jueves, 20 de octubre de 2022

TOC - Domingo 31 - En busca de Jesús - Lc 19, 1-9

De cualquier cosa que se diga sobre el publicano rico Zaqueo, que significa 'puro, inocente' sin duda lo que más destaca es que era un buscador, un indagador. En su capítulo 19, Lucas nos dice que "estaba ansioso por ver qué clase de hombre era Jesús." En su intento por conocer a Jesús, no le importaba literalmente, ir por las ramas, la rama de un árbol y de un sicomoro.

El Sicomoro era un árbol considerado sucio porque de sus frutos se alimentaban a los cerdos. Esto era considerado indigno y humillante para un hombre de su categoría. Sin avergonzarse, Zaqueo hace algo extravagante para ver a Jesús, para conocerlo. Como se lee también en Mateo 5:8 "Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios.", Zaqueo busca en su corazón conocer al verdadero Dios.

Pareciera que Lucas usa esta historia como paralelo simbólico de la cruz de Cristo. El árbol representa la cruz, lugar sucio e indigno donde va a ser crucificado el Cristo. Al subir al árbol para ver a Jesús, su orgullo fue crucificado. Desde allí Zaqueo fue capaz de ver la majestad de Dios en Jesús. (Él que “ve” a Jesús “ve” a Dios). En el curso de su investigación descubrió que quien buscaba era también buscado. "voy a quedarme en tu casa hoy", le dijo Jesús, el que vino a buscar y a salvar a los perdidos. Zaqueo el buscador, descubrió que era objeto de una búsqueda mayor.

Zaqueo cambia a causa del amor, la consecuencia de dejarse amar es convertirse en una nueva persona. Yo no debo agradar a Dios para ser amado por Él, porque sé que Él me ama es que yo debo cambiar. Esa es la dinámica que Jesús enseña a Zaqueo. Por eso, cuando Zaqueo le ofrece su hospitalidad a Jesús, también descubre que se le ofrecía a él una mayor hospitalidad, la hospitalidad de Dios a través de Jesús. "Hoy ha llegado la salvación a su casa, porque también éste es hijo de Abraham." 

A pesar del murmullo de la multitud, Jesús declara que este hombre pertenece al pueblo de Dios; que hay espacio para él en la mesa de Dios. La historia que acabamos de escuchar nos recuerda que nuestro movimiento hacia Dios siempre estará ensombrecido por el movimiento de Dios hacia nosotros. Cuando tomamos un pequeño paso hacia el Señor, descubrimos que Él ya ha dado un paso gigante hacia nosotros.
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Lecturas Bíblicas en Lenguaje Latinoamericano, Domingo 31, TOC
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Primera lectura:Lectura del libro de la Sabiduría (11,22–12,2):
Señor, delante de ti,
el mundo entero es como un grano de arena en la balanza,
como gota de rocío mañanero, que cae sobre la tierra.

Te compadeces de todos, y aunque puedes destruirlo todo,
aparentas no ver los pecados de los hombres, para darles ocasión de arrepentirse.
Porque tú amas todo cuanto existe y no aborreces nada de lo que has hecho;
pues si hubieras aborrecido alguna cosa, no la habrías creado.

¿Y cómo podrían seguir existiendo las cosas, si tú no lo quisieras?
¿Cómo habría podido conservarse algo hasta ahora,
si tú no lo hubieras llamado a la existencia?

Tú perdonas a todos, porque todos son tuyos, Señor, que amas la vida,
porque tu espíritu inmortal, está en todos los seres.

Por eso a los que caen, los vas corrigiendo poco a poco,
los reprendes y les traes a la memoria sus pecados,
para que se arrepientan de sus maldades y crean en ti, Señor.Palabra de Dios 
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Salmo Responsorial: Sal 144,1-2.8-9.10-11.13cd-14  

Te ensalzaré, Dios mío, mi rey; bendeciré tu nombre por siempre jamás.
Día tras día, te bendeciré y alabaré tu nombre por siempre jamás.
R/. Bendeciré tu nombre por siempre, Dios mío, mi rey.

El Señor es clemente y misericordioso, lento a la cólera y rico en piedad;
el Señor es bueno con todos, es cariñoso con todas sus criaturas.
R/. Bendeciré tu nombre por siempre, Dios mío, mi rey.

Que todas tus criaturas te den gracias, Señor, que te bendigan tus fieles;
que proclamen la gloria de tu reinado, que hablen de tus hazañas.
R/. Bendeciré tu nombre por siempre, Dios mío, mi rey. 

El Señor es fiel a sus palabras, bondadoso en todas sus acciones.
El Señor sostiene a los que van a caer, endereza a los que ya se doblan.
R/. Bendeciré tu nombre por siempre, Dios mío, mi rey.
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Segunda lectura: De la segunda carta del apóstol san Pablo a los Tesalonicenses (1,11–2,2):
Hermanos: Oramos siempre por ustedes, para que Dios los haga dignos de la vocación a la que los ha llamado,
y con su poder, lleve a efecto tanto los buenos propósitos que ustedes han formado, como lo que ya han emprendido por la fe.
Así glorificarán a nuestro Señor Jesús y él los glorificará a ustedes,
en la medida en que actúe en ustedes la gracia de nuestro Dios y de Jesucristo, el Señor.

Por lo que toca a la venida de nuestro Señor Jesucristo y a nuestro encuentro con él,
les rogamos que no se dejen perturbar tan fácilmente. No se alarmen ni por supuestas revelaciones,
ni por palabras o cartas atribuidas a nosotros, que los induzcan a pensar que el día del Señor es inminente.
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Evangelio Lc 19, 1-10
En aquel tiempo, Jesús entró en Jericó, y al ir atravesando la ciudad, sucedió que un hombre llamado Zaqueo, jefe de publicanos y rico, trataba de conocer a Jesús; pero la gente se lo impedía, porque Zaqueo era de baja estatura. Entonces corrió y se subió a un árbol para verlo cuando pasara por ahí. 

Al llegar a ese lugar, Jesús levantó los ojos y le dijo: "Zaqueo, bájate pronto, porque hoy tengo que hospedarme en tu casa".

Él bajó enseguida y lo recibió muy contento. Al ver esto, comenzaron todos a murmurar diciendo: "Ha entrado a hospedarse en casa de un pecador".
Zaqueo, poniéndose de pie, dijo a Jesús: "Mira, Señor, voy a dar a los pobres la mitad de mis bienes, y si he defraudado a alguien, le restituiré cuatro veces más". Jesús le dijo: "Hoy ha llegado la salvación a esta casa, porque también él es hijo de Abraham, y el Hijo del hombre ha venido a buscar y a salvar lo que se había perdido".
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Oración
Dios omnipotente y lleno de misericordia,
que concedes a tus fieles
celebrar dignamente esta liturgia de alabanza;
te pedimos que nos ayudes a caminar sin tropiezos
hacia los bienes prometidos.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo,
que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo,
y es Dios, por los siglos de los siglos.

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