miércoles, 20 de julio de 2022

TOC - Domingo 18 - Rico, pero sin riquezas - Lc 12, 13-21

La parábola del rico insensato es una advertencia sombría para cualquier persona que se complace disfrutando sólo de su riqueza y comodidad, mientras que otros se mueren de hambre. El modelo económico impuesto por nuestra sociedad capitalista y acumulativa, genera desigualdades y crea la mayor parte de las tensiones mundiales.

Hoy Jesús habla sobre las riquezas del cielo, comparadas con las riquezas terrenales. "Nunca hay un hoyo en la cubierta" es un buen viejo refrán irlandés. Como en las Bienaventuranzas, Jesús habla de los pobres de espíritu. En otras palabras, podría tener una gran cantidad de riqueza, pero ellas no me poseen, ni estoy esclavizado por ella. Nos habla de algo que todos conocemos demasiado bien. El primer millón nunca nos va a satisfacer! Puede ser el más difícil de conseguir. A veces, el impulso por querer ser alguien más, puede generar una compulsión por acumular más.
Hay que distinguir entre ser rico y tener riqueza.
Algunas de las personas más ricas que conozco tienen pocos bienes de este mundo. Hay mayor riqueza en un corazón amable y cariñoso.

Buscar el Reino de Dios significa algo más que ser parte del culto.
Incluye servicio a los demás, donarse.

El dinero no compra los regalos que verdaderamente traen felicidad.
Es una lección tan simple, pero uno nunca aprenderá
si nos negamos a abrir el corazón a ella. Al morir, dejamos todo atrás.

Dos trabajadores de una mujer rica la acompañaban en su agonía.
Esta mujer tenía la reputación de atesorar hasta el último centavo.
No tenía familia propia, estaba sola, sola, sola.

Todos tenía curiosidad por saber a dónde iría toda su fortuna
pues: (Donde hay herencia, siempre hay parientes),
pero nunca apareció nadie, hasta el final.
Al morir, uno de sus trabajadores susurró ¿Me pregunto cuánto dejó?
El otro respondió en voz baja, lo dejó todo.

El error en el hombre que vino a Jesús con la queja contra su hermano, así como el error del rico insensato, es que ellos pensaban sólo en ellos mismos y en nadie más. El Reino de Dios se alcanza mediante el intercambio de cargas con los demás. Lo que damos a los demás nunca se pierde, sino que se convierte en un tesoro para la eternidad, llevándonos hacia adelante, hacia el Reino.

Si nos preguntamos: ¿Qué esperamos de la vida? Podríamos respondernos de modo idealista, que de una parte podría ser fuente de inspiración. También podríamos responder de manera realista cuando nos fijamos bien en la forma en que realmente pasamos el tiempo, las opciones que tomamos todos los días aun sin pensarlo, lo que es importante en nuestra vida concreta. Todos vivimos entre lo real y lo ideal, el mejor punto de partida debe ser siempre el real. Sólo a partir de allí podremos comenzar a movernos.
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 Lecturas en lenguaje Latinoamericano XVII Domingo Ordinario, C

Primera lectura : Eclesiastés (Cohélet) 1, 2; 2, 21-23

"Vanidad de vanidades!" No las puedes llevar contigo cuando se muere.

Todas las cosas, absolutamente todas, son vana ilusión.
Hay quien se agota trabajando 
y pone en ello todo su talento, 
su ciencia y su habilidad,
y tiene que dejárselo todo a otro que no lo trabajó. 

Esto es vana ilusión y gran desventura.

En efecto, ¿qué provecho saca el hombre
de todos sus trabajos y afanes bajo el sol?
De día dolores, penas y fatigas; de noche no descansa.
¿No es también eso vana ilusión?
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Salmo Responsorial: Salmo 89, 3-4. 5-6. 12-13. 14 y 17 (1)

Tú haces volver al polvo a los humanos, 
diciendo a los mortales que retornen.
Mil años son para ti como un día, que ya pasó; 
como una breve noche.
R. Señor, ten compasión de nosotros.

Nuestra vida es tan breve como un sueño; semejante a la hierba,
que despunta y florece en la mañana, 
y por la tarde se marchita y se seca.
R. Señor, ten compasión de nosotros.

Enséñanos a ver lo que es la vida y seremos sensatos.
¿Hasta cuándo, Señor, vas a tener compasión de tus siervos? ¿Hasta cuándo?
R. Señor, ten compasión de nosotros.

Llénanos de tu amor por la mañana y júbilo será la vida toda.
Que el Señor bondadoso nos ayude y dé prosperidad a nuestras obras.
R. Señor, ten compasión de nosotros.
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Segunda lectura: Col 3, 1-5. 9-11
Puesto que Cristo ha regresado al Padre, debemos buscar las cosas de arriba.

Hermanos: Puesto que ustedes han resucitado con Cristo, 
busquen los bienes de arriba, donde está Cristo,
sentado a la derecha de Dios.
Pongan todo el corazón en los bienes del cielo,
no en los de la tierra,
porque han muerto y su vida está escondida con Cristo en Dios.
Cuando se manifieste Cristo, vida de ustedes, entonces
también ustedes se manifestarán gloriosos juntamente con él.

Den muerte, pues, a todo lo malo que hay en ustedes:
la fornicación, la impureza, las pasiones desordenadas,
los malos deseos y la avaricia, que es una forma de idolatría.
No sigan engañándose unos a otros;
despójense del modo de actuar del viejo yo 
y revístanse del nuevo yo, 
el que se va renovando conforme va adquiriendo
el conocimiento de Dios, que lo creó a su propia imagen.

En este orden nuevo ya no hay distinción entre judíos y no judíos,
israelitas y paganos, bárbaros y extranjeros, esclavos y libres, sino que Cristo es todo en todos.
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Aclamación antes del Evangelio: Mt 5, 3
R. Aleluya, aleluya.
Dichosos los pobres de espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos.
R. Aleluya
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Evangelio: Lc 12, 13-21

El rico tonto, un comentario sobre la codicia y el egoísmo
En aquel tiempo, hallándose Jesús en medio de una multitud, un hombre le dijo: "Maestro, dile a mi hermano que comparta conmigo la herencia". 
Pero Jesús le contestó: 
"Amigo, ¿quién me ha puesto como juez en la distribución de herencias?"

Y dirigiéndose a la multitud, dijo: 
"Eviten toda clase de avaricia, 
porque la vida del hombre no depende 
de la abundancia de los bienes que posea".

Después les propuso esta parábola: 
"Un hombre rico obtuvo una gran cosecha y se puso a pensar: '
¿Qué haré, porque no tengo ya en dónde almacenar la cosecha? 
Ya sé lo que voy a hacer: derribaré mis graneros 
y construiré otros más grandes 
para guardar ahí mi cosecha y todo lo que tengo. 
Entonces podré decirme: Ya tienes bienes acumulados para muchos años; 
descansa, come, bebe y date a la buena vida'. 
Pero Dios le dijo: '¡Insensato! Esta misma noche vas a morir. 
¿Para quién serán todos tus bienes?' 
Lo mismo le pasa al que amontona riquezas para sí mismo 
y no se hace rico de lo que vale ante Dios".
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Oración Colecta

Derrama, Padre, tu misericordia
sobre tu pueblo suplicante,
y ya que nos gloriamos de tenerte
por Creador y Señor,
renueva en nosotros tu gracia
y consérvala en tu bondad.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo,
que vive y reina 
en la unidad del Espíritu Santo,
Dios, por los siglos de los siglos.
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