martes, 2 de agosto de 2022

TOC - Domingo 21 - La puerta Angosta, confianza en Dios - Lc 13, 22-30



Ezequías (716 a. C.-687 a. C.) Gobernó el reino sureño de Judá 
durante la conquista y reasentamiento forzado
del reino norteño de Israel por los asirios de Senaquerib. 
Judá absorbió muchos refugiados del reino del norte
durante el reinado de 
Ezequías. 
(2 Reyes 18 y 19; 2 Crónicas 32; Isaías 36 a 37).

El ministerio profético de Isaías llegó a durar casi medio siglo,
desde fines del gobierno de Azarías, rey de Judá,
hasta los tiempos del monarca Manasés.
Isaías fue un firme opositor a la política de alianza de los reyes de Judá
con los imperios extranjeros y llamó a confiar en la Alianza con Yahveh.
Se opuso al protectorado de Asiria que el rey Acaz propició
para enfrentarse con el norteño Reino de Israel y aquel de Damasco.

El rey Ezequías quiso contrarrestar la hegemonía asiria, aliándose con Egipto, oponiéndose Isaías también a ello,
pero cuando las tropas asirias de Senaquerib sitiaron Jerusalén,
Isaías apoyó la resistencia y anunció la ayuda de Yahveh: la ciudad se salvó. 

Isaías expresó que los reinos de "Israel y Judá persiguen solamente el lucro" (Is 9:18-21).
Aquellas prácticas corruptas que se encontraban en los pueblos vecinos (ambición, envidia, opresión de los más débiles…) fueron introducidas en Israel contrariando la Ley de Yahvé. La antigua advertencia (vivir aparte…
no imitar las costumbres de las demás naciones) (Deuteronomio 12:29,30) se había echado al olvido.
Se dejó de lado aquel sentido de ‘pueblo religioso’(Dt 12:5,14)
y las tribus se dividieron debido a los tributos, un problema de índole económico. (1ª Re 12:15, 18)

Debido al mal manejo político de la crisis interna y externa,
Isaías pide a la gente de Jerusalén que "No se dejen engañar por el rey Ezequías".


Creer en Yahveh rara vez molestó a Israel, su pueblo elegido.
Para ellos Yahveh no era remoto, lejano o viviendo allá arriba.
Sentían su presencia divina en los acontecimientos,
buenos o malos, de la existencia cotidiana. 
De alguna manera, todo en la historia era obra de Dios.
Incluso cuando la crema y nata de la nación fue exiliada a Babilonia y su monarquía destruida por completo.
Aún allí buscaron la mano de Dios en esta tragedia. 
De sus esperanzas destrozadas surgió una visión más pura,
más espiritual de lo que Yahveh los había destinado a ser.
Con el tiempo, vieron su exilio como el medio que Yahveh
usó para salvar también a los paganos.

Todavía veían su destino como glorioso, pero ahora desde una perspectiva más espiritual.
Como  dice Isaías, todas las naciones vendrán a adorar al verdadero Dios en Jerusalén.
Yahveh sacará algo bueno aún de la catástrofe que habían tenido que soportar,
y esto también tendría un efecto positivo en las naciones distintas a Israel.

Vivir en y con la verdad nos da un poder para la curación y la salvación.
La palabra y el lenguaje tienen gran poder e influyen en lo bueno y lo malo de nuestra experiencia humana y nuestra vida.

Hoy, Jesús nos invita a confrontar y entender la dura realidad de que nuestras decisiones personales
van a determinar nuestro destino eterno.

A veces, por así decirlo, nos relacionamos y conversamos con nosotros mismos
en el fondo de nuestra mente, en nuestra conciencia.
Procesamos nuestras esperanzas y temores o hacemos planes.

Relacionarse con Dios no significa dejar al margen todo este proceso, sino invitarlo a ser parte de él, estar con él,
pedirle su consejo, su guía, su ayuda, expresarle nuestro agradecimiento.
Dios está todo el día contigo, y puedes caminar con Dios, hablar con Dios, discernir su amoroso propósito para ti
en cada momento que pasa, puedes descansar en su presencia, incluso mientras  vives lo cotidiano.
Sin embargo, Dios no va a poseer tu alma a menos que tú desee sinceramente que Él lo haga.

Muchos de nosotros seguimos siendo "cristianos no convertidos," sin ver el significado de nuestras vidas.
Vivimos en el plano material, como la gente del Evangelio de hoy que comía y bebía con Jesús
y lo escuchaba predicar en sus calles, pero sin cambiar sus vidas.
Jesús advierte que tomarán los lugares de los originalmente llamados a la mesa del reino de Dios,
personas de toda raza, credo y cultura que vendrán del oriente y occidente, del norte y del sur.
Por eso, pidamos a Dios que nos ayude a entrar por la puerta estrecha,
a merecer la herencia reservada para nosotros desde el principio, a perseverar hasta el fin, a amar sin cansarnos.

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LECTURAS BÍBLICA EN LENGUAJE LATINOAMERICANO, Dom 21, C

Primera lectura: Is 66, 18-21
Esto dice el Señor:
"Yo vendré para reunir a las naciones de toda lengua.
Vendrán y verán mi gloria.
Pondré en medio de ellos un signo,
y enviaré como mensajeros a algunos de los supervivientes
hasta los países más lejanos y las islas más remotas,
que no han oído hablar de mí ni han visto mi gloria,
y ellos darán a conocer mi nombre a las naciones.

Así como los hijos de Israel
traen ofrendas al templo del Señor en vasijas limpias,
así también mis mensajeros traerán,
de todos los países, como ofrenda al Señor,
a los hermanos de ustedes a caballo, en carro, en literas,
en mulos y camellos, hasta mi monte santo de Jerusalén.
De entre ellos escogeré sacerdotes y levitas".
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Salmo Responsorial: Salmo 116, 1. 2 (Mc 16, 15) 

Que alaben al Señor todas las naciones,
que lo aclamen todos los pueblos.
R. Vayan por todo el mundo y prediquen el Evangelio.


Porque grande es su amor hacia nosotros
y su fidelidad dura por siempre.
R. Vayan por todo el mundo y prediquen el Evangelio.

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Segunda lectura: Heb 12, 5-7. 11-13

Hermanos:
Ya se han olvidado ustedes de la exhortación que Dios les dirigió, como a hijos,
diciendo: Hijo mío, no desprecies la corrección del Señor,
ni te desanimes cuando te reprenda. 

Porque el Señor corrige a los que ama, y da azotes a sus hijos predilectos. 
Soporten, pues, la corrección, porque Dios los trata como a hijos; 
¿y qué padre hay que no corrija a sus hijos?

Es cierto que de momento
ninguna corrección nos causa alegría, sino más bien tristeza. 
Pero después produce, en los que la recibieron, frutos de paz y de santidad.

Por eso, robustezcan sus manos cansadas y sus rodillas vacilantes; 
caminen por un camino plano,
para que el cojo ya no se tropiece, sino más bien se alivie.

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Aclamación antes del Evangelio: Jn 14, 6
R. Aleluya, aleluya.
Yo soy el camino, la verdad y la vida; nadie va al Padre, si no es por mí, dice el Señor.
R. Aleluya.

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Evangelio: Lc 13, 22-30
En aquel tiempo, Jesús iba enseñando por ciudades y pueblos, mientras se encaminaba a Jerusalén. Alguien le preguntó: 
"Señor, ¿es verdad que son pocos los que se salvan?"

Jesús le respondió: 
"Esfuércense en entrar por la puerta, que es angosta,
pues yo les aseguro que muchos tratarán de entrar y no podrán.

 Cuando el dueño de la casa se levante de la mesa
y cierre la puerta, ustedes se quedarán afuera y se pondrán a tocar la puerta,
diciendo: '¡Señor, ábrenos!' 
Pero él les responderá: 'No sé quiénes son ustedes'.

Entonces le dirán con insistencia: 'Hemos comido y bebido contigo y tú has enseñado en nuestras plazas'. 
Pero él replicará: 'Yo les aseguro que no sé quiénes son ustedes. Apártense de mí todos ustedes los que hacen el mal'. 

Entonces llorarán ustedes y se desesperarán, cuando vean a Abraham, a Isaac, a Jacob
y a todos los profetas en el Reino de Dios, y ustedes se vean echados fuera.

Vendrán muchos del oriente y del poniente, del norte y del sur, y participarán en el banquete del Reino de Dios. 
Pues los que ahora son los últimos, serán los primeros; y los que ahora son los primeros, serán los últimos".
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Oración:
Señor Dios, que unes a tus fieles en una sola voluntad;
concédenos amar lo que mandas y esperar lo que prometes,
para que, en la inestabilidad del mundo presente,
nuestros corazones estén firmes
donde se encuentra la alegría verdadera.

Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina
en la unidad del Espíritu Santo, Dios, por los siglos de los siglos.
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2da. Reflexión (opcional): Verdad y Sananción - Lc 13, 22-30
Hoy, Jesús nos invita a confrontar y entender la dura realidad de que nuestras decisiones personales van a determinar nuestro destino eterno.

Vivir en y con la verdad nos da un poder para la curación y la salvación. La palabra y el lenguaje tienen gran poder e influyen en lo bueno y lo malo de nuestra experiencia humana y nuestra vida.

La capacidad de hablar es quizás la habilidad más importante que hayamos aprendido, nos permite comunicarnos con otras personas. Pero las palabras son un arma de doble filo. Entre los adultos, las palabras pueden construir confianza, inspirar el idealismo, estimular la creatividad; pero también pueden romper una reputación, socavar un proyecto, o alienar a una comunidad. 

En todos los periódicos, canal de televisión o plataforma de medios sociales que encuentran evidencia concreta del poder del lenguaje para construir o destruir. En nuestra vida hemos experimentado para bien o mal el dinamismo de la palabra viva.

Decir la verdad no es simplemente decir lo que está en nuestra mente, muchas veces nuestras expresiones pueden ser y quedarse en lo subjetivo. Decir la verdad va más allá y debe mostrarnos la vida como realmente es, debe comunicar lo que en realidad hemos visto y experimentado.

La veracidad nos obliga a todos a aprendan y aceptar la vida
tal como realmente es, sin revestirla de exageraciones
o realidades ficticias de nuestra imaginación.

Cuando nos comunicamos, hablamos sobre personas reales, acontecimientos y eventos reales.
Una buena comunicación comparte de la manera más objetiva posible, nuestros puntos de vista sobre la vida, la forma cómo la vivimos
y también nos permite expresar nuestras cosas del espíritu.

Los hebreos tenían un profundo respeto por la verdad.
Ese respeto no era solo teórico, sino también práctico.
La palabra hebrea Emeth (אמת : "verdad," "firmeza," o "veracidad")
expresaba la idea básica de la verdad como: firme, estable, confiable y fiel.
La persona verdadera era la persona confiable, y hablaba con dignidad y seguridad.

En el Nuevo Testamento la palabra griega Alétheia (ἀλήθεια "Verdad" = 'lo que no está oculto, lo que es evidente', lo que es verdadero), es el concepto filosófico que se refiere a la sinceridad de los hechos y la realidad. Esta palabra también tiene un lugar importante porque expresa el desocultamiento del Ser. En lenguaje cristiano es la verdad de Cristo, es la verdad que salva.

Tenemos que promover el respeto de la verdad como un valor profundo y siempre presente. Necesitamos revivirlo en nuestras casas, escuelas, centros de trabajo y grupos parroquiales.

Sólo esa verdad es digna de comunicación. La gente debe saber si les estamos hablando sobre eventos reales o ficticios; debemos compartir, tan cierto como podamos, nuestros puntos de vista sobre la vida y las cosas del espíritu.

La mentira es lo contrario a la verdad. Cuando se vuelven una costumbre o un hábito, distorsiona la realidad, atenta contra la virtud de pensar y actuar honestamente, se pierde la confianza y destruye la integridad. Los niños dicen mentiras, a menudo más por miedo o por la incapacidad de enfrentar una situación difícil que por una intención deliberada de engañar. Sus mentiras son espontáneas, muchas veces hasta parecen inocentes, pero aun así no deben ser promovidas.

Ser una persona auténtica y veraz no es fácil. La veracidad requiere coraje, constancia, respeto por uno mismo y responsabilidad. La veracidad es una virtud del adulto sano y maduro. El adulto que dice mentiras se reduce, se aniña. Es triste reunirse con gente adulta que vive en un mundo de sueños y pintan imágenes falsas de sí mismos. Esta es una enfermedad de la que una persona se puede curar sólo si re-descubre la fuerza, el valor y la belleza de la verdad.

A veces, por así decirlo, nos relacionamos y conversamos con nosotros mismos en el fondo de nuestra mente, en nuestra conciencia. Procesamos nuestras esperanzas y temores o hacemos planes. Relacionarse con Dios no significa dejar al margen todo este proceso, sino invitarlo a ser parte de él, estar con él, pedirle su consejo, su guía, su ayuda, expresarle nuestro agradecimiento. Dios está todo el día contigo, y puedes caminar con Dios, hablar con Dios, discernir su amoroso propósito para ti en cada momento que pasa, puedes descansar en su presencia, incluso mientras vives lo cotidiano. Sin embargo, Dios no va a poseer tu alma a menos que tú desee sinceramente que Él lo haga.

Muchos de nosotros seguimos siendo "cristianos no convertidos," sin ver el significado de nuestras vidas. Vivimos en el plano material, como la gente del Evangelio de hoy que comía y bebía con Jesús y lo escuchaba predicar en sus calles, pero sin cambiar sus vidas. Jesús advierte que tomarán los lugares de los originalmente llamados a la mesa del reino de Dios, personas de toda raza, credo y cultura que vendrán del oriente y occidente, del norte y del sur. Por eso, pidamos a Dios que nos ayude a entrar por la puerta estrecha, a merecer la herencia reservada para nosotros desde el principio, a perseverar hasta el fin, a amar sin cansarnos.

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