domingo, 27 de abril de 2025

TOC - Domingo 15 - Vivir la Ley del Amor de Dios - Lc 10, 25-37

Deut. 30 es un fino ejemplo de cómo el pueblo de Israel atesoraba la ley mosaica, la Torá; como una comunicación clara y privilegiada de la voluntad de Dios.

Podemos observar el salto cualitativo que desarrolla la conciencia cristiana cuando los creyentes, después de la Pascua, entienden
la persona, palabra y obra de Jesús como ese cumplimiento de la voluntad del Padre, incluso por encima de la Torá.

Jesús es el modelo a seguir para comunicar la ley del amor del Padre. El pasaje del Evangelio presenta una muestra de ello. Aquí, como en el Sermón del Monte (Mateo 5: 43-48), Jesús comienza a partir de, y luego va más profundamente para explicar la enseñanza del Antiguo Testamento sobre el amor.

En el Himno de Colosenses 1, celebramos a Jesús como imagen del Dios invisible, cabeza del cuerpo, el lugar de la “plenitud cósmica", el reconciliador de todos. Esto apoya la idea de Jesús como una comunicación más completa de Dios de sí mismo.

El gran impacto de la hermosa parábola del "Buen Samaritano" de Jesús es extraordinario si consideramos que, para los Judios los samaritanos eran cualquier cosa menos gente buena. La clave aquí es la revelación de la identidad del héroe: un samaritano. Estas personas eran los parias en la Palestina del siglo primero. Al casarse con los invasores asirios en el siglo 8 aC los consideraron “raza mestiza” y manchada porque además mantienen una tradición distinta de la Tora y practican un culto en el templo competidor del Monte Gerizim (para el odio hebreo hacia los samaritanos ver Jn. 4: 20-22), la suya fue considerado una forma corrupta del judaísmo. (Ver Eclesiástico 50: 25-26.)

Para un samaritano, un extranjero sospechoso en Judea, tener contacto con un Judio herido habría sido un acto de compasión inexplicable y un riesgo impensable. 

Ellos también se veían como renegados despreciables de la fe judía.
Incluso, para insultar a Jesús, lo acusaron de ser un samaritano y poseídos por un demonio (Jn 08:48).

Como cristianos, vale la pena considerar el significado de la parábola para nosotros. Jesús usó esta historia para explicarnos de una manera dramática lo más importante que requieren sus seguidores para su espiritualidad. La importancia de la parábola nos hace responder a una pregunta específica" ¿Quién es mi vecino a quien debo mostrar tanto amor como a mí mismo? 

La respuesta regresa como pregunta al abogado judío que preguntó. Todos sin excepción, incluso como el despreciado samaritano, debe considerarse como un vecino.

Podríamos preguntarnos lo que el samaritano
tenía que ganar personalmente de su acto de caridad.
La respuesta, en términos materiales, es precisamente nada. 


El punto es que el verdadero amor es real y desinteresado. De hecho, ¿dónde está el mérito en ser bueno sólo para amigos, que es obvio que recompensar a cambio, en caso de necesidad? El amor cristiano debe abarcar todos.

En segundo lugar, si usted no vive el amor al prójimo a quien ve, entonces no importa qué instrucciones sigue, qué sacrificios rituales realiza. Al igual que el sacerdote y el levita de la parábola, que se vuelve incapaz de amar a Dios, a quien no se puede ver. Esto es algo que san Juan reitera una y otra vez. Si quieres participar en el banquete eucarístico y recibir al Hijo de Dios en tu corazón, entonces primero debes limpiar su corazón de todo odio, amargura y mala voluntad, porque el Dios que recibimos en este sacramento es el Dios de amor.
_____________________________________________________________________________________________

Lecturas Bíblicas en lenguaje Latinoamericano - XV Domingo TOC

Primera lectura: Deut 30, 10-14
En aquellos días, habló Moisés al pueblo y le dijo:
"Escucha la voz del Señor, tu Dios,
que te manda guardar sus mandamientos
y disposiciones escritos en el libro de esta ley.


Y conviértete al Señor tu Dios, con todo tu corazón y con toda tu alma.

Estos mandamientos que te doy,
no son superiores a tus fuerzas ni están fuera de tu alcance.


No están en el cielo, de modo que pudieras decir:
'
¿Quién subirá por nosotros al cielo para que nos los traiga,
los escuchemos y podamos cumplirlos?'


Ni tampoco están al otro lado del mar, de modo que pudieras objetar: '
¿Quién cruzará el mar por nosotros para que nos los traiga,
los escuchemos y podamos cumplirlos?'  
Por el contrario, todos mis mandamientos
están muy a tu alcance, en tu boca y en tu corazón, para que puedas cumplirlos".
_____________________________________________________________________________________________
Salmo Responsorial: Salmo 68, 14 y 17. 30-31. 33-34. 36ab y 37 (cf. 33)

A ti, Señor, elevo mi plegaria, ven en mi ayuda pronto;
escúchame conforme tu clemencia, Dios fiel en el socorro.
Escúchame, Señor, pues eres bueno y en tu ternera vuelve a mí tus ojos.
R. Escúchame, Señor, porque eres bueno.

Mírame enfermo y afligido; defiéndeme y ayúdame, Dios mío.
En mi cantar exaltaré tu nombre, proclamaré tu gloria, agradecido.
R. Escúchame, Señor, porque eres bueno.

Se alegrarán al verlo los que sufren; quienes buscan a Dios tendrán más ánimo,
porque el Señor jamás desoye al pobre ni olvida al que se encuentra encadenado.
R. Escúchame, Señor, porque eres bueno.

Ciertamente el Señor salvará a Sión, reconstruirá a Judá;
la heredarán los hijos de sus siervos, quienes aman a Dios la habitarán.
R. Escúchame, Señor, porque eres bueno.
_____________________________________________________________________________________________
Segunda lectura: Col 1, 15-20
Cristo es la imagen de Dios invisible,
el primogénito de toda la creación,
porque en él tienen su fundamento todas las cosas creadas,
del cielo y de la tierra,
las visibles y las invisibles, 
sin excluir a los tronos y dominaciones, 
a los principados y potestades.
Todo fue creado por medio de él y para él.

Él existe antes que todas las cosas,
y todas tienen su consistencia en él.
Él es también la cabeza del cuerpo, que es la Iglesia.
Él es el principio, el primogénito de entre los muertos,
para que sea el primero en todo.

Porque Dios quiso que en Cristo habitara toda plenitud
y por él quiso reconciliar consigo todas las cosas,
del cielo y de la tierra,
y darles la paz por medio de su sangre, derramada en la cruz.
_____________________________________________________________________________________________

Aclamación antes del Evangelio: Jn 6, 63c. 68c
R. Aleluya, aleluya.
Tus palabras, Señor, son Espíritu y vida. Tú tienes palabras de vida eterna.
R. Aleluya.
_____________________________________________________________________________________________
Evangelio: Lc 10, 25-37
En aquel tiempo, se presentó ante Jesús un doctor de la ley para ponerlo a prueba y le preguntó: "Maestro, ¿qué debo hacer para conseguir la vida eterna?" Jesús le dijo: "¿Qué es lo que está escrito en la ley? ¿Qué lees en ella?" El doctor de la ley contestó: "Amarás al Señor tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y con todo tu ser, y a tu prójimo como a ti mismo". Jesús le dijo: "Has contestado bien; si haces eso, vivirás". El doctor de la ley, para justificarse, le preguntó a Jesús: "¿Y quién es mi prójimo?" 

Jesús le dijo: "Un hombre que bajaba por el camino de Jerusalén a Jericó, cayó en manos de unos ladrones, los cuales lo robaron, lo hirieron y lo dejaron medio muerto. Sucedió que por el mismo camino bajaba un sacerdote, el cual lo vio y pasó de largo. De igual modo, un levita que pasó por ahí, lo vio y siguió adelante. Pero un samaritano que iba de viaje, al verlo, se compadeció de él, se le acercó, ungió sus heridas con aceite y vino y se las vendó; luego lo puso sobre su cabalgadura, lo llevó a un mesón y cuidó de él. Al día siguiente sacó dos denarios, se los dio al dueño del mesón y le dijo: 'Cuida de él y lo que gastes de más, te lo pagaré a mi regreso'. 
¿Cuál de estos tres te parece que se portó como prójimo del hombre que fue asaltado por los ladrones?" El doctor de la ley le respondió: "
El que tuvo compasión de él". Entonces Jesús le dijo: "Anda y haz tú lo mismo".
_____________________________________________________________________________________________

OREMOS

Señor Dios,
que iluminas a los extraviados
con la luz de tu verdad,
para que puedan volver al buen camino;
danos, a quienes hacemos profesión de cristianos,
la gracia de rechazar todo lo que se opone a este nombre
y comprometernos con todas sus exigencias.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo,
que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo,
y es Dios, por los siglos de los siglos.
_____________________________________________________________________________________________

TOC - Domingo 14 - Testimonio vivo - Lc 10, 1-12. 17-20

Jesús envía a sus discípulos a continuar su trabajo, con instrucciones precisas. Después de cumplido el encargo, los Discípulos regresaron en un espíritu jubiloso, reportando su éxito misionero.

En el evangelio de hoy, vemos cómo Jesús los envió en pares.
Aunque Jesús los llamó  individualmente, nunca los envió solos.
Sólo en dos episodios vemos a un apóstol solo:
uno cuando  lo traiciona, y otro cuando lo niega.
El apoyo de los demás es esencial para vivir el evangelio.
Incluso un ermitaño era enviado por una comunidad,
y debe seguir en contacto con ese grupo.

Jesús les advierte que van como corderos entre lobos.
Aunque eso no era muy alentador, era su única  opción.
Si predicaban un mensaje cómodo y complaciente,
no predicaban el mensaje de Jesús, que buscaba un cambio fundamental.

Jesús también les promete que irán con el don de la curación y la sabiduría,
por eso regresaron entusiasmados por la acogida que recibieron de la gente.
Habían obedecido a Jesús, y funcionó. Experimentaron por sí mismos su poder curativo.
Y lo que es lo mejor, Jesús les aseguró que sus nombres se registraron en el corazón de Dios todopoderoso.

Nuestro discipulado debe ser de dos frases: "Vengan y Vean" y "Vayan y cuenten"
Si apreciamos el valor de tener a Jesús en nuestras vidas, de hecho que contaremos a otros sobre él.
Hay una diferencia entre testificar y predicar.
Todos podemos testificar, pero no todos podemos predicar.
Para muchos buenos cristianos es casi imposible predicar en público,
pero para todos sí nos es posible dar testimonio de Cristo, con la calidad de nuestra vida.

Imagínese que después de un desastre nuclear solo quedan cien personas vivas en la tierra.
Según las estadísticas actuales, setenta de ellos serían pobres, mientras que treinta serían muy ricos.
Noventa y tres de ellos se quejarían de que siete de ellos poseen la mitad del dinero,
comen un tercio de la comida y tienen más y mejor atención médica que los otros noventa y tres.
¡Qué difícil para los siete tener el coraje para evangelizar a los noventa y tres!
¡Cómo pueden hablar del maravilloso Salvador que tienen, de compartir, de alimentar a los hambrientos,
mientras que los siete tiran más comida de la que alimentarían a todos los noventa y tres!
Se necesitaría una cierta simplicidad de estilo de vida, vivir como testimonio la buena noticia
para que ésta sea realmente creíble para aquellos con los que intentan compartirla.
_____________________________________________________________________________________________
Lecturas Bíblicas en Lenguaje Latinoamericano - Domingo 14, TOC

Primera lectura: Is 66, 10-14
Alégrense con Jerusalén, gocen con ella todos los que la aman,
alégrense de su alegría todos los que por ella llevaron luto,
para que se alimenten de sus pechos, se llenen de sus consuelos
y se deleiten con la abundancia de su gloria.

Porque dice el Señor:
“Yo haré correr la paz sobre ella como un río y la gloria de las naciones
como un torrente desbordado.
Como niños serán llevados en el regazo y acariciados sobre sus rodillas;
como un hijo a quien su madre consuela, así los consolaré yo.
En Jerusalén serán ustedes consolados.

Al ver esto se alegrará su corazón y sus huesos florecerán como un prado.
Y los siervos del Señor conocerán su poder’’.

_________________________________________________

Salmo Responsorial: Salmo 65, 1-3a. 4-5. 6-7a, 16 y 20 (1)
Que aclame al Señor toda la tierra; celebremos su gloria y su poder,
cantemos un himno de alabanza, digamos al Señor: “Tu obra es admirable”.
R. Las obras del Señor son admirables.

Que se postre ante ti la tierra entera y celebre con cánticos tu nombre.
Admiremos las obras del Señor, los prodigios que ha hecho por los hombres.
R. Las obras del Señor son admirables.

El transformó el mar Rojo en tierra firme y los hizo cruzar el Jordán a pie enjuto.
Llenémonos por eso de gozo y gratitud: El Señor es eterno y poderoso.
R. Las obras del Señor son admirables.

Cuantos temen a Dios vengan y escuchen, y les diré lo que ha hecho por mí.
Bendito sea Dios que no rechazó mi súplica, ni me retiró su gracia.
R. Las obras del Señor son admirables.
_____________________________________________________________________________________________

Segunda lectura: Gal 6, 14-18
Hermanos: No permita Dios que yo me gloríe en algo que no sea la cruz de nuestro Señor Jesucristo,
por el cual el mundo está crucificado para mí y yo para el mundo.
Porque en Cristo Jesús de nada vale el estar circuncidado o no, sino el ser una nueva creatura.

Para todos los que vivan conforme a esta norma y también para el verdadero Israel, la paz y la misericordia de Dios.
De ahora en adelante, que nadie me ponga más obstáculos,
porque llevo en mi cuerpo la marca de los sufrimientos que he pasado por Cristo. 

Hermanos, que la gracia de nuestro Señor Jesucristo esté con ustedes. Amén.
_____________________________________________________________________________________________

Aclamación antes del Evangelio: Col 3, 15a. 16a
R. Aleluya, aleluya.
Que en sus corazones reine la paz de Cristo;
que la palabra de Cristo habite en ustedes con toda su riqueza.
R. Aleluya.
_____________________________________________________________________________________________

Evangelio: Lc 10, 1-12. 17-20
En aquel tiempo, Jesús designó a otros setenta y dos discípulos y los mandó por delante, de dos en dos, a todos los pueblos y lugares a donde pensaba ir,
y les dijo: “La cosecha es mucha y los trabajadores pocos.
Rueguen, por lo tanto, al dueño de la mies que envíe trabajadores a sus campos.
Pónganse en camino; yo los envío como corderos en medio de lobos.
No lleven ni dinero, ni morral, ni sandalias
y no se detengan a saludar a nadie por el camino.

Cuando entren en una casa digan: ‘Que la paz reine en esta casa’. Y si allí hay gente amante de la paz, el deseo de paz de ustedes se cumplirá; si no, no se cumplirá. Quédense en esa casa. Coman y beban de lo que tengan, porque el trabajador tiene derecho a su salario. No anden de casa en casa.

En cualquier ciudad donde entren y los reciban, coman lo que les den. Curen a los enfermos que haya y díganles: ‘Ya se acerca a ustedes el Reino de Dios’.

Pero si entran en una ciudad y no los reciben, salgan por las calles y digan:
‘Hasta el polvo de esta ciudad, que se nos ha pegado a los pies nos lo sacudimos, en señal de protesta contra ustedes.
De todos modos, sepan que el Reino de Dios está cerca’.
Yo les digo que en el día del juicio, Sodoma será tratada con menos rigor que esa ciudad”.

Los setenta y dos discípulos regresaron llenos de alegría y le dijeron a Jesús: “Señor, hasta los demonios se nos someten en tu nombre”.

Él les contestó: “Vi a Satanás caer del cielo como el rayo.
A ustedes les he dado poder para aplastar serpientes y escorpiones y para vencer toda la fuerza del enemigo, y nada les podrá hacer daño.
Pero no se alegren de que los demonios se les someten.
Alégrense más bien de que sus nombres están escritos en el cielo”.
_____________________________________________________________________________________________

O bien:

Lc 10, 1-9
En aquel tiempo, Jesús designó a otros setenta y dos discípulos
y los mandó por delante, de dos en dos, a todos los pueblos y lugares a donde pensaba ir,
y les dijo:
“La cosecha es mucha y los trabajadores pocos.
Rueguen, por tanto, al dueño de la mies que envíe trabajadores a sus campos.
Pónganse en camino; yo los envío como corderos en medio de lobos.
No lleven ni dinero, ni morral, ni sandalias y no se detengan a saludar a nadie por el camino.
Cuando entren en una casa digan: ‘Que la paz reine en esta casa’.
Y si allí hay gente amante de la paz, el deseo de paz de ustedes se cumplirá; si no, no se cumplirá.
Quédense en esa casa. Coman y beban de lo que tengan, porque el trabajador tiene derecho a su salario.
No anden de casa en casa.
En cualquier ciudad donde entren y los reciban, coman lo que les den.
Curen a los enfermos que haya y díganles: ‘Ya se acerca a ustedes el Reino de Dios’”.

_____________________________________________________________________________________________

TOC - Domingo 13 - Nuestra vocación personal: Lucas 9, 51-62

Primera lectura: 1 Reyes 19, 16. 19-21
Eliseo responde inmediatamente a su llamado; dejando todo, sigue a Elías.
Salmo responsorial: Salmo 30: 2,4,5-6,11-12,13 (2a)
El salmista alaba al Señor por la liberación del mal.
Segunda Lectura: Gálatas 5, 1, 13-18
Resistiendo la carne que nos atrae hacia el pecado y la esclavitud.
Lectura del evangelio: Lucas 9, 51-62
Jesús toma con decisión el camino de Jerusalén, llamando a otros a seguirlo.

_____________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________

El Evangelio cuenta cómo tres personas querían seguir a Jesús
y aprender más acerca de Dios. Lejos de animarlos a unirse a su grupo, Jesús parecía más bien desanimarlos.
Al primero se le dijo que contara el costo de unirse,
ya que no tendría un domicilio fijo.
La siguiente respuesta parece bastante dura pero la hace desde
el plano espiritual. "Que los muertos entierren a sus muertos".
Tal vez el padre del hombre todavía estaba vivo, y un hijo mayor no podía salir de casa hasta después de la muerte de su padre.

Pero si nos encontramos ante una opción radical y no nos decidimos de golpe,
es menos probable que lo hagamos después.
Lo que Jesús le dijo al tercer hombre fue igualmente desafiante:
"Nadie que pone su mano en el arado y mira hacia atrás es apto para el reino de Dios".
El arado de madera podía romperse si golpeaba una piedra grande; así que el labrador tenía que vigilar el terreno en todo momento. El compromiso de un discípulo de seguir a Cristo debe ser igualmente enfocado.

A lo largo de la vida, Dios también nos está llamando, ya sea que respondamos o no,
así como llamó a Pedro de su pesca, a Mateo de su oficina de impuestos, a Eliseo de su granja.
Pero, ¿cuántos eligen responder al llamado de Dios? Jesús observó una vez que
“muchos son los llamados, pero pocos los escogidos” (Mt 22,14).
Por otro lado tenemos sus palabras de cálido aliento:
“No teman pequeño rebaño, porque al Padre le ha complacido darles el reino” (Lc 12,32).

Como fundamento de toda vocación al servicio en la iglesia está la certeza de que Dios
"tanto amó al mundo que dio a su Hijo único
para que todo el que crea en él no se pierda, sino que tenga vida eterna"
(Jn 3,16). 
Esto nos asegura el amor incondicional de Dios por todas y cada una de las personas.
Con esa certeza, renovamos nuestro Sí a nuestra vocación cristiana básica:
"por el amor ser siervos unos de otros" o en las palabras de nuestro Señor:
"Àmense los unos a los otros como yo los he amado".

_____________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________
Lecturas bìblicas en Lenguaje Latinoamericano - XIII Semana TOC


Primera Lectura: 1 Reyes 19, 16b. 19-21

En aquellos tiempos, el Señor le dijo a Elías:
“Unge a Eliseo, el hijo de Safat, originario de Abel-Mejolá,
para que sea profeta en lugar tuyo”.


Elías partió luego y encontró a Eliseo, hijo de Safat, que estaba arando. Delante de él trabajaban doce yuntas de bueyes y él trabajaba con la última. Elías pasó junto a él y le echó encima su manto. Entonces Eliseo abandonó sus bueyes, corrió detrás de Elías y le dijo: “Déjame dar a mis padres el beso de despedida y te seguiré”. Elías le contestó: “Ve y vuelve, porque bien sabes lo que ha hecho el Señor contigo”.

Se fue Eliseo, se llevó los dos bueyes de la yunta, los sacrificó, asó la carne en la hoguera que hizo con la madera del arado y la repartió a su gente para que se la comieran. Luego se levantó, siguió a Elías y se puso a su servicio.

_____________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________

Salmo Responsorial: Salmo 15, 1-2a y 5. 7-8. 9-10. 11 (cf. 5ª)

Protégeme, Dios mío, pues eres mi refugio.
Yo siempre he dicho que tú eres mi Señor.
El Señor es la parte que me ha tocado en herencia:
mi vida está en sus manos.

Bendeciré al Señor, que me aconseja,
hasta de noche me instruye internamente.
Tengo siempre presente al Señor
y con él a mi lado, jamás tropezaré.
R. Enséñanos, Señor, el camino de la vida.

Por eso se me alegran el corazón y el alma
y mi cuerpo vivirá tranquilo,
porque tú no me abandonarás a la muerte
ni dejarás que sufra yo la corrupción.

R.
Enséñanos, Señor, el camino de la vida.

Enséñame el camino de la vida,
sáciame de gozo en tu presencia
y de alegría perpetua junto a ti.
R. Enséñanos, Señor, el camino de la vida.
_____________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________

Segunda Lectura: Gal 5, 1. 13-18
Hermanos: Cristo nos ha liberado para que seamos libres. Conserven, pues, la libertad y no se sometan de nuevo al yugo de la esclavitud. Su vocación, hermanos, es la libertad. Pero cuiden de no tomarla como pretexto para satisfacer su egoísmo; antes bien, háganse servidores los unos de los otros por amor. Porque toda la ley se resume en un solo precepto: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. Pues si ustedes se muerden y devoran mutuamente, acabarán por destruirse.

Los exhorto, pues, a que vivan de acuerdo con las exigencias del Espíritu; así no se dejarán arrastrar por el desorden egoísta del hombre. Este desorden está en contra del Espíritu de Dios, y el Espíritu está en contra de ese desorden. Y esta oposición es tan radical, que les impide a ustedes hacer lo que querrían hacer. Pero si los guía el Espíritu, ya no están ustedes bajo el dominio de la ley.
_____________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________
Aclamación antes del Evangelio: 1 Sam 3, 9; Jn 6, 68

R. Aleluya, aleluya.
Habla, Señor, que tu siervo te escucha. Tú tienes palabras de vida eterna.
R. Aleluya.
_____________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________
Evangelio: Lc 9, 51-62
Cuando ya se acercaba el tiempo en que tenía que salir de este mundo, Jesús tomó la firme determinación de emprender el viaje a Jerusalén. Envió mensajeros por delante y ellos fueron a una aldea de Samaria para conseguirle alojamiento; pero los samaritanos no quisieron recibirlo, porque supieron que iba a Jerusalén. Ante esta negativa, sus discípulos Santiago y Juan le dijeron: “Señor, ¿quieres que hagamos bajar fuego del cielo para que acabe con ellos?”
Pero Jesús se volvió hacia ellos y los reprendió.

Después se fueron a otra aldea. Mientras iban de camino, alguien le dijo a Jesús: “Te seguiré a dondequiera que vayas”. Jesús le respondió: “Las zorras tienen madrigueras y los pájaros, nidos; pero el Hijo del hombre no tiene en dónde reclinar la cabeza”.

A otro, Jesús le dijo: “Sígueme”. Pero él le respondió: “Señor, déjame ir primero a enterrar a mi padre”. Jesús le replicó: “Deja que los muertos entierren a sus muertos. Tú ve y anuncia el Reino de Dios”.

Otro le dijo: “Te seguiré, Señor; pero déjame primero despedirme de mi familia”. Jesús le contestó: “El que empuña el arado y mira hacia atrás, no sirve para el Reino de Dios”.
_____________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________

TOC - Domingo 12 - Tú Eres el Mesías de Dios - Lc 9, 18-24

 Primera lectura: Zacarías 12: 10-11; 13: 1
Zacarías profetiza un tiempo de gran luto.
Salmo responsorial: Salmo 63: 2-6.8-9
Un salmo de anhelo de volver a una relación cercana con Dios.
Segunda Lectura: Gálatas 3: 26–29
Para los bautizados, la unión con Cristo va más allá de todos los límites.
Lectura del evangelio: Lucas 9: 18–24
Jesús pregunta a sus discípulos: "¿Quién dicen que soy yo?"
____________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________

Jesús está orando;
luego se dirige a los discípulos
para preguntarles quién dice que es "la multitud".
Marcos sitúa este incidente en Cesarea de Filipo.
Lucas, sin embargo,
por la importancia que quiere dar a la oración en su Evangelio,
la sitúa en el contexto de la oración de Jesús.

Los discípulos contestan que la gente dice
que es uno de tantos profetas que han muerto,
desde el reciente Juan Bautista
hasta un profeta de hace mucho tiempo.

Luego pregunta directamente a los discípulos quién dicen que es él.
Pedro les responde que Jesús es el Mesías de Dios.
Inmediatamente Jesús les dice que no se lo digan a nadie,
no porque no quiera que la gente se entere,
sino porque no entienden lo que significa ser el Mesías.
Luego, Jesús responde a su propia pregunta sobre su identidad
explicando quién es él realmente: alguien que debe sufrir, morir y resucitar al tercer día.

Luego explica a todos los presentes qué es realmente el verdadero discipulado.
Significa seguir en el mismo camino del Mesías, sufriendo y muriendo.
La verdadera vida se encuentra renunciando a la vida.
Palabra del Señor

_____________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________

Lecturas Bíblicas en Lenguaje Latinoamericano - XII Domingo - TOC


Primera Lectura: Lectura de la profecía de Zacarías 12, 10-11; 13,1

Mirarán al que atravesaron.

 Así dice el Señor:
«Derramaré sobre la dinastía de David
y sobre los habitantes de Jerusalén un espíritu de gracia y de clemencia.

Me mirarán a mí, a quien traspasaron,
harán llanto como llanto por el hijo único, y llorarán como se llora al primogénito.
Aquel día, será grande el luto en Jerusalén, como el luto de Hadad-Rimón en el valle de Meguido.»

Aquel día, se alumbrará un manantial,
a la dinastía de David y a los habitantes de Jerusalén, contra pecados e impurezas.
Palabra de Dios. 
_____________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________

Salmo Responsorial: Sal 62, 2. 3-4. 5-6. 8-9 (2b)

 Oh Dios, tú eres mi Dios,
por ti madrugo, mi alma está sedienta de ti;
mi carne tiene ansia de ti,
como tierra reseca, agostada, sin agua.
R/. "Mi alma está sedienta de ti, Señor, Dios mío."

¡Cómo te contemplaba en el santuario
viendo tu fuerza y tu gloria!
Tu gracia vale más que la vida,
te alabarán mis labios.
R/. "Mi alma está sedienta de ti, Señor, Dios mío."

Toda mi vida te bendeciré
y alzaré las manos invocándote.
Me saciaré como de enjundia y de manteca,
y mis labios te alabarán jubilosos.
R/. "Mi alma está sedienta de ti, Señor, Dios mío."

Porque fuiste mi auxilio,
y a la sombra de tus alas canto con júbilo;
mi alma está unida a ti, y tu diestra me sostiene.
R/. "Mi alma está sedienta de ti, Señor, Dios mío." 
_____________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________

Segunda Lectura: de la carta del apóstol san Pablo a los Gálatas 3, 26-29
Los que han sido bautizados se han revestido de Cristo. 

Hermanos: Todos son hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús.
Los que se han incorporado a Cristo por el bautismo se han revestido de Cristo.
Ya no hay distinción entre judíos y gentiles, esclavos y libres, hombres y mujeres,
porque todos son uno en Cristo Jesús.
Y, si son de Cristo, son descendencia de Abrahán y herederos de la promesa.
Palabra de Dios.
_____________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________

Aclamación antes del Evangelio: Jn 10, 27

R. Aleluya, aleluya.
Mis ovejas escuchan mi voz, dice el Señor; yo las conozco y ellas me siguen.
R. Aleluya.
_____________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________

Evangelio: Lucas 9, 18-24
Tú eres el Mesías de Dios. El Hijo del hombre tiene que padecer mucho. 

Un día en que Jesús, acompañado de sus discípulos,
había ido a un lugar solitario para orar,
les preguntó:
"¿Quién dice la gente que soy yo?"

Ellos contestaron:
"Unos dicen que eres Juan el Bautista; otros, que Elías,
y otros, que alguno de los antiguos profetas que ha resucitado".

Él les dijo: "Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?"

Respondió Pedro: "El Mesías de Dios".

Él les ordenó severamente que no lo dijeran a nadie.

Después les dijo: "Es necesario que el Hijo del hombre sufra mucho,
que sea rechazado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas,
que sea entregado a la muerte y que resucite al tercer día".

Luego, dirigiéndose a la multitud, les dijo:
"Si alguno quiere acompañarme, que no se busque a sí mismo,
que tome su cruz de cada día y me siga.
Pues el que quiera conservar para sí mismo su vida, la perderá;
pero el que la pierda por mi causa, ése la encontrará".

_____________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________

TOC - Domingo 11 - Tus Pecados te son perdonados - Lucas 7: 36—8: 3

Primera lectura: 2 Samuel 12: 7-10.13
El juicio de Dios sobre David por tomar la esposa de otro hombre.
Salmo responsorial: Salmo 32, 1-2,5,7,11

Una oración por el perdón.
Segunda Lectura: Gálatas 2: 16.19-21
Somos justificados por la fe en Jesucristo.
Lectura del evangelio: Lucas 7: 36—8: 3
Una mujer pecadora unge los pies de Jesús.
_____________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________

El pasaje evangélico de hoy, así como de los capítulos 8 y 9,
muestran la preocupación de Lucas
sobre la identidad de Jesús como el Mesías,
uno que es más grande que un profeta.

A lo largo del capítulo, Jesús ha realizado milagros similares
a los de los profetas del Antiguo Testamento.

Cuando el Bautista envió a algunos de sus discípulos hacia Jesús para preguntarle quién era, Jesús enumeró los milagros que le habían visto hacer y luego se comparó con el Bautista para demostrar que era más grande que Juan.

En el Evangelio de hoy, Jesús se sienta a comer en casa de Simón, un fariseo.
Una mujer pecadora se le acerca, cae de rodillas, moja sus pies con sus lágrimas,
los seca con su cabello y luego los unge con aceite.
Una escena similar ocurre en los otros tres Evangelios,
pero en esas versiones la unción tiene lugar en Betania, cerca de Jerusalén, antes de la Pascua.

En los otros tres evangelios, esta unción se relaciona
con su proclamación rey por la multitud cuando entró en Jerusalén.
También se relacionaba con su unción como preparación para su entierro.
En Lucas, la unción tiene lugar al norte, en Galilea, al principio de su ministerio.

Simón el fariseo desafía a Jesús, diciéndole que
un profeta seguramente sabría que una persona pecadora lo estaba tocando.
Jesús responde contando una historia sobre la verdadera naturaleza del perdón.
Dos hombres deben dinero.
Uno debe una cantidad que equivaldría a 500 días de salario.
El otro debe 50 días de salario.
Sin embargo, el prestamista perdona la deuda de ambos cuando se lo piden.
Simón se ve forzado a admitir que el que canceló la deuda más grande
probablemente ama más al prestamista.

Después de contar la historia,
Jesús se vuelve hacia la mujer y le dice que sus pecados están perdonados.
En esta escena vemos que Jesús hace más que curar dolencias físicas,
como lo habían hecho los profetas del pasado. Él también perdona los pecados.
Esto deja a la multitud preguntándose:
"¿Quién es éste que hasta perdona los pecados?"
Esta pregunta es respondida en el capítulo 9 por Pedro
cuando profesa que Jesús es el Mesías y en la Transfiguración
cuando la voz del cielo declara: "Este es mi Hijo elegido".

La lectura de hoy termina con los primeros tres versículos del Capítulo 8.
Al principio pueden parecer desconectados de la escena anterior.
Pero sirven para mostrar el ministerio de Jesús
comenzando a moverse de un pueblo y aldea a otro, proclamando el Reino de Dios,
hasta que finalmente llega a Jerusalén.


Lo acompañan no solo los Doce, sino también un grupo de mujeres,
tres de las cuales Lucas nombra. Es significativo que estén vinculados con los Doce,
y parecen ser igualmente importantes para el ministerio de Jesús.

Son las mujeres las que satisfacen las necesidades de estos viajeros con sus propios recursos.
Aunque en la sociedad palestina las mujeres tenían un papel mucho menor que los hombres,
en el evangelio de Lucas se las muestra como iguales.

_____________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________

Lecturas en Lenguaje Latinoamericano - XI Domingo ordinario

Primera lectura: 2 Sm 12, 7-10. 13
En aquellos días, dijo el profeta Natán al rey David: "Así dice el Dios de Israel:
'Yo te consagré rey de Israel y te libré de las manos de Saúl,
te confié la casa de tu señor y puse sus mujeres en tus brazos;
te di poder sobre Judá e Israel, y si todo esto te parece poco,
estoy dispuesto a darte todavía más.

¿Por qué, pues, has despreciado el mandato del Señor,
haciendo lo que es malo a sus ojos?
Mataste a Urías, el hitita, y tomaste a su esposa por mujer.
A él lo hiciste morir por la espada de los amonitas.
Pues bien, la muerte por espada no se apartará nunca de tu casa,
pues me has despreciado,
al apoderarte de la esposa de Urías, el hitita, y hacerla tu mujer' ".


David le dijo a Natán: "¡He pecado contra el Señor!"
Natán le respondió: "El Señor te perdona tu pecado. No morirás".
_____________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________

Salmo Responsorial: Salmo 31, 1-2. 5. 7. 11 (cf. 5c)

Dichoso aquel que ha sido absuelto
de su culpa y su pecado.
Dichoso aquel en el que Dios no encuentra
ni delito ni engaño.
R. Perdona, Señor, nuestros pecados.

Ante el Señor reconocí mi culpa,
no oculté mi pecado.
Te confesé, Señor, mi gran delito
y tú me has perdonado.
R. Perdona, Señor, nuestros pecados.

Por eso, en el momento de la angustia,
que todo fiel te invoque,
y no alcanzarán las grandes aguas,
aunque éstas se desborden.
R. Perdona, Señor, nuestros pecados.

Alégrense con el Señor y regocíjense los justos todos,
y todos los hombres de corazón sincero canten de gozo.
R. Perdona, Señor, nuestros pecados.
_____________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________

Segunda lectura: Gal 2, 16. 19-21
Hermanos: Sabemos que el hombre no llega a ser justo por cumplir la ley,
sino por creer en Jesucristo.
Por eso también nosotros hemos creído en Cristo Jesús,
para ser justificados por la fe en Cristo y no por cumplir la ley.
Porque nadie queda justificado por el cumplimiento de la ley.

Por la ley estoy muerto a la ley, a fin de vivir para Dios. Estoy crucificado con Cristo.
Vivo, pero ya no soy yo el que vive, es Cristo quien vive en mí.
Pues mi vida en este mundo la vivo en la fe que tengo en el Hijo de Dios,
que me amó y se entregó a sí mismo por mí. Así no vuelvo inútil la gracia de Dios,
pues si uno pudiera ser justificado por cumplir la ley, Cristo habría muerto en vano.
_____________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________

Aclamación antes del Evangelio: Cfr 1 Jn 4, 10b
R.
Aleluya, aleluya.
Dios nos amó y nos envió a su Hijo,
como víctima de expiación por nuestros pecados.
R. Aleluya.
_____________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________

Evangelio: Lc 7, 36–8, 3


En aquel tiempo, un fariseo invitó a Jesús a comer con él.
Jesús fue a la casa del fariseo y se sentó a la mesa.

Una mujer de mala vida en aquella ciudad,
cuando supo que Jesús iba a comer ese día en casa del fariseo,
tomó consigo un frasco de alabastro con perfume,
fue y se puso detrás de Jesús, y comenzó a llorar,
y con sus lágrimas bañaba sus pies, los enjugó con su cabellera,
los besó y los ungió con el perfume.

Viendo esto, el fariseo que lo había invitado comenzó a pensar:
"Si este hombre fuera profeta, sabría qué clase de mujer
es la que lo está tocando; sabría que es una pecadora".


Entonces Jesús le dijo: "Simón, tengo algo que decirte".
El fariseo contestó: "Dímelo, Maestro".
Él le dijo: "Dos hombres le debían dinero a un prestamista.
Uno le debía quinientos denarios y el otro, cincuenta.
Como no tenían con qué pagarle, les perdonó la deuda a los dos. ¿Cuál de ellos lo amará más?"

Simón le respondió: "Supongo que aquel a quien le perdonó más".

Entonces Jesús le dijo: "Has juzgado bien".
Luego, señalando a la mujer, dijo a Simón: "¿Ves a esta mujer?
Entré en tu casa y tú no me ofreciste agua para los pies,
mientras que ella me los ha bañado con sus lágrimas y me los ha enjugado con sus cabellos.
Tú no me diste el beso de saludo; ella, en cambio, desde que entró, no ha dejado de besar mis pies.
Tú no ungiste con aceite mi cabeza; ella, en cambio, me ha ungido los pies con perfume.
Por lo cual, yo te digo: sus pecados, que son muchos, le han quedado perdonados, porque ha amado mucho.
En cambio, al que poco se le perdona, poco ama"
.
Luego le dijo a la mujer: "Tus pecados te han quedado perdonados".

Los invitados empezaron a preguntarse a sí mismos:
"¿Quién es éste, que hasta los pecados perdona?"
Jesús le dijo a la mujer: "Tu fe te ha salvado; vete en paz".

Después de esto, Jesús comenzó a recorrer ciudades y poblados
predicando la buena nueva del Reino de Dios.
Lo acompañaban los Doce y algunas mujeres
que habían sido libradas de espíritus malignos y curadas de varias enfermedades.
Entre ellas iban María, llamada Magdalena, de la que habían salido siete demonios;
Juana, mujer de Cusa, el administrador de Herodes;
Susana y otras muchas, que los ayudaban con sus propios bienes.
_____________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________

O bien: LC 7, 36-50

En aquel tiempo, un fariseo invitó a Jesús a comer con él.
Jesús fue a la casa del fariseo y se sentó a la mesa.
Una mujer de mala vida en aquella ciudad,
cuando supo que Jesús iba a comer ese día en casa del fariseo,
tomó consigo un frasco de alabastro con perfume, fue y se puso detrás de Jesús, y comenzó a llorar,
y con sus lágrimas bañaba sus pies, los enjugó con su cabellera, los besó y los ungió con el perfume.


Viendo esto, el fariseo que lo había invitado comenzó a pensar:
"Si este hombre fuera profeta, sabría qué clase de mujer es la que lo está tocando; sabría que es una pecadora".

Entonces Jesús le dijo: "Simón, tengo algo que decirte".
El fariseo contestó: "Dímelo, Maestro".
Él le dijo: "Dos hombres le debían dinero a un prestamista.
Uno le debía quinientos denarios y el otro, cincuenta.
Como no tenían con qué pagarle, les perdonó la deuda a los dos. ¿Cuál de ellos lo amará más?"
Simón le respondió: "Supongo que aquel a quien le perdonó más".
Entonces Jesús le dijo: "Has juzgado bien".

Luego, señalando a la mujer, dijo a Simón:
"¿Ves a esta mujer? Entré en tu casa y tú no me ofreciste agua para los pies,
mientras que ella me los ha bañado con sus lágrimas y me los ha enjugado con sus cabellos.
Tú no me diste el beso de saludo; ella,
en cambio, desde que entró, no ha dejado de besar mis pies.
Tú no ungiste con aceite mi cabeza; ella, en cambio, me ha ungido los pies con perfume.
Por lo cual, yo te digo: sus pecados, que son muchos, le han quedado perdonados, porque ha amado mucho.
En cambio, al que poco se le perdona, poco ama".

Luego le dijo a la mujer: "Tus pecados te han quedado perdonados".

Los invitados empezaron a preguntarse a sí mismos:
"¿Quién es éste, que hasta los pecados perdona?"
Jesús le dijo a la mujer: "Tu fe te ha salvado; vete en paz".
_____________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________