se cumpla la voluntad de Dios para nosotros.
Nota de las Imagenes:
- La Conversion de San Pablo, Cathy Larson
- Abraham y los tres Angeles, James Tissot
- Jesus, Maria y Marta, James Tissot
Lecturas Bíblicas en lenguaje Latinoamericano para el Domingo 16 TO, C
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Marc Chagall, "Abraham y los tres Angeles," |
Levantando la vista, vio de pronto a tres hombres que estaban de pie ante él. Al verlos, se dirigió a ellos rápidamente desde la puerta de la tienda, y postrado en tierra, dijo: "Señor mío, si he hallado gracia a tus ojos, te ruego que no pases junto a mí sin detenerte.
Haré que traigan un poco de agua para que se laven los pies y descansen a la sombra de estos árboles; traeré pan para que recobren las fuerzas y después continuarán su camino, pues sin duda para eso han pasado junto a su siervo".
- Abraham y los tres Angeles, Marc Chagall
Quien no hace mal al prójimo ni difama al vecino;
Quien presta sin usura y quien no acepta soborno en perjuicio de inocentes.
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y que ahora ha revelado
Nota de la Imagen:
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entró Jesús en un poblado,
y una mujer, llamada Marta, lo recibió en su casa.
Ella tenía una hermana, llamada María,
la cual se sentó a los pies de Jesús
y se puso a escuchar su palabra.
hasta que, acercándose a Jesús, le dijo:
"Señor, ¿no te has dado cuenta
de que mi hermana
me ha dejado sola con todo el quehacer?
muchas cosas te preocupan y te inquietan,
siendo así que una sola es necesaria.
María escogió la mejor parte
y nadie se la quitará".
Nota de la Imagen:
- Maria y Marta, David Lindsley
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