sábado, 27 de agosto de 2022

TOC Domingo 26 - El Premio Eterno - Lc 16, 19-31

Cenicienta es un cuento de hadas con una moraleja parecida a nuestra parábola del evangelio. Ella comienza una vida pobre y oprimida, pero su estado cambia por su madrina y finalmente se convierte en la princesa de cuento de hadas.

Jesús usa un contraste para llevar a casa su mensaje. El nombre del pobre hombre da una idea de su actitud interior. Se le llama Lázaro, o en hebreo Eliezer, lo que significa que Dios ayudará. Es un mendigo que confía en el Señor. 

El hombre rico sin nombre es cualquiera que ignora con dureza toda la miseria humana. El hombre rico tiene comida lujosa y un lujoso guardarropa.
No se menciona la culpa, porque le había hecho mal al otro.
Simplemente ignora el hecho de que a las afueras de su puerta hay un hombre pobre en harapos y hambrientos. Ni siquiera se le ofrecieron los restos de comida que cayeron de la mesa del hombre rico. El hombre rico claramente pecó por omisión.

Lázaro va al cielo y toma el sol en compañía de Abraham, el amigo de Dios. 
El pobre, cuya pobreza había sido malinterpretada como castigo por sus pecado, 
es bienvenido por los ángeles al Paraíso. 
El hombre rico desciende al oscuro vacío de la tumba. 

La explicación podría centrarse en la rendición final de cuentas, el juicio final que nivelará todas las injusticias.
Podría instar a la necesidad de cuidar a los pobres en nuestras propias puertas, que reclaman una vida mejor. 

El hombre rico no negó la existencia de Lázaro, simplemente lo ignoró o aceptó la drástica desigualdad como normalidad. 

En los países más ricos, impulsados ​​por los medios de comunicación para equilibrar sus presupuestos internos,
puede haber una mentalidad de avestruz que ignora las necesidades del mundo en desarrollo. 

La promesa de la vida después de la muerte
no debe usarse como anestésico para mitigar la necesidad de trabajar por la justicia en el mundo real.

Podríamos interpretarla partiendo del estado del hombre rico en Hades. 
Ha caído de su posición privilegiada real como hijo de Abraham. 
El hombre rico realmente no escuchó el mensaje de los profetas. 
Abraham dice que los cinco hermanos no podrán cambiar su forma de vida si no lo hacen escuchando la palabra de Dios. 

Podemos ver aquí la falsedad de las devociones etéreas que enfatizan lo extraordinario pero ignoran las implicaciones sociales del verdadero evangelio. 

Cada comunidad debe ver las desigualdades que tenemos y mantenemos.
Ésta parábola debe desafiar nuestras seguridades y comodidades, a darle la importancia debida a los ignorados.
Debe ayudarnos a incluir a los excluidos para que con justicia prediquemos este evangelio de justicia en la fe.
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Lecturas Bíblicas en Lenguaje Latinoamericano - TOC - Domingo 26 

Primera lectura: Am 6, 1. 4-7
Esto dice el Señor todopoderoso:
"¡Ay de ustedes, los que se sienten seguros en Sión
y los que ponen su confianza en el monte sagrado de Samaria!
Se reclinan sobre divanes adornados con marfil, se recuestan sobre almohadones
para comer los corderos del rebaño y las terneras en engorda.
Canturrean al son del arpa, creyendo cantar como David.
Se atiborran de vino, se ponen los perfumes más costosos,
pero no se preocupan por las desgracias de sus hermanos.

Por eso irán al destierro a la cabeza de los cautivos y se acabará la orgía de los disolutos".
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Salmo Responsorial: Salmo 145, 7. 8-9a. 9bc-10 (1b)
El Señor siempre es fiel a su palabra, y es quien hace justicia al oprimido;
él proporciona pan a los hambrientos y libera al cautivo.
R. Alabemos al Señor, que viene a salvarnos.
Abre el Señor los ojos de los ciegos y alivia al agobiado.
Ama el Señor al hombre justo y toma al forastero a su cuidado.
R. Alabemos al Señor, que viene a salvarnos.
A la viuda y al huérfano sustenta y trastorna los planes del inicuo.
Reina el Señor eternamente, reina tu Dios, oh Sión, reina por siglos.
R. Alabemos al Señor, que viene a salvarnos.
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Segunda lectura: 1 Tm 6, 11-16
Hermano: Tú, como hombre de Dios, lleva una vida de rectitud, piedad, fe, amor, paciencia y mansedumbre.
Lucha en el noble combate de la fe, conquista la vida eterna a la que has sido llamado
y de la que hiciste tan admirable profesión ante numerosos testigos.

Ahora, en presencia de Dios, que da vida a todas las cosas, y de Cristo Jesús,
que dio tan admirable testimonio ante Poncio Pilato, te ordeno que cumplas fiel e irreprochablemente,
todo lo mandado, hasta la venida de nuestro Señor Jesucristo, la cual dará a conocer a su debido tiempo Dios,
el bienaventurado y único soberano, rey de los reyes y Señor de los señores,
el único que posee la inmortalidad, el que habita en una luz inaccesible
y a quien ningún hombre ha visto ni puede ver. A él todo honor y poder para siempre.
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Aclamación antes del Evangelio: 2 Cor 8, 9
R.
Aleluya, aleluya.
Jesucristo, siendo rico, se hizo pobre, para enriquecernos con su pobreza.
R. Aleluya.
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Evangelio: Lc 16, 19-31
En aquel tiempo, Jesús dijo a los fariseos: "Había un hombre rico, que se vestía de púrpura y telas finas y banqueteaba espléndidamente cada día. Y un mendigo, llamado Lázaro, yacía a la entrada de su casa, cubierto de llagas y ansiando llenarse con las sobras que caían de la mesa del rico. Y hasta los perros se acercaban a lamerle las llagas.

Sucedió, pues, que murió el mendigo y los ángeles lo llevaron al seno de Abraham. Murió también el rico y lo enterraron. Estaba éste en el lugar de castigo, en medio de tormentos, cuando levantó los ojos y vio a lo lejos a Abraham y a Lázaro junto a él.

Entonces gritó: 'Padre Abraham, ten piedad de mí. Manda a Lázaro que moje en agua la punta de su dedo y me refresque la lengua, porque me torturan estas llamas'. 

Pero Abraham le contestó: 'Hijo, recuerda que en tu vida recibiste bienes y Lázaro, en cambio, males. 
Por eso él goza ahora de consuelo, mientras que tú sufres tormentos. 
Además, entre ustedes y nosotros se abre un abismo inmenso, que nadie puede cruzar, ni hacia allá ni hacia acá'.

El rico insistió: 'Te ruego, entonces, padre Abraham, que mandes a Lázaro a mi casa, 
pues me quedan allá cinco hermanos, para que les advierta y no acaben también ellos en este lugar de tormentos'. 
Abraham le dijo: 'Tienen a Moisés y a los profetas; que los escuchen'. 
Pero el rico replicó: 'No, padre Abraham. Si un muerto va a decírselo, entonces sí se arrepentirán'. 
Abraham repuso: 'Si no escuchan a Moisés y a los profetas, 
no harán caso, ni aunque resucite un muerto'".
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TOC - Domingo 25 - No hay bolsillos en una mortaja - Lc 16, 1-13

"El amor al dinero es la raíz de todo mal", decía San Pablo. No llamó al dinero en sí mismo la raíz de todo mal, sino más bien el amor al dinero.

Por supuesto, se necesita dinero para poder ser usado como medio de intercambio de bienes en toda sociedad organizada. Pero una persona puede convertirse en su esclava a través del amor excesivo al dinero. Puede convertirse en un sustituto de Dios en la vida de uno. 

En la obra teatral de George Bernard Shaw, "Mayor Barbara", se le pregunta al rico industrial cuál era su religión, y él respondió: "Ser millonario. ¡Esa es mi religión! ", pero la vida es mucho más preciosa que el dinero que tenemos, la comida que comemos o la ropa que usamos. Las posesiones solo nos son prestadas, y con el tiempo debemos dejarlas atrás. "Desnudo salí del vientre de mi madre" (Job 1:21), "y desnudo volveré; el Señor dio, y el Señor ha quitado ".

La parábola del administrador injusto es sobre el uso justo y justo del dinero. Rara vez se adquiere una gran riqueza personal sin alguna práctica aguda, por lo que Jesús considera que el dinero está contaminado de alguna manera. Las leyes y estructuras de la sociedad todavía parecen no atender tanto al bien común como al beneficio de los pocos ricos y privilegiados. Debemos tener en cuenta las palabras de Jesús: "Bienaventurados los pobres de espíritu, bendecidos los misericordiosos, bendecidos los que luchan por la justicia". Esto trae el verdadero cumplimiento y la mayor recompensa de todos, la amistad de Dios para todos. eternidad. En el fondo, sabemos que no hay bolsillos en una mortaja.
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Lecturas Bíblicas en Lenguaje Latinoamericano - TOC 25

Primera lectura: Am 8, 4-7
Escuchen esto los que buscan al pobre sólo para arruinarlo y andan diciendo:
“¿Cuándo pasará el descanso del primer día del mes para vender nuestro trigo,
y el descanso del sábado para reabrir nuestros graneros?”
Disminuyen las medidas, aumentan los precios, alteran las balanzas,
obligan a los pobres a venderse; por un par de sandalias los compran
y hasta venden el salvado como trigo.

El Señor, gloria de Israel, lo ha jurado: “No olvidaré jamás ninguna de estas acciones”.
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Salmo Responsorial: Salmo 112, 1-2. 4-6. 7-8 (cf. 1a y 7b) 
Bendita sea el Señor, alábenlo sus siervos.
Bendito sea el Señor, desde ahora y para siempre.
R.  Que alaben al Señor todos sus siervos.
Dios está sobre todos las naciones, su gloria por encima de los cielos.
¿Quién hay como el Señor? ¿Quién iguala al Dios nuestro?
R.  Que alaben al Señor todos sus siervos.
El tiene en las alturas su morada y sin embargo de esto,
bajar se digna su mirada para ver tierra y cielo.
R.  Que alaben al Señor todos sus siervos.
El levanta del polvo al desvalido y saca al indigente del estiércol
para hacerlo sentar entre los grandes, los jefes de su pueblo.
R.  Que alaben al Señor todos sus siervos.
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Segunda lectura: 1 Tm 2, 1-8
Te ruego, hermano, que ante todo se hagan oraciones, plegarias, súplicas y acciones de gracias por todos los hombres, y en particular, por los jefes de Estado y las demás autoridades, para que podamos llevar una vida tranquila y en paz, entregada a Dios y respetable en todo sentido.

Esto es bueno y agradable a Dios, nuestro salvador, pues él quiere que todos los hombres se salven y todos lleguen al conocimiento de la verdad, porque no hay sino un solo Dios y un solo mediador entre Dios y los hombres, Cristo Jesús, hombre él también, que se entregó como rescate por todos.

Él dio testimonio de esto a su debido tiempo y de esto yo he sido constituido, digo la verdad y no miento, pregonero y apóstol para enseñar la fe y la verdad.

Quiero, pues, que los hombres, libres de odios y divisiones, hagan oración dondequiera que se encuentren, levantando al cielo sus manos puras.
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Aclamación antes del Evangelio: 2 Cor 8, 9
R. Aleluya, aleluya.
Jesucristo, siendo rico, se hizo pobre, para enriquecernos con su pobreza.
R. Aleluya. 
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Evangelio: Lc 16, 1-13
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Había una vez un hombre rico que tenía un administrador, el cual fue acusado ante él de haberle malgastado sus bienes. Lo llamó y le dijo: ‘¿Es cierto lo que me han dicho de ti? Dame cuenta de tu trabajo, porque en adelante ya no serás administrador’.

Entonces el administrador se puso a pensar: ‘¿Que voy a hacer ahora que me quitan el trabajo? No tengo fuerzas para trabajar la tierra y me da vergüenza pedir limosna. Ya sé lo que voy a hacer, para tener a alguien que me reciba en su casa, cuando me despidan’.

Entonces fue llamando uno por uno a los deudores de su amo. Al primero le preguntó: ‘¿Cuánto le debes a mi amo?’ El hombre respondió: ‘Cien barriles de aceite’. El administrador le dijo: ‘Toma tu recibo, date prisa y haz otro por cincuenta’. Luego preguntó al siguiente: ‘Y tú, ¿cuánto debes?’ Éste respondió: ‘Cien sacos de trigo’. El administrador le dijo: ‘Toma tu recibo y haz otro por ochenta’.

El amo tuvo que reconocer que su mal administrador había procedido con habilidad. Pues los que pertenecen a este mundo son más hábiles en sus negocios, que los que pertenecen a la luz.

Y yo les digo: Con el dinero, tan lleno de injusticias, gánense amigos que, cuando ustedes mueran, los reciban en el cielo.

El que es fiel en las cosas pequeñas, también es fiel en las grandes; y el que es infiel en las cosas pequeñas, también es infiel en las grandes. Si ustedes no son fieles administradores del dinero, tan lleno de injusticias, ¿quién les confiará los bienes verdaderos? Y si no han sido fieles en lo que no es de ustedes, ¿quién les confiará lo que sí es de ustedes?

No hay criado que pueda servir a dos amos, pues odiará a uno y amará al otro, o se apegará al primero y despreciará al segundo. En resumen, no pueden ustedes servir a Dios y al dinero’’.
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O bien: Lc 16, 10-13
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: El que es fiel en las cosas pequeñas, también es fiel en las grandes; y el que es infiel en las cosas pequeñas, también es infiel en las grandes. Si ustedes no son fieles administradores del dinero, tan lleno de injusticias, ¿quién les confiará los bienes verdaderos? Y si no han sido fieles en lo que no es de ustedes, ¿quién les confiará lo que sí es de ustedes?

No hay criado que pueda servir a dos amos, pues odiará a uno y amará al otro, o se apegará al primero y despreciará al segundo. En resumen, no pueden ustedes servir a Dios y al dinero’’.
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TOC - Domingo 24 - ¿Vengarse o Perdonar? - Lc 15:1-32

A la mayoría nos resulta difícil olvidar los daños que nos han causado. A veces, el incidente fue deliberado, a veces involuntario. 

Muchas veces, vamos por la vida guardando rencores, siendo desgraciados porque no podemos olvidar ni curamos el pasado; negándonos a sanar las heridas y a liberarnos de las cosas pasadas que ocurrieron hace años. Al actuar así, imaginamos un Dios que también actúa de esta manera.
Imaginamos a Dios como quien sólo espera algún día ajustar cuentas con nosotros. 

Porque nosotros podemos ser vengativos, proyectamos esta actitud hacia Dios.

Cuando leemos la historia de Moisés en el Antiguo Testamento, pareciera que el pueblo Hebreo creyó en ese tipo de Dios. Incluso suena como si cuando la gente cayó en la idolatría y adoraron al becerro de oro, Moisés es más misericordioso que Dios porque sólo a causa de la oración de Moisés Dios apartó su ira y dio a su pueblo otra oportunidad para llegar a la tierra prometida.

Jesús nos presenta una imagen de Dios completamente diferente. No es más un Dios enojado esperando para juzgarnos con dureza. Jesús presenta más bien un Dios que está cerca de nosotros, y nos quiere cerca de él. El verdadero Dios es como el padre amoroso que ha perdido un hijo, y no descansa hasta que el hijo esté en casa a salvo.

En el mundo de hoy, el espíritu de odio, ira y venganza están vivo y actuando. Lo vemos en la trágica guerra civil que todavía hace estragos en Siria, lo vemos también en otros lugares, armas de fuego y armas de destrucción masiva se usan en los que se consideran enemigos. Se almacenan armas químicas, otros tienen tantas armas nucleares de disuasión nuclear como para destruir todo el planeta. 

Los políticos hablan de propagar la democracia, pero están dispuestos a hacer llover destrucción desde su seguro refugio que le dan sus aviones no tripulados y drones.

El perdón está muy bien cuando somos nosotros quienes lo pedimos. Pero ¿cómo reaccionamos cuando el perdón se extiende a los demás? El padre de la parábola lanza una gran fiesta, su bulla puede ser oída en los campos. ¿Estamos preparados para unirnos a la celebración, si podemos alcanzar la paz sin buscar venganza o golpes punitivos? O somos como el hosco hermano mayor que se resiente por la fiesta que celebra el regreso de su irresponsable hermano más joven?

Por qué nos resulta difícil aceptar que Dios ofrece su misericordia a todo el mundo, sin importar su vida pasada? El evangelio de hoy dice que aunque pensemos que no se la merece, Dios nunca lo hace. Si queremos ser verdaderamente cristianos, debemos cambiar nuestras actitudes hacia otras personas, y verlas como Dios lo hace, con los ojos de la comprensión y la misericordia.

La historia del hijo pródigo en realidad no tiene ninguna conclusión clara. 
No sabemos si el hermano mayor entró en la casa para unirse a las celebraciones, o si se quedó fuera, hirviendo de cólera. 
No hay un final, porque no es sólo una historia, es un desafío para cada uno de nosotros. 

¿Cómo terminaríamos la historia? ¿Entrarías o permanecerías fuera?_____________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________

Lecturas Bíblicas en Lenguaje Latinoamericano - TOC 24 domingo

Primera lectura: Ex 32, 7-11. 13-14
En aquellos días, dijo el Señor a Moisés: "Anda, baja del monte, porque tu pueblo, el que sacaste de Egipto, se ha pervertido. No tardaron en desviarse del camino que yo les había señalado. Se han hecho un becerro de metal, se han postrado ante él y le han ofrecido sacrificios y le han dicho: 'Éste es tu Dios, Israel; es el que te sacó de Egipto' ".

El Señor le dijo también a Moisés: "Veo que éste es un pueblo de cabeza dura. Deja que mi ira se encienda contra ellos hasta consumirlos. De ti, en cambio, haré un gran pueblo".

Moisés trató de aplacar al Señor, su Dios, diciéndole: "¿Por qué ha de encenderse tu ira, Señor, contra este pueblo que tú sacaste de Egipto con gran poder y vigorosa mano? Acuérdate de Abraham, de Isaac y de Jacob, siervos tuyos, a quienes juraste por ti mismo, diciendo: 'Multiplicaré su descendencia como las estrellas del cielo y les daré en posesión perpetua toda la tierra que les he prometido' ".  Y el Señor renunció al castigo con que había amenazado a su pueblo.
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Salmo Responsorial: Salmo 50, 3-4. 12-13. 17 y 19 (Lc 15, 18)
Por tu inmensa compasión y misericordia, Señor, apiádate de mí olvida mis ofensas.
Lávame bien de todos mis delitos y purifícame de mis pecados.
R.  Me levantaré y volveré a mi padre.
Crea en mí, Señor, un corazón puro, un espíritu nuevo para cumplir tus mandamientos.
No me arrojes, Señor, lejos de ti, ni retires de mí tu santo espíritu..
R.  Me levantaré y volveré a mi padre.
Señor, abre mis labios y cantará mi boca tu alabanza.
Un corazón contrito te presento y a un corazón contrito, tú nunca lo desprecias.
R.
  Me levantaré y volveré a mi padre.
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Segunda lectura: 1 Tm 1, 12-17
Querido hermano: Doy gracias a aquel que me ha fortalecido, a nuestro Señor Jesucristo, por haberme considerado digno de confianza al ponerme a su servicio, a mí, que antes fui blasfemo y perseguí a la Iglesia con violencia; pero Dios tuvo misericordia de mí, porque en mi incredulidad obré por ignorancia y la gracia de nuestro Señor se desbordó sobre mí al darme la fe y el amor que provienen de Cristo Jesús.

Puedes fiarte de lo que voy a decirte y aceptarlo sin reservas: que Cristo Jesús vino a este mundo a salvar a los pecadores, de los cuales yo soy el primero. Pero Cristo Jesús me perdonó, para que fuera yo el primero en quien él manifestara toda su generosidad y sirviera yo de ejemplo a los que habrían de creer en él, para obtener la vida eterna. Al rey eterno, inmortal, invisible, único Dios, honor y gloria por los siglos de los siglos. Amén.
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Aclamación antes del Evangelio: 2 Cor 5, 19
R.
Aleluya, aleluya.
Dios ha reconciliado consigo al mundo, por medio de Cristo,
y nos ha encomendado a nosotros el mensaje de la reconciliación.
R. Aleluya.

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Evangelio: Lc 15, 1-32
En aquel tiempo, se acercaban a Jesús los publicanos y los pecadores a escucharlo; por lo cual los fariseos y los escribas murmuraban entre sí: "Éste recibe a los pecadores y come con ellos".

Jesús les dijo entonces esta parábola: "¿Quién de ustedes, si tiene cien ovejas y se le pierde una, no deja las noventa y nueve en el campo y va en busca de la que se le perdió hasta encontrarla? Y una vez que la encuentra, la carga sobre sus hombros, lleno de alegría, y al llegar a su casa, reúne a los amigos y vecinos y les dice: 'Alégrense conmigo, porque ya encontré la oveja que se me había perdido'. Yo les aseguro que también en el cielo habrá más alegría por un pecador que se arrepiente, que por noventa y nueve justos, que no necesitan arrepentirse.

¿Y qué mujer hay, que si tiene diez monedas de plata y pierde una, no enciende luego una lámpara y barre la casa y la busca con cuidado hasta encontrarla? Y cuando la encuentra, reúne a sus amigas y vecinas y les dice: 'Alégrense conmigo, porque ya encontré la moneda que se me había perdido'. Yo les aseguro que así también se alegran los ángeles de Dios por un solo pecador que se arrepiente".

También les dijo esta parábola: "Un hombre tenía dos hijos, y el menor de ellos le dijo a su padre: 'Padre, dame la parte que me toca de la herencia'. Y él les repartió los bienes.

No muchos días después, el hijo menor, juntando todo lo suyo, se fue a un país lejano y allá derrochó su fortuna, viviendo de una manera disoluta. Después de malgastarlo todo, sobrevino en aquella región una gran hambre y él empezó a pasar necesidad. Entonces fue a pedirle trabajo a un habitante de aquel país, el cual lo mandó a sus campos a cuidar cerdos. Tenía ganas de hartarse con las bellotas que comían los cerdos, pero no lo dejaban que se las comiera.

Se puso entonces a reflexionar y se dijo: '¡Cuántos trabajadores en casa de mi padre tienen pan de sobra, y yo, aquí, me estoy muriendo de hambre! Me levantaré, volveré a mi padre y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo. Recíbeme como a uno de tus trabajadores'.

Enseguida se puso en camino hacia la casa de su padre. Estaba todavía lejos, cuando su padre lo vio y se enterneció profundamente. Corrió hacia él, y echándole los brazos al cuello, lo cubrió de besos. El muchacho le dijo: 'Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo'.

Pero el padre les dijo a sus criados: '¡Pronto!, traigan la túnica más rica y vístansela; pónganle un anillo en el dedo y sandalias en los pies; traigan el becerro gordo y mátenlo. Comamos y hagamos una fiesta, porque este hijo mío estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y lo hemos encontrado'.
Y empezó el banquete.

El hijo mayor estaba en el campo, y al volver, cuando se acercó a la casa, oyó la música y los cantos. Entonces llamó a uno de los criados y le preguntó qué pasaba. Éste le contestó: 'Tu hermano ha regresado, y tu padre mandó matar el becerro gordo, por haberlo recobrado sano y salvo'. El hermano mayor se enojó y no quería entrar.

Salió entonces el padre y le rogó que entrara; pero él replicó: '¡Hace tanto tiempo que te sirvo, sin desobedecer jamás una orden tuya, y tú no me has dado nunca ni un cabrito para comérmelo con mis amigos! Pero eso sí, viene ese hijo tuyo, que despilfarró tus bienes con malas mujeres, y tú mandas matar el becerro gordo'.

El padre repuso: 'Hijo, tú siempre estás conmigo y todo lo mío es tuyo. Pero era necesario hacer fiesta y regocijarnos, porque este hermano tuyo estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y lo hemos encontrado' ".

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O bien: Lc 15, 1-10

En aquel tiempo, se acercaban a Jesús los publicanos y los pecadores a escucharlo; por lo cual los fariseos y los escribas murmuraban entre sí: "Éste recibe a los pecadores y come con ellos".

Jesús les dijo entonces esta parábola: "¿Quién de ustedes, si tiene cien ovejas y se le pierde una, no deja las noventa y nueve en el campo y va en busca de la que se le perdió hasta encontrarla? Y una vez que la encuentra, la carga sobre sus hombros, lleno de alegría y al llegar a su casa, reúne a los amigos y vecinos y les dice: 'Alégrense conmigo, porque ya encontré la oveja que se me había perdido'. Yo les aseguro que también en el cielo habrá más alegría por un pecador que se arrepiente, que por noventa y nueve justos, que no necesitan arrepentirse.

¿Y qué mujer hay, que si tiene diez monedas de plata y pierde una, no enciende luego una lámpara y barre la casa y la busca con cuidado hasta encontrarla? Y cuando la encuentra, reúne a sus amigas y vecinas y les dice: 'Alégrense conmigo, porque ya encontré la moneda que se me había perdido'. Yo les aseguro que así también se alegran los ángeles de Dios por un solo pecador que se arrepiente".

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TOC - Domingo 23 - Una Planificación Responsable - Lc 14, 25-33

Las parábolas de Jesús son muchas, pero su enseñanza sigue siendo la misma:
cualquiera que comienza un proyecto importante
sin saber si tiene los medios y la energía para la tarea,
corre el riesgo de terminar con un lío en sus manos.

Ningún agricultor comienza a construir
una torre de vigilancia para su viñedo,
sin antes calcular lo que requiere el trabajo.
Si el proyecto queda inacabado, quedará en ridículo ante sus vecinos.
Ningún gobernante irá a la guerra contra un enemigo poderoso
sin antes calcular las posibilidades de la victoria final.

A primera vista, esto parece recomendar una prudencia
una cautela alejadas de la osadía que suele pedir a sus seguidores.
Pero ese no es realmente el mensaje de esas comparaciones.
La misión que da a sus seguidores es tan importante
que nadie debe comprometerse con ella sin discernimiento. 
Jesús llama a una reflexión madura.
Los dos protagonistas de las parábolas deben sentarse a reflexionar. 

Necesitamos sentarnos y ordenar nuestros pensamientos, reflexionar juntos y decidir el camino a seguir.
Necesitamos más escucha del Evangelio juntos, para descubrir la llamada de Dios hoy,
para despertar carismas y cultivar un estilo renovado de seguimiento de Jesús.

En nuestros tiempos estamos viviendo un gran cambio sociocultural.
No podemos difundir la fe en esta nueva fase de nuestro mundo,
sin conocerla bien y comprenderla desde dentro.
¿Qué acceso al Evangelio podemos ofrecer, si despreciamos o ignoramos el pensamiento,
los sentimientos y el lenguaje de nuestro tiempo? 

No podemos responder a los desafíos de hoy con las estrategias de ayer.
Es imprudente actuar sin reflexión.
Nos estaríamos exponiendo a la frustración, al ridículo o incluso al desastre. 

Según la parábola, la «torre inacabada» provocó la burla de su constructor.
Recordad el lenguaje reflexivo de Jesús,
invitando a sus discípulos a ser «levadura» en medio de la gente, o una pizca de «sal»
que da nuevo sabor a la vida de las personas.
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Lecturas en lenguaje Latinoamericano: TOC - XXIII Domingo Ordinario

Primera lectura: Sab 9, 13-19
¿Quién es el hombre que puede conocer los designios de Dios?
¿Quién es el que puede saber lo que el Señor tiene dispuesto?
Los pensamientos de los mortales son inseguros y sus razonamientos pueden equivocarse,
porque un cuerpo corruptible hace pesada el alma y el barro de que estamos hechos entorpece el entendimiento.

Con dificultad conocemos lo que hay sobre la tierra
y a duras penas encontramos lo que está a nuestro alcance.

¿Quién podrá descubrir lo que hay en el cielo?
¿Quién conocerá tus designios, si tú no le das la sabiduría,
enviando tu santo espíritu desde lo alto?

Sólo con esa sabiduría lograron los hombres enderezar sus caminos y conocer lo que te agrada.
Sólo con esa sabiduría se salvaron, Señor, los que te agradaron desde el principio.

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Salmo Responsorial: Salmo 89, 3-4. 5-6. 12-13. 14 y 17 (1)

Tú haces volver al polvo a los humanos,
Diciendo a los mortales que retornen.
Mil años para ti son como un día
que ya pasó; como una breve noche.
R. Tú eres, Señor, nuestro refugio.

Nuestra vida es tan breve como un sueño;
Semejante a la hierba,
que despunta y florece en la mañana
y por la tarde se marchita y se seca.
R. Tú eres, Señor, nuestro refugio.

Enséñanos a ver lo que es la vida y seremos sensatos.
¿Hasta cuando, Señor, vas a tener
compasión de tus siervos? ¿Hasta cuando?
R. Tú eres, Señor, nuestro refugio.

Llénanos de tu amor por la mañana
y júbilo será la vida toda.
Haz, Señor, que tus siervos y sus hijos,
puedan mirar tus obras y tu gloria.
R. Tú eres, Señor, nuestro refugio.
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Segunda lectura: Fmn 9-10. 12-17
Querido hermano: Yo, Pablo, ya anciano y ahora, además, prisionero por la causa de Cristo Jesús,
quiero pedirte algo en favor de Onésimo, mi hijo, a quien he engendrado para Cristo aquí, en la cárcel.

Te lo envío. Recíbelo como a mí mismo.
Yo hubiera querido retenerlo conmigo,
para que en tu lugar me atendiera, mientras estoy preso por la causa del Evangelio.

Pero no he querido hacer nada sin tu consentimiento,
para que el favor que me haces no sea como por obligación, sino por tu propia voluntad.

Tal vez él fue apartado de ti por un breve tiempo, a fin de que lo recuperaras para siempre,
pero ya no como esclavo, sino como algo mejor que un esclavo, como hermano amadísimo.
Él ya lo es para mí. ¡Cuánto más habrá de serlo para ti,
no sólo por su calidad de hombre, sino de hermano en Cristo!
Por tanto, si me consideras como compañero tuyo, recíbelo como a mí mismo.

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Aclamación antes del Evangelio: Sal 118, 135
R.
Aleluya, aleluya.
Señor, mira benignamente a tus siervos y enséñanos a cumplir tus mandamientos.
R. Aleluya.

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Evangelio: Lc 14, 25-33
En aquel tiempo, caminaba con Jesús una gran muchedumbre
y él, volviéndose a sus discípulos, les dijo:
"Si alguno quiere seguirme y no me prefiere a su padre y a su madre, a su esposa y a sus hijos,
a sus hermanos y a sus hermanas, más aún, a sí mismo, no puede ser mi discípulo.
Y el que no carga su cruz y me sigue, no puede ser mi discípulo.

Porque, ¿quién de ustedes, si quiere construir una torre,
no se pone primero a calcular el costo, para ver si tiene con qué terminarla?
No sea que, después de haber echado los cimientos, no pueda acabarla y todos los que se enteren
comiencen a burlarse de él, diciendo: 'Este hombre comenzó a construir y no pudo terminar'.

¿O qué rey que va a combatir a otro rey, no se pone primero a considerar
si será capaz de salir con diez mil soldados al encuentro del que viene contra él con veinte mil?
Porque si no, cuando el otro esté aún lejos, le enviará una embajada para proponerle las condiciones de paz.

Así pues, cualquiera de ustedes que no renuncie a todos sus bienes, no puede ser mi discípulo''.
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REFLEXIÓN ALTERNATIVA


Domingo 23vo. - Como Dios Trata a Sus Amigos
Los caminos de Dios son misteriosos, y nuestra incapacidad para entenderlos
se enfatiza en la lectura de hoy del libro de la Sabiduría, y si consideráramos el mensaje de las otras dos lecturas,
deberíamos preguntarnos, ¿por qué San Pablo debe sufrir, si ha dedicado la mayor parte de su vida
a la difusión del evangelio de Cristo, termina prisionero en cadenas, seguido por la muerte por violencia.
O bien, ¿por qué, como dice el evangelio, que para ser discípulos de Cristo debemos llevar una cruz?

Una y otra vez, en nuestro camino por la vida, nos encontramos con el misterio del sufrimiento,
el misterio del camino de la cruz que Cristo nos llama a recorrer.

Una de las santas que sufrió todos sus días y que, a pesar de ello, llevó una vida muy activa,
sin dejarse vencer nunca por sus tribulaciones, fue santa Teresa de Ávila, fundadora de las Carmelitas Descalzas.
Era una persona extraordinaria, que unía la santidad mística y sublime con la sensatez y el humor prácticos.
Cuando escuchó que su colaborador cercano, San Juan de la Cruz, fue encarcelado
y era castigado como un renegado de la Orden Carmelita, escribió: “Dios tiene una forma terrible de tratar a sus amigos,
y en verdad no les hace ningún mal, ya que así trató a su propio Hijo, Jesucristo.”

Entonces, si Cristo, el Santísimo Hijo de Dios, se sometió al sufrimiento y a la muerte,
entonces nosotros, sus siervos, no podemos esperar ser tratados de manera diferente a nuestro Maestro.
Y esto nos lo afirma categóricamente. “El que no carga su cruz y viene en pos de mí, no puede ser mi discípulo”.

No imaginemos a Dios como quien se deleita impíamente en ver sufrir a sus hijos.
Si ningún padre terrenal digno de ese nombre adoptaría tal actitud,
cuánto más nuestro Padre celestial,
que envió a su Hijo para mostrarnos su amor, hasta el punto de sacrificarse por nosotros.

Esto plantea la pregunta, ¿por qué Cristo, en cumplimiento de la voluntad del Padre, tuvo que sufrir?
De hecho, ¿por qué cualquiera de nosotros debería sufrir?
Podemos abordar el problema de otra manera diciendo que todos los sufrimientos,
especialmente los asociados con la muerte, son una evidencia concreta del misterio del mal,
nuestra tendencia a trastornar el propósito de Dios, en otras palabras, a cometer pecado.
Al final de la historia de la creación en Génesis (1:31), se nos dice que
“Dios vio todo lo que había hecho y verdaderamente era bueno”.

Por lo tanto, podemos decir que todo es verdaderamente bueno en la medida en que sirve al propósito de Dios.
Es deslumbrantemente obvio que, tanto física como moralmente,
el mundo no es del todo bueno. El culpable es el pecado, que no sólo es
la raíz de todos los males, sino cuya misma existencia ahora muchos niegan.

En los evangelios nunca se sugieren que Jesús quería el sufrimiento por sí mismo.
Su oración en Getsemaní fue: “Padre, si es posible, pase de mí este cáliz”
(Mt 26,39).
Pero el ejemplo de Jesús, así como el de su madre sin pecado,
nos muestra que es imposible, incluso para las personas justas y virtuosas,
evitar el sufrimiento y los efectos del pecado en el mundo.

Cuando Pablo le rogó a Dios que lo curara de sus dolencias,
la respuesta que obtuvo fue: “Mi gracia es todo lo que necesitas”.
(2 Cor 12, 9s).
Luego escribió: “Con gusto sufro por ustedes, y en mi cuerpo hago lo que puedo
para suplir todo lo que aún tiene que sufrir Cristo por su cuerpo, que es la Iglesia”
(Col 1, 24).

TOC - Domingo 22 - Dejando de lado el orgullo - Lc 14, 1. 7-14

El orgullo rige en el mundo.
La cultura empresarial actual nos forma en la asertividad,
el mercadeo agresivo y la superioridad general.
La modestia, la amabilidad y el respeto por las personas pobres
parecer ser de una época más amable, un mundo pasado.
La jerarquía en la iglesia, en el estado, en el trabajo o en la recreación, es muy apreciada.

Como en el Evangelio de Lucas, los asientos se organizan cuidadosamente
y se respeta estrictamente el orden jerárquico.
¿Son estas posiciones ceremoniales, entonces, asuntos de verdadero significado, que reflejan nuestro valor a la vista de Dios?
Lo cierto es que, todo lo que tenemos, talento, riqueza o ganas de triunfo
o lo que nos permite lograr nuestros objetivos, la tenemos de Dios.

Si ha llovido sobre nosotros “una lluvia generosa”, si tenemos un hogar para vivir,
si tenemos una posición cómoda es por el don de Dios y estamos destinados a compartir y cuidar.

Pero si dejamos que el orgullo gobierne nuestro corazón, nos apartamos de Dios.
Es ilusorio dedicarnos al servicio social buscando el brillo de la cámara.
No debemos tomarnos tan en serio la celebridad social y financiera.
Recuerda cómo otras personas viven vidas de desesperación silenciosa, plagadas de deseo y ansiedad.
Si nos cruzamos con ellos en la calle, ¿por qué no mostrarles algo de respeto y compasión?

En la ciudad del Dios vivo, todos son como un niño primogénito.
Como miembros de la familia de Dios, todos tenemos la misma dignidad.
¿Podemos remodelar nuestro estilo de vida a la luz de esto?
No estamos obligados a negar nuestros dones, solo a reconocerlos como dados por Dios
y actuar de manera responsable con los menos dotados o con otros dones.

Jesús rechaza el orgullo, porque se opone a la verdad y la solidaridad.
Nuestra salvación no se merece, no se puede reclamar,
porque la gracia de Dios es un don puro, un regalo generoso.
Es mejor acudir a Dios como un mendigo con esta simple petición: “Señor, ayúdame”,
aceptando nuestras limitaciones,
conscientes de nuestra necesidad del poder redentor de Cristo en nuestras vidas.
La gracia está más presente para quien se reconoce débil y necesitado. 

Como dice San Pablo, “estoy contento con mis debilidades y con los insultos,
las penalidades, las persecuciones, porque cuando soy débil, entonces soy fuerte” (2 Cor 12, 9s).
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Lecturas en lenguaje latinoamericano - Ciclo C - XXII Domingo Ordinario

Primera lectura: Eclesiástico (Sirácide) 3, 17-18. 20. 28-29
Hijo mío, en tus asuntos procede con humildad
y te amarán más que al hombre dadivoso.
Hazte tanto más pequeño cuanto más grande seas
y hallarás gracia ante el Señor,
porque sólo él es poderoso y sólo los humildes le dan gloria.

No hay remedio para el hombre orgulloso,
porque ya está arraigado en la maldad.
El hombre prudente medita en su corazón
las sentencias de los otros, y su gran anhelo es saber escuchar.

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Salmo Responsorial Salmo 67, 4-5ac. 6-7ab. 10-11 (cf. 11b)

Ante el Señor, su Dios,
gocen los justos, salten de alegría.
Entonen alabanzas a su nombre.
En honor del Señor toquen la cítara.
R. Dios da libertad y riqueza a los cautivos.

Porque el Señor, desde su templo santo,
a huérfanos y viudas da su auxilio:
él fue quien dio a los desvalidos casa,
libertad y riqueza a los cautivos.
R. Dios da libertad y riqueza a los cautivos.

A tu pueblo extenuado diste fuerzas,
nos colmaste, Señor, de tus favores
y habitó tu rebaño en esta tierra,
que tu amor preparó para los pobres.
R. Dios da libertad y riqueza a los cautivos.

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Segunda lectura: Heb 12, 18-19. 22-24a
Hermanos: Cuando ustedes se acercaron a Dios, no encontraron nada material, como en el Sinaí:
ni fuego ardiente, ni obscuridad, ni tinieblas, ni huracán, ni estruendo de trompetas,
ni palabras pronunciadas por aquella voz que los israelitas no querían volver a oír nunca.

Ustedes, en cambio, se han acercado a Sión,
el monte y la ciudad del Dios viviente, a la Jerusalén celestial,
a la reunión festiva de miles y miles de ángeles, a la asamblea de los primogénitos,
cuyos nombres están escritos en el cielo.
Se han acercado a Dios, que es el juez de todos los hombres,
y a los espíritus de los justos que alcanzaron la perfección.
Se han acercado a Jesús, el mediador de la nueva alianza.

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Aclamación antes del Evangelio: Mt 11, 29ab

R. Aleluya, aleluya.
Tomen mi yugo sobre ustedes, dice el Señor,
y aprendan de mí, que soy manso y humilde de corazón.
R. Aleluya.

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Evangelio: Lc 14, 1. 7-14

Un sábado, Jesús fue a comer
en casa de uno de los jefes de los fariseos,
y éstos estaban espiándolo. 

Mirando cómo los convidados escogían los primeros lugares,
les dijo esta parábola: “Cuando te inviten a un banquete de bodas,
no te sientes en el lugar principal, no sea que haya algún otro invitado más importante que tú, y el que los invitó a los dos venga a decirte: ‘Déjale el lugar a éste’, y tengas que ir a ocupar, lleno de vergüenza,
el último asiento. Por el contrario, cuando te inviten,
ocupa el último lugar, para que, cuando venga el que te invitó, te diga:
‘Amigo, acércate a la cabecera’. 

Entonces te verás honrado en presencia de todos los convidados.
Porque el que se engrandece a sí mismo, será humillado; y el que se humilla, será engrandecido”.

Luego dijo al que lo había invitado:
“Cuando des una comida o una cena, no invites a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes,
ni a los vecinos ricos; porque puede ser que ellos te inviten a su vez, y con eso quedarías recompensado.
Al contrario, cuando des un banquete, invita a los pobres, a los lisiados, a los cojos y a los ciegos;
y así serás dichoso, porque ellos no tienen con qué pagarte;
pero ya se te pagará, cuando resuciten los justos”.

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Sal 85, 3. 5
Ten piedad de mí, Señor, porque te invoco todo el día.
Tú, Señor, eres bueno e indulgente,
rico en misericordia con aquellos que te invocan.

Oración
Dios todopoderoso, de quien procede todo bien perfecto,
infunde en nuestros corazones el amor de tu nombre,
para que, haciendo mas religiosa nuestra vida,
acrecientes en nosotros lo que es bueno y lo conserves constantemente.

Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina
en la unidad del Espíritu Santo, Dios, por los siglos de los siglos.

martes, 2 de agosto de 2022

TOC - Domingo 21 - La puerta Angosta, confianza en Dios - Lc 13, 22-30



Ezequías (716 a. C.-687 a. C.) Gobernó el reino sureño de Judá 
durante la conquista y reasentamiento forzado
del reino norteño de Israel por los asirios de Senaquerib. 
Judá absorbió muchos refugiados del reino del norte
durante el reinado de 
Ezequías. 
(2 Reyes 18 y 19; 2 Crónicas 32; Isaías 36 a 37).

El ministerio profético de Isaías llegó a durar casi medio siglo,
desde fines del gobierno de Azarías, rey de Judá,
hasta los tiempos del monarca Manasés.
Isaías fue un firme opositor a la política de alianza de los reyes de Judá
con los imperios extranjeros y llamó a confiar en la Alianza con Yahveh.
Se opuso al protectorado de Asiria que el rey Acaz propició
para enfrentarse con el norteño Reino de Israel y aquel de Damasco.

El rey Ezequías quiso contrarrestar la hegemonía asiria, aliándose con Egipto, oponiéndose Isaías también a ello,
pero cuando las tropas asirias de Senaquerib sitiaron Jerusalén,
Isaías apoyó la resistencia y anunció la ayuda de Yahveh: la ciudad se salvó. 

Isaías expresó que los reinos de "Israel y Judá persiguen solamente el lucro" (Is 9:18-21).
Aquellas prácticas corruptas que se encontraban en los pueblos vecinos (ambición, envidia, opresión de los más débiles…) fueron introducidas en Israel contrariando la Ley de Yahvé. La antigua advertencia (vivir aparte…
no imitar las costumbres de las demás naciones) (Deuteronomio 12:29,30) se había echado al olvido.
Se dejó de lado aquel sentido de ‘pueblo religioso’(Dt 12:5,14)
y las tribus se dividieron debido a los tributos, un problema de índole económico. (1ª Re 12:15, 18)

Debido al mal manejo político de la crisis interna y externa,
Isaías pide a la gente de Jerusalén que "No se dejen engañar por el rey Ezequías".


Creer en Yahveh rara vez molestó a Israel, su pueblo elegido.
Para ellos Yahveh no era remoto, lejano o viviendo allá arriba.
Sentían su presencia divina en los acontecimientos,
buenos o malos, de la existencia cotidiana. 
De alguna manera, todo en la historia era obra de Dios.
Incluso cuando la crema y nata de la nación fue exiliada a Babilonia y su monarquía destruida por completo.
Aún allí buscaron la mano de Dios en esta tragedia. 
De sus esperanzas destrozadas surgió una visión más pura,
más espiritual de lo que Yahveh los había destinado a ser.
Con el tiempo, vieron su exilio como el medio que Yahveh
usó para salvar también a los paganos.

Todavía veían su destino como glorioso, pero ahora desde una perspectiva más espiritual.
Como  dice Isaías, todas las naciones vendrán a adorar al verdadero Dios en Jerusalén.
Yahveh sacará algo bueno aún de la catástrofe que habían tenido que soportar,
y esto también tendría un efecto positivo en las naciones distintas a Israel.

Vivir en y con la verdad nos da un poder para la curación y la salvación.
La palabra y el lenguaje tienen gran poder e influyen en lo bueno y lo malo de nuestra experiencia humana y nuestra vida.

Hoy, Jesús nos invita a confrontar y entender la dura realidad de que nuestras decisiones personales
van a determinar nuestro destino eterno.

A veces, por así decirlo, nos relacionamos y conversamos con nosotros mismos
en el fondo de nuestra mente, en nuestra conciencia.
Procesamos nuestras esperanzas y temores o hacemos planes.

Relacionarse con Dios no significa dejar al margen todo este proceso, sino invitarlo a ser parte de él, estar con él,
pedirle su consejo, su guía, su ayuda, expresarle nuestro agradecimiento.
Dios está todo el día contigo, y puedes caminar con Dios, hablar con Dios, discernir su amoroso propósito para ti
en cada momento que pasa, puedes descansar en su presencia, incluso mientras  vives lo cotidiano.
Sin embargo, Dios no va a poseer tu alma a menos que tú desee sinceramente que Él lo haga.

Muchos de nosotros seguimos siendo "cristianos no convertidos," sin ver el significado de nuestras vidas.
Vivimos en el plano material, como la gente del Evangelio de hoy que comía y bebía con Jesús
y lo escuchaba predicar en sus calles, pero sin cambiar sus vidas.
Jesús advierte que tomarán los lugares de los originalmente llamados a la mesa del reino de Dios,
personas de toda raza, credo y cultura que vendrán del oriente y occidente, del norte y del sur.
Por eso, pidamos a Dios que nos ayude a entrar por la puerta estrecha,
a merecer la herencia reservada para nosotros desde el principio, a perseverar hasta el fin, a amar sin cansarnos.

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LECTURAS BÍBLICA EN LENGUAJE LATINOAMERICANO, Dom 21, C

Primera lectura: Is 66, 18-21
Esto dice el Señor:
"Yo vendré para reunir a las naciones de toda lengua.
Vendrán y verán mi gloria.
Pondré en medio de ellos un signo,
y enviaré como mensajeros a algunos de los supervivientes
hasta los países más lejanos y las islas más remotas,
que no han oído hablar de mí ni han visto mi gloria,
y ellos darán a conocer mi nombre a las naciones.

Así como los hijos de Israel
traen ofrendas al templo del Señor en vasijas limpias,
así también mis mensajeros traerán,
de todos los países, como ofrenda al Señor,
a los hermanos de ustedes a caballo, en carro, en literas,
en mulos y camellos, hasta mi monte santo de Jerusalén.
De entre ellos escogeré sacerdotes y levitas".
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Salmo Responsorial: Salmo 116, 1. 2 (Mc 16, 15) 

Que alaben al Señor todas las naciones,
que lo aclamen todos los pueblos.
R. Vayan por todo el mundo y prediquen el Evangelio.


Porque grande es su amor hacia nosotros
y su fidelidad dura por siempre.
R. Vayan por todo el mundo y prediquen el Evangelio.

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Segunda lectura: Heb 12, 5-7. 11-13

Hermanos:
Ya se han olvidado ustedes de la exhortación que Dios les dirigió, como a hijos,
diciendo: Hijo mío, no desprecies la corrección del Señor,
ni te desanimes cuando te reprenda. 

Porque el Señor corrige a los que ama, y da azotes a sus hijos predilectos. 
Soporten, pues, la corrección, porque Dios los trata como a hijos; 
¿y qué padre hay que no corrija a sus hijos?

Es cierto que de momento
ninguna corrección nos causa alegría, sino más bien tristeza. 
Pero después produce, en los que la recibieron, frutos de paz y de santidad.

Por eso, robustezcan sus manos cansadas y sus rodillas vacilantes; 
caminen por un camino plano,
para que el cojo ya no se tropiece, sino más bien se alivie.

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Aclamación antes del Evangelio: Jn 14, 6
R. Aleluya, aleluya.
Yo soy el camino, la verdad y la vida; nadie va al Padre, si no es por mí, dice el Señor.
R. Aleluya.

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Evangelio: Lc 13, 22-30
En aquel tiempo, Jesús iba enseñando por ciudades y pueblos, mientras se encaminaba a Jerusalén. Alguien le preguntó: 
"Señor, ¿es verdad que son pocos los que se salvan?"

Jesús le respondió: 
"Esfuércense en entrar por la puerta, que es angosta,
pues yo les aseguro que muchos tratarán de entrar y no podrán.

 Cuando el dueño de la casa se levante de la mesa
y cierre la puerta, ustedes se quedarán afuera y se pondrán a tocar la puerta,
diciendo: '¡Señor, ábrenos!' 
Pero él les responderá: 'No sé quiénes son ustedes'.

Entonces le dirán con insistencia: 'Hemos comido y bebido contigo y tú has enseñado en nuestras plazas'. 
Pero él replicará: 'Yo les aseguro que no sé quiénes son ustedes. Apártense de mí todos ustedes los que hacen el mal'. 

Entonces llorarán ustedes y se desesperarán, cuando vean a Abraham, a Isaac, a Jacob
y a todos los profetas en el Reino de Dios, y ustedes se vean echados fuera.

Vendrán muchos del oriente y del poniente, del norte y del sur, y participarán en el banquete del Reino de Dios. 
Pues los que ahora son los últimos, serán los primeros; y los que ahora son los primeros, serán los últimos".
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Oración:
Señor Dios, que unes a tus fieles en una sola voluntad;
concédenos amar lo que mandas y esperar lo que prometes,
para que, en la inestabilidad del mundo presente,
nuestros corazones estén firmes
donde se encuentra la alegría verdadera.

Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina
en la unidad del Espíritu Santo, Dios, por los siglos de los siglos.
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2da. Reflexión (opcional): Verdad y Sananción - Lc 13, 22-30
Hoy, Jesús nos invita a confrontar y entender la dura realidad de que nuestras decisiones personales van a determinar nuestro destino eterno.

Vivir en y con la verdad nos da un poder para la curación y la salvación. La palabra y el lenguaje tienen gran poder e influyen en lo bueno y lo malo de nuestra experiencia humana y nuestra vida.

La capacidad de hablar es quizás la habilidad más importante que hayamos aprendido, nos permite comunicarnos con otras personas. Pero las palabras son un arma de doble filo. Entre los adultos, las palabras pueden construir confianza, inspirar el idealismo, estimular la creatividad; pero también pueden romper una reputación, socavar un proyecto, o alienar a una comunidad. 

En todos los periódicos, canal de televisión o plataforma de medios sociales que encuentran evidencia concreta del poder del lenguaje para construir o destruir. En nuestra vida hemos experimentado para bien o mal el dinamismo de la palabra viva.

Decir la verdad no es simplemente decir lo que está en nuestra mente, muchas veces nuestras expresiones pueden ser y quedarse en lo subjetivo. Decir la verdad va más allá y debe mostrarnos la vida como realmente es, debe comunicar lo que en realidad hemos visto y experimentado.

La veracidad nos obliga a todos a aprendan y aceptar la vida
tal como realmente es, sin revestirla de exageraciones
o realidades ficticias de nuestra imaginación.

Cuando nos comunicamos, hablamos sobre personas reales, acontecimientos y eventos reales.
Una buena comunicación comparte de la manera más objetiva posible, nuestros puntos de vista sobre la vida, la forma cómo la vivimos
y también nos permite expresar nuestras cosas del espíritu.

Los hebreos tenían un profundo respeto por la verdad.
Ese respeto no era solo teórico, sino también práctico.
La palabra hebrea Emeth (אמת : "verdad," "firmeza," o "veracidad")
expresaba la idea básica de la verdad como: firme, estable, confiable y fiel.
La persona verdadera era la persona confiable, y hablaba con dignidad y seguridad.

En el Nuevo Testamento la palabra griega Alétheia (ἀλήθεια "Verdad" = 'lo que no está oculto, lo que es evidente', lo que es verdadero), es el concepto filosófico que se refiere a la sinceridad de los hechos y la realidad. Esta palabra también tiene un lugar importante porque expresa el desocultamiento del Ser. En lenguaje cristiano es la verdad de Cristo, es la verdad que salva.

Tenemos que promover el respeto de la verdad como un valor profundo y siempre presente. Necesitamos revivirlo en nuestras casas, escuelas, centros de trabajo y grupos parroquiales.

Sólo esa verdad es digna de comunicación. La gente debe saber si les estamos hablando sobre eventos reales o ficticios; debemos compartir, tan cierto como podamos, nuestros puntos de vista sobre la vida y las cosas del espíritu.

La mentira es lo contrario a la verdad. Cuando se vuelven una costumbre o un hábito, distorsiona la realidad, atenta contra la virtud de pensar y actuar honestamente, se pierde la confianza y destruye la integridad. Los niños dicen mentiras, a menudo más por miedo o por la incapacidad de enfrentar una situación difícil que por una intención deliberada de engañar. Sus mentiras son espontáneas, muchas veces hasta parecen inocentes, pero aun así no deben ser promovidas.

Ser una persona auténtica y veraz no es fácil. La veracidad requiere coraje, constancia, respeto por uno mismo y responsabilidad. La veracidad es una virtud del adulto sano y maduro. El adulto que dice mentiras se reduce, se aniña. Es triste reunirse con gente adulta que vive en un mundo de sueños y pintan imágenes falsas de sí mismos. Esta es una enfermedad de la que una persona se puede curar sólo si re-descubre la fuerza, el valor y la belleza de la verdad.

A veces, por así decirlo, nos relacionamos y conversamos con nosotros mismos en el fondo de nuestra mente, en nuestra conciencia. Procesamos nuestras esperanzas y temores o hacemos planes. Relacionarse con Dios no significa dejar al margen todo este proceso, sino invitarlo a ser parte de él, estar con él, pedirle su consejo, su guía, su ayuda, expresarle nuestro agradecimiento. Dios está todo el día contigo, y puedes caminar con Dios, hablar con Dios, discernir su amoroso propósito para ti en cada momento que pasa, puedes descansar en su presencia, incluso mientras vives lo cotidiano. Sin embargo, Dios no va a poseer tu alma a menos que tú desee sinceramente que Él lo haga.

Muchos de nosotros seguimos siendo "cristianos no convertidos," sin ver el significado de nuestras vidas. Vivimos en el plano material, como la gente del Evangelio de hoy que comía y bebía con Jesús y lo escuchaba predicar en sus calles, pero sin cambiar sus vidas. Jesús advierte que tomarán los lugares de los originalmente llamados a la mesa del reino de Dios, personas de toda raza, credo y cultura que vendrán del oriente y occidente, del norte y del sur. Por eso, pidamos a Dios que nos ayude a entrar por la puerta estrecha, a merecer la herencia reservada para nosotros desde el principio, a perseverar hasta el fin, a amar sin cansarnos.