sábado, 16 de noviembre de 2024

TOC - Fiesta de la Epifania - Guiado por las estrellas - Mt 2, 1-12

Desde siempre, las lucesitas en el cielo nos han fascinado. Los fenómenos y las estrellas nos afectan  de modos diferentes. A algunos como portentos y presagios para predecir eventos futuros. A otros como ayuda para calcular las edades y distancias a las estrellas lejanas. A algunos de nosotros como eventos hermosos pero lejos de nuestro alcance, y por eso, queremos atraparlos con alegría en lenguaje escrito, oral, pictórico, o musical.

Las estrellas parpadean en nuestras historias de amor, cantos y poemas. Hasta las usamos como una descripción de nuestros modelos a seguir. Las estrellas son inspiradoras.

Jesús, el Príncipe de Paz acoge a todos los que buscan la paz, a todas las las personas de buena voluntad, no importa su raza, credo o nacionalidad.

Pastores y reyes, ricos y pobres, locales y extranjeros, todos buscamos lo mismo, una vida de paz y plenitud. "Todos los humanos buscamos la paz" es una generalización muy verdadera.

Romper la paz es siempre una decisión dolorosa para todos. La ira, la maldad, la beligerancia y la crueldad no son naturales para la persona humana. En nuestros mejores instintos, deseamos paz y benevolencia a todos; ese deseo está presente en todas las culturas y razas.

Los símbolos universales en la historia de los magos hablan a una audiencia más amplia que solo los cristianos. Habla a todos los que miran más allá de los sentidos y sueñan con algo mejor, solidario y compartido, eso que es natural y común en nosotros. Tanto pastores como magos sabios hallaron inspiración en los cielos de Belén al nacer Jesús.

Podemos explicarlos como relatos de presagios y cálculos y rara vez pensar en la inspiración que los puso en un viaje. Fue un ejemplo temprano de una marcha por la paz.

El deseo recurrente del observador de estrellas es encontrar un lugar de paz que se encuentra quizás en algún lugar más allá de las estrellas.

A través de los siglos, todas las culturas han mirado hacia arriba y las estrellas se han preguntado por su significado o por la belleza de su funcionamiento. Aún hoy, con todos los avances tecnológicos y científicos nos preguntamos si hay algo más allá, afuera, en esa inmensidad que sobrepasa nuestro entendimiento.

Una parte de nosotros cree inexplicablemente que todo lo que hay es bueno o al menos es mejor que lo que tenemos aquí. En la mayoría de los casos, nuestro deseo de inspiración nos pide lo único que tenemos derecho a esperar aquí en la Tierra: igualdad, libertad y solidaridad; en pocas palabras ¡Paz!

Oremos por un espíritu más pacífico entre naciones, familias e individuos,
para que la Paz prevalezca a lo largo de este año.
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Lecturas Bíblicas en Lenguaje Latinoamericano - Solemnidad de la Epifanía - Ciclo C
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Primera lectura: Is 60, 1-6
Levántate y resplandece, Jerusalén,
porque ha llegado tu luz y la gloria del Señor alborea sobre ti.
Mira: las tinieblas cubren la tierra y espesa niebla envuelve a los pueblos;
pero sobre ti resplandece el Señor y en ti se manifiesta su gloria.
Caminarán los pueblos a tu luz y los reyes, al resplandor de tu aurora.

Levanta los ojos y mira alrededor: todos se reúnen y vienen a ti;
tus hijos llegan de lejos, a tus hijas las traen en brazos.
Entonces verás esto radiante de alegría; tu corazón se alegrará, y se ensanchará,
cuando se vuelquen sobre ti los tesoros del mar y te traigan las riquezas de los pueblos.
Te inundará una multitud de camellos y dromedarios, procedentes de Madián y de Efá.
Vendrán todos los de Sabá trayendo incienso y oro y proclamando las alabanzas del Señor.
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Salmo Responsorial: Salmo 71, 1-2. 7-8. 10-11. 12-13 (11)
Comunica, Señor, al rey tu juicio y tu justicia, al que es hijo de reyes;
así tu siervo saldrá en defensa de tus pobres y regirá a tu pueblo justamente.
R. Que te adoren, Señor, todos los pueblos.

Florecerá en sus días la justicia y reinará la paz, ere tras era.
De mar a mar se extenderá su reino y de un extremo al otro de la tierra.
R. Que te adoren, Señor, todos los pueblos.

Los reyes de occidente y de las islas le ofrecerán sus dones.
Ante el se postrarán todos los reyes y todas las naciones.
R. Que te adoren, Señor, todos los pueblos.

Al débil librará del poderoso y ayudara al que se encuentra sin amparo;
se apiadará del desvalido y pobre y salvará la vida al desdichado.
R. Que te adoren, Señor, todos los pueblos.
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Segunda Lectura: Ef 3, 2-3a. 5-6
Hermanos: Han oído hablar de la distribución de la gracia de Dios, que se me ha confiado en favor de ustedes. Por revelación se me dio a conocer este misterio, que no había sido manifestado a los hombres en otros tiempos, pero que ha sido revelado ahora por el Espíritu a sus santos apóstoles y profetas: es decir, que por el Evangelio, también los paganos son coherederos de la misma herencia, miembros del mismo cuerpo y partícipes de la misma promesa en Jesucristo.
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Aclamación antes del Evangelio: Mt 2, 2
R. Aleluya, aleluya.
Hemos visto su estrella en el oriente y hemos venido a adorar al Señor.
R. Aleluya.
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Evangelio: Mt 2, 1-12
Jesús nació en Belén de Judá, en tiempos del rey Herodes. Unos magos de oriente llegaron entonces a Jerusalén y preguntaron: "¿Dónde está el rey de los judíos que acaba de nacer? Porque vimos surgir su estrella y hemos venido a adorarlo".

Al enterarse de esto, el rey Herodes se sobresaltó y toda Jerusalén con él. Convocó entonces a los sumos sacerdotes y a los escribas del pueblo y les preguntó dónde tenía que nacer el Mesías.

Ellos le contestaron: "En Belén de Judá, porque así lo ha escrito el profeta: Y tú, Belén, tierra de Judá, no eres en manera alguna la menor entre las ciudades ilustres de Judá, pues de ti saldrá un jefe, que será el pastor de mi pueblo, Israel".

Entonces Herodes llamó en secreto a los magos, para que le precisaran el tiempo en que se les había aparecido la estrella y los mandó a Belén, diciéndoles: "Vayan a averiguar cuidadosamente qué hay de ese niño y, cuando lo encuentren, avísenme para que yo también vaya a adorarlo".

Después de oír al rey, los magos se pusieron en camino, y de pronto la estrella que habían visto surgir, comenzó a guiarlos, hasta que se detuvo encima de donde estaba el niño. Al ver de nuevo la estrella, se llenaron de inmensa alegría. Entraron en la casa y vieron al niño con María, su madre, y postrándose, lo adoraron. Después, abriendo sus cofres, le ofrecieron regalos: oro, incienso y mirra. Advertidos durante el sueño de que no volvieran a Herodes, regresaron a su tierra por otro camino.
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TOC - Fiesta de la Sagrada Familia de Jesus, Maria y Jose - Lc 2, 41-52

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Primera lectura: 1 Sam 1, 20-22. 24-28 o bien: Sir 3, 3-7. 14-17a
Salmo Responsorial: Sal 83, 2-3. 5-6. 9-10 (5a) o bien: Salmo 127, 1-2. 3. 4-5 (1) / 
Segunda Lectura: 1 Jn 3, 1-2. 21-24 o bien: Col 3, 12-21 o bien: Col 3, 12-17 / 
Aclamación antes del Evangelio / Hechos 16, 14b o bien: Col 3, 15a-16a / 
Evangelio: Lc 2, 41-52
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A pesar de que los llamamos la Sagrada Familia, eso no significa que nunca tuvieron problemas que enfrentar, como debe hacerlo toda familia. Para decirlo de otra manera, así como cada seguidor de Jesús tiene que llevar una cruz, así también la santa familia tuvo que experimentar la cruz en su vida compartida. Para mencionar solo algunos ejemplos, podemos imaginar lo mal entendidos que tanto María como José debieron haber sido acerca de la concepción de Jesús antes de que vinieran a vivir juntos. José estaba planeando incluso divorciarse de María en privado antes de que se le asegurara que era la obra de Dios. Nueve meses después, el lugar de nacimiento de Jesús era un refugio de animales, ya que no se podían encontrar mejores alojamientos. Luego, la familia tuvo que huir como refugiados a Egipto porque la vida del niño Jesús estaba en peligro por parte del rey Herodes, del mismo modo en que los refugiados de países devastados por la guerra tienen que huir para salvar sus vidas.

Más tarde, cuando Jesús tenía doce años, se les perdió durante tres días, luego tuvieron que lidiar con la insatisfactoria explicación de que "tenía que ocuparse de los asuntos de su padre".
Sin embargo, él regresó con ellos a Nazaret y fue obediente a ellos,
en el ritmo tranquilo de la vida familiar en su pueblo. Después de eso ya no volvemos a escuchar de José, así que suponemos que murió antes de que Jesús comenzara su ministerio público. 


Entonces, también, la vida pública de Jesús debe haber hecho mella en María.
En el Templo, cuando él era un infante, el viejo Simeón predijo que una espada de dolor atravesaría el alma de María. Cómo debió haberle dolido escuchar a sus enemigos decir que Jesús era un glotón y un borracho, amigo de los recaudadores de impuestos y los pecadores,
y al final, cuando María vio a su hijo morir en desgracia pública, en la cruz.

¿Qué sostuvo a la familia de Nazaret a través de todas estas pruebas y cruces? Lo mismo que mantiene unidas a las familias en tiempos de dificultad: el amor y la confianza. Cuando las familias son felices, es porque valoran el amor y el respeto.
Una gran amenaza para la familia de hoy es el no pasar suficiente tiempo juntos. nos ocupamos tanto trabajando, conociendo a nuestros amigos, usando nuestros teléfonos y aparatos electrónicos o frente al televisor que parece que nunca tenemos tiempo para escucharnos unos a otros.

Una mujer adinerada y exitosa vivía a cierta distancia de su viejo y viudo padre. Pasaron meses desde que lo había visto y cuando su padre llamó para preguntar cuándo podría visitar a su hija, ella detalló muchas razones que la mantenían demasiado ocupada para verlo, horarios de la corte, reuniones, nuevos clientes, investigaciones, etc. , 'Cuando muera, ¿quieres venir a mi funeral?' 
La hija estaba indignada. "Papá, no puedo creer que me hayas preguntado eso. ¡Por supuesto, voy a venir! " 
Él sonrió y dijo: "Bien. Entonces olvida mi funeral y ven a verme ahora. Te necesito ahora más de lo que lo haré entonces"
Ella recibió el mensaje y comenzó a visitarlo regularmente después de eso.
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Lecturas Bíblica en Lenguaje Latinoamericano, Ciclo C, Fiesta de la Sagrada Familia
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Primera lectura: 1 Sm 1, 20-22. 24-28

En aquellos días, Ana concibió, dio a luz un hijo y le puso por nombre Samuel, diciendo: "Al Señor se lo pedí".
Después de un año, Elcaná, su marido, subió con toda la familia para hacer el sacrificio anual para honrar al Señor
y para cumplir la promesa que habían hecho, pero Ana se quedó en su casa.

Un tiempo después, Ana llevó a Samuel, que todavía era muy pequeño, a la casa del Señor, en Siló,
y llevó también un novillo de tres años, un costal de harina y un odre de vino.

Una vez sacrificado el novillo, Ana presentó el niño a Elí y le dijo:
"Escúchame, señor: te juro por mi vida que yo soy aquella mujer que estuvo junto a ti, en este lugar, orando al Señor.
Éste es el niño que yo le pedía al Señor y que él me ha concedido.
Por eso, ahora yo se lo ofrezco al Señor, para que le quede consagrado de por vida". Y adoraron al Señor.

O bien:
Sir 3, 3-7. 14-17a
El Señor honra al padre en los hijos y respalda la autoridad de la madre sobre la prole.
El que honra a su padre queda limpio de pecado; y acumula tesoros, el que respeta a su madre.

Quien honra a su padre, encontrará alegría en sus hijos y su oración será escuchada;
el que enaltece a su padre, tendrá larga vida y el que obedece al Señor, es consuelo de su madre.

Hijo, cuida de tu padre en la vejez y en su vida no le causes tristeza;
aunque se debilite su razón, ten paciencia con él y no lo menosprecies por estar tú en pleno vigor.
El bien hecho al padre no quedará en el olvido y se tomará a cuenta de tus pecados.
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Salmo Responsorial: Salmo 83, 2-3. 5-6. 9-10 (5a)
Anhelando los atrios del Señor se consume mi alma.
Todo mi ser de gozo se estremece y el Dios vivo es la causa.
R. Señor, dichosos los que viven en tu casa.
Dichosos los que viven en tu casa, te alabarán para siempre;
dichosos los que encuentran en ti su fuerza y la esperanza de su corazón.
R. Señor, dichosos los que viven en tu casa.
Escucha mi oración, Señor de los ejércitos; Dios de Jacob, atiéndeme.
Míranos, Dios y protector nuestro, y contemplo el rostro de tu Mesías.
R. Señor, dichosos los que viven en tu casa.

O bien:
Salmo 127, 1-2. 3. 4-5 (1)
Dichoso los que teme al Señor y sigue sus caminos:
comerá del fruto de tu trabajo, será dichoso, le irá bien.
R. Dichoso el que teme al Señor.
Su mujer, como vid fecunda, en medio de tu casa;
sus hijos, como renuevos de olivo, alrededor de su mesa.
R. Dichoso el que teme al Señor.
Esta es la bendición del hombre que teme al Señor. "Que el Señor te bendiga desde Sión,
que veas la prosperidad de Jerusalén todos los días de tu vida."
R. Dichoso el que teme al Señor.
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Segunda lectura: 1 Jn 3, 1-2. 21-24
Queridos hijos: Miren cuánto amor nos ha tenido el Padre,
pues no sólo nos llamamos hijos de Dios, sino que lo somos.
Si el mundo no nos reconoce, es porque tampoco lo ha reconocido a él.
Hermanos míos, ahora somos hijos de Dios,
pero aún no se ha manifestado cómo seremos al fin. Y ya sabemos que, cuando él se manifieste, vamos a ser semejantes a él, porque lo veremos tal cual es.

Si nuestra conciencia no nos remuerde, entonces, hermanos míos,
nuestra confianza en Dios es total.
Puesto que cumplimos los mandamientos de Dios y hacemos lo que le agrada,
ciertamente obtendremos de él todo lo que le pidamos.

Ahora bien, éste es su mandamiento: que creamos en la persona de Jesucristo, su Hijo,
y nos amemos los unos a los otros, conforme al precepto que nos dio.
Quien cumple sus mandamientos permanece en Dios y Dios en él.
En esto conocemos, por el Espíritu que él nos ha dado, que él permanece en nosotros.

O bien:
 Col 3, 12-21
Hermanos: Puesto que Dios los ha elegido a ustedes, los ha consagrado a él y les ha dado su amor, sean compasivos, magnánimos, humildes, afables y pacientes. Sopórtense mutuamente
y perdónense cuando tengan quejas contra otro, como el Señor los ha perdonado a ustedes.
Y sobre todas estas virtudes, tengan amor, que es el vínculo de la perfecta unión. 

Que en sus corazones reine la paz de Cristo, esa paz a la que han sido llamados, como miembros de un solo cuerpo.
Finalmente, sean agradecidos.

Que la palabra de Cristo habite en ustedes con toda su riqueza. Enséñense y aconséjense unos a otros lo mejor que sepan.
Con el corazón lleno de gratitud, alaben a Dios con salmos, himnos y cánticos espirituales;
y todo lo que digan y todo lo que hagan, háganlo en el nombre del Señor Jesús, dándole gracias a Dios Padre, por medio de Cristo.

Mujeres, respeten la autoridad de sus maridos, como lo quiere el Señor. Maridos, amen a sus esposas y no sean rudos con ellas.
Hijos, obedezcan en todo a sus padres, porque eso es agradable al Señor. Padres, no exijan demasiado a sus hijos, para que no se depriman.

O bien: 
Col 3:12-17
Hermanos: Puesto que Dios los ha elegido a ustedes, los ha consagrado a él y les ha dado su amor, sean compasivos, magnánimos, humildes, afables y pacientes. Sopórtense mutuamente
y perdónense cuando tengan quejas contra otro, como el Señor los ha perdonado a ustedes.
Y sobre todas estas virtudes, tengan amor, que es el vínculo de la perfecta unión.

Que en sus corazones reine la paz de Cristo, esa paz a la que han sido llamados,
como miembros de un solo cuerpo. Finalmente, sean agradecidos.
Que la palabra de Cristo habite en ustedes con toda su riqueza.
Enséñense y aconséjense unos a otros lo mejor que sepan.
Con el corazón lleno de gratitud, alaben a Dios con salmos, himnos y cánticos espirituales;
y todo lo que digan y todo lo que hagan, háganlo en el nombre del Señor Jesús,
dándole gracias a Dios Padre, por medio de Cristo.
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Aclamación antes del Evangelio: Hechos 16, 14b
R
. Aleluya, aleluya.
Abre, Señor, nuestros corazones, para que aceptemos las palabras de tu Hijo.
R. Aleluya.
O bien: Col 3, 15a. 16a
R. Aleluya, aleluya.
Que en sus corazones reine la paz de Cristo;
que la palabra de Cristo habite en ustedes con toda su riqueza.
R. Aleluya.
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Evangelio: Lc 2, 41-52
Los padres de Jesús solían ir cada año a Jerusalén para las festividades de la Pascua. 
Cuando el niño cumplió doce años, fueron a la fiesta, según la costumbre. 
Pasados aquellos días,
se volvieron, pero el niño Jesús se quedó en Jerusalén, sin que sus padres lo supieran.
Creyendo que iba en la caravana, hicieron un día de camino; entonces lo buscaron,
y al no encontrarlo, regresaron a Jerusalén en su busca.
Al tercer día lo encontraron en el templo,
sentado en medio de los doctores, escuchándolos y haciéndoles preguntas.
Todos los que lo oían se admiraban de su inteligencia y de sus respuestas.
Al verlo, sus padres se quedaron atónitos y su madre le dijo: 
"Hijo mío, ¿por qué te has portado así con nosotros? 
Tu padre y yo te hemos estado buscando llenos de angustia"

Él les respondió: 
"¿Por qué me andaban buscando? ¿No sabían que debo ocuparme en las cosas de mi Padre?" 
Ellos no entendieron la respuesta que les dio.
Entonces volvió con ellos a Nazaret y siguió sujeto a su autoridad. 

Su madre conservaba en su corazón todas aquellas cosas.

Jesús iba creciendo en saber, en estatura y en el favor de Dios y de los hombres.

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viernes, 15 de noviembre de 2024

TOC - Nochebuena - Luz que ahuyenta las sombras - Lc 2, 1-14

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  Primera lectura: Is 9, 1-3. 5-6 / Salmo Responsorial: Sal 95, 1-2a. 2b-3. 11-12. 13 (Lc 2, 11) / 
Segunda Lectura: Tt 2, 11-14 / Aclamación antes del Evangelio / Evangelio: Lc 2, 1-14
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Comúnmente, asociamos la nieve con la Navidad, y si la nieve envuelve todo en blancura, la calma se asienta sobre la tierra, especialmente de noche. Esa escena de oscuridad y quietud nos ayuda a centrarnos en la primera Navidad. en lo que está llegando y que nos re-conecta con Dios.

Para la gente del Antiguo Testamento, la luz y la oscuridad eran más que fenómenos naturales. Los asociaban a menudo con la virtud y la maldad en la comunidad, y también con el día de la venida del Señor. Ya en tiempos de Jesús, para la comunidad Esenia de Qumran (a dos kilómetros del mar muerto, re-ocupada desde el 4 a. C. y destruida por los romanos en el 68 d. C. que la usaron por corto tiempo como puesto militar), la luz y la oscuridad se vieron como dos reinos opuestos, y la victoria del sol sobre la oscuridad se consideró un símbolo del triunfo de la fe sobre la búsqueda ciega de mal.

“En el principio creó Dios los cielos y la tierra; y la oscuridad estaba sobre la faz de lo profundo. Y dijo Dios: Sea la luz, y hubo luz"; 
así comienza el Génesis relatando la primera creación, y cuando terminó, Dios vio todo lo que había hecho, y de hecho fue muy bueno.
También a nosotros, la luz nos ayuda a ver la realidad y lo que somos: creación de Dios.

La bondad y justicia originales se rompieron cuando nuestros primeros padres abusaron de la libertad de voluntad que Dios les concedió, de modo que, como dice el profeta Isaías, "las tinieblas volvieron a cubrir la tierra y las densas tinieblas a los pueblos" (Is 60: 2). 

Para disipar esta oscuridad, se necesitaba una nueva creación, y el ideal de bondad y perfección se convirtió en una realidad viva, cuando la luz de Cristo vino al mundo. “Las personas que caminaron en la oscuridad vieron una gran luz; una luz ha brillado para aquellos que vivían en una tierra de sombra profunda". (Is 9: 2).

Porque Dios, que había creado al hombre a su imagen y semejanza, ahora se había identificado con la raza humana, y al asumir el cuerpo de un niño a la imagen del hombre, se había rebajado y se había convertido en uno de nosotros.

Como lo dice el Libro de la Sabiduría, "Cuando todas las cosas estaban en silencio, con la noche en medio de su curso, tu Palabra todopoderosa saltó del cielo, de tu trono real" (Sab. 18: 14). Era como si Dios dijera una vez más: "Hágase la luz". "¡Hágase la paz,que se disipe la oscuridad que azotaba a la raza humana caída, y deje que la luz brille en todos mis hijos!" una nueva era para la gloria de Dios, promoviendo la paz en la tierra entre todas las personas de buena voluntad.
Cuando el ángel de Dios se apareció a unos pastores que cuidaban sus rebaños en la oscuridad, el resplandor del Señor brillaba a su alrededor. "No tengan miedo", dijo el ángel. “Escucha, te traigo noticias de gran alegría... Hoy te ha nacido un Salvador; él es Cristo el Señor." 

Si, como los pastores, también nosotros escuchemos ese mensaje, y unidos a ellos acerquémonos al Cristo recién nacido. Al buscarlo, recordemos que también vamos al encuentro de Santa María y San José en esta noche especial.

San Agustín sostuvo que antes de concebir a Jesús en su vientre, María lo concibió por primera vez en su corazón, por la fe. Como ella, con la misma fe, compartamos a Cristo con el mundo que lo necesita con desesperación. Quizás en cierto sentido, nosotros también podemos hacer que Cristo nazca, en nuestro tiempo y lugar, siendo luz para otros y para nosotros.
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Lecturas Bíblicas en Lenguaje Latinoamericano - Nochebuena - Ciclo C
La Natividad del Señor (Navidad) - Misa de medianoche.
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Primera lectura: Is 9, 1-3. 5-6
El pueblo que caminaba en tinieblas vio una gran luz;
sobre los que vivían en tierra de sombras, una luz resplandeció.

Engrandeciste a tu pueblo e hiciste grande su alegría. Se gozan en tu presencia como gozan al cosechar, como se alegran al repartirse el botín.

Porque tú quebrantaste su pesado yugo,
la barra que oprimía sus hombros y el cetro de su tirano,
como en el día de Madián.

Porque un niño nos ha nacido, un hijo se nos ha dado;
lleva sobre sus hombros el signo del imperio y su nombre será:
"Consejero admirable", "Dios poderoso",
"Padre sempiterno", "Príncipe de la paz"; 

para extender el principado con una paz sin límites sobre el trono de David y sobre su reino; 
para establecerlo y consolidarlo con la justicia y el derecho, desde ahora y para siempre. El celo del Señor lo realizará.
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Salmo Responsorial: Sal 95, 1-2a. 2b-3. 11-12. 13 (Lc 2, 11)

Cantemos al Señor un canto nuevo, 
que le cante al Señor toda la tierra;
cantemos al Señor y bendigámoslo.
R. Hoy nos ha nacido el Salvador.

Proclamemos su amor día tras día, 
su grandeza anunciemos a los pueblos; 
de nación, sus maravillas.
R. Hoy nos ha nacido el Salvador.

Alégrense los cielos y la tierra, retumbe el mar y el mundo submarino.
Salten de gozo el campo y cuanto encierra, manifiesten los bosques regocijo.
R. Hoy nos ha nacido el Salvador.

Regocíjese todo ante el Señor, porque ya viene a gobernar el orbe.
Justicia y rectitud serán las normas con las que rija a todas las naciones.
R. Hoy nos ha nacido el Salvador.
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 Segunda Lectura: Tt 2, 11-14
Querido hermano: La gracia de Dios se ha manifestado para salvar a todos los hombres y nos ha enseñado
a renunciar a la irreligiosidad y a los deseos mundanos, para que vivamos, ya desde ahora, de una manera sobria, justa y fiel a Dios,
en espera de la gloriosa venida del gran Dios y Salvador, Cristo Jesús, nuestra esperanza.
Él se entregó por nosotros para redimirnos de todo pecado y purificarnos,
a fin de convertirnos en pueblo suyo, fervorosamente entregado a practicar el bien.
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Aclamación antes del Evangelio

R. Aleluya, aleluya.
Les anuncio una gran alegría: Hoy nos ha nacido el Salvador, que es Cristo, el Señor.
R. Aleluya.
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Evangelio: Lc 2, 1-14
Por aquellos días, se promulgó un edicto de César Augusto,
que ordenaba un censo de todo el imperio.
Este primer censo se hizo cuando Quirino era gobernador de Siria.
Todos iban a empadronarse, cada uno en su propia ciudad;
así es que también José, perteneciente a la casa y familia de David,
se dirigió desde la ciudad de Nazaret, en Galilea,
a la ciudad de David, llamada Belén, para empadronarse,
juntamente con María, su esposa, que estaba encinta.

Mientras estaban ahí, le llegó a María el tiempo de dar a luz
y tuvo a su hijo primogénito; lo envolvió en pañales y lo recostó en un pesebre,
porque no hubo lugar para ellos en la posada.

En aquella región había unos pastores que pasaban la noche en el campo,
vigilando por turno sus rebaños. Un ángel del Señor se les apareció
y la gloria de Dios los envolvió con su luz y se llenaron de temor.   El ángel les dijo: 
"No teman. Les traigo una buena noticia, que causará gran alegría a todo el pueblo: hoy les ha nacido, en la ciudad de David, un Salvador, que es el Mesías, el Señor. Esto les servirá de señal: encontrarán al niño envuelto en pañales y recostado en un pesebre".

De pronto se le unió al ángel una multitud del ejército celestial, que alababa a Dios, diciendo: 
"¡Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra paz a los hombres de buena voluntad!"
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TOC - 4to Domingo de Adviento - Horizontes de Nueva vida - Lc 1, 39-45

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Primera lectura: Miq 5, 1-4a / Salmo Responsorial: Salmo 79, 2ac y 3b. 15-16. 18-19 (4) / 
Segunda lectura: Heb 10, 5-10 / Aclamación antes del Evangelio: Lc 1, 38 / Evangelio: Lc 1, 39-45
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Hoy reflexionamos sobre la hermosura de dos mujeres embarazadas
que comparten una misma vocación pero que enfrentarán diferentes destinos.
Entre ambas mujeres embarazadas, hay una gran diferencia de edad,
pero ambas están llenas del mismo Espíritu
que las llenas de alegría a ellas mismas y a los demás.
María visita a Isabel porque sabe de los peligros que conlleva un embarazo tan tardío.

Hay también un gozo y una alegría santa en ese encuentro,
es el enorme cariño y ternura que une a las primas y que ayuda a María
a superar la dureza de su viaje en medio de su embarazo.
Que María se apresure y recorra la mitad del país para hacer la visita a Isabel,
es una clara señal de su  generosidad y bondad.

Gracias al influjo del Espíritu Santo, Isabel reconoció con su luz
el privilegio de tener delante de ella a María, la madre del anhelado Mesías.
Por este gozo con el que le inunda el Espíritu Santo,
ella saluda a María con las palabras que son parte de nuestro Ave María.
Y María le responde con las hermosas palabras que tenemos en el Magnificat. 

Estas dos grandes mujeres entienden el milagro de la vida, en concepción y el nacimiento.
En cada caso hubo una intervención divina de una manera verdaderamente excepcional.
Ambas fueron informadas de este hecho por las palabras de un ángel;
cada una tenía un mensaje de Dios y le respondieron que ¡Sí!

El hecho de que tanto Isabel como María tuvieron esta intervención divina
es un recordatorio de que nuestras propias vidas también son un don de Dios.
Es a partir de este entendimiento que la Iglesia toma su posición en todos los asuntos de la vida.
En algunos momentos podemos reconocer la mano de Dios en nuestras vidas. 

Tal vez en el momento en que finalmente nos decidimos por nuestra pareja en matrimonio,
o incluso sentimos una vocación de servicio especial en la iglesia.
Tal vez fue en el nacimiento de un hijo, un cambio en las circunstancias del trabajo o la muerte de un padre.
Tal vez fue un momento en la oración, la gracia de un sacramento, consejos en el confesionario,
las palabras sabias de un amigo o de un familiar en un momento crítico.

Dios siempre trabaja en nosotros para nuestro bien.
Entenderlo puede ayudarnos a soportar y superar los tiempos difíciles.
Los problemas son parte de esa gestación prolongada que es nuestra vida en la tierra. Estamos destinados a ser peregrinos en este mundo y crecer para renacer en la vida eterna. 

En nuestro caminar espiritual, a veces reconocemos claramente la presencia de Dios, lo mismo que Juan, que en el seno de Isabel  reconoció la presencia especial de Jesús en el seno de María. Del mismo modo, como lo sintió Isabel, también nosotros podemos sentir el impulso de alegría, de gozo, de esperanza y de paz que nos trae el Espíritu de Dios . 

En nuestro viaje por la vida, entre nuestras luces y sombras, Dios,
el siempre fiel,  permanece con nosotros y nos acompaña siempre.
Él nos hizo con amor y nos sostiene cada día,
sabemos que al final del camino nos dará la plenitud de vida,
y aún cuando creamos que está ausente, Él nos espera a la vera del camino.
En el nacimiento de Jesús, celebramos nuestro propio nacimiento,
el nacer a una vida nueva en un mundo que fluye hacia la resurrección final.

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Lecturas Bíblicas en Lenguaje Latinoamericano - IV Domingo de Adviento - Ciclo C
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Primera lectura: Miq 5, 1-4a
Esto dice el Señor:
"De ti, Belén de Efrata, pequeña entre las aldeas de Judá,
de ti saldrá el jefe de Israel,
cuyos orígenes se remontan a tiempos pasados, a los días más antiguos.

Por eso, el Señor abandonará a Israel,
mientras no dé a luz la que ha de dar a luz.
Entonces el resto de sus hermanos se unirá a los hijos de Israel.
Él se levantará para pastorear a su pueblo
con la fuerza y la majestad del Señor, su Dios.
Ellos habitarán tranquilos,
porque la grandeza del que ha de nacer llenará la tierra
y él mismo será la paz''.

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Salmo Responsorial: Salmo 79, 2ac y 3b. 15-16. 18-19 (4)
Escúchanos, pastor de Israel; tú que estás rodeado de querubines,
manifiéstate; despierta tu poder y ven a salvarnos.
R. Señor, muéstranos tu favor y sálvanos.

Señor, Dios de los ejércitos, vuelve tus ojos, mira tu viña y visítala;
protege la cepa plantada por tu mano, el renuevo que tú mismo cultivaste.
R. Señor, muéstranos tu favor y sálvanos.

Que tu diestra defienda al que elegiste, al hombre que has fortalecido.
Ya no nos alejaremos de ti; consérvanos la vida y alabaremos tu poder.
R. Señor, muéstranos tu favor y sálvanos.
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Segunda lectura: Heb 10, 5-10
Hermanos: Al entrar al mundo, Cristo dijo, conforme al salmo: 
No quisiste víctimas ni ofrendas; en cambio, me has dado un cuerpo. 
No te agradaron los holocaustos ni los sacrificios por el pecado;
entonces dije –porque a mí se refiere la Escritura–: 
"Aquí estoy, Dios mío; vengo para hacer tu voluntad".

Comienza por decir: "No quisiste víctimas ni ofrendas,
no te agradaron los holocaustos ni los sacrificios por el pecado 
–siendo así que eso es lo que pedía la ley–; 
y luego añade: "Aquí estoy, Dios mío; vengo para hacer tu voluntad".

Con esto, Cristo suprime los antiguos sacrificios, para establecer el nuevo. 
Y en virtud de esta voluntad,
todos quedamos santificados por la ofrenda del cuerpo de Jesucristo,
hecha una vez por todas.

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Aclamación antes del Evangelio: Lc 1, 38
R.
Aleluya, aleluya.
Yo soy la esclava del Señor; cúmplase en mí lo que me has dicho.
R. Aleluya.
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Evangelio: Lc 1, 39-45
En aquellos días, 
María se encaminó presurosa a un pueblo de las montañas de Judea 
y, entrando en la casa de Zacarías, saludó a Isabel. 
En cuanto ésta oyó el saludo de María, la creatura saltó en su seno.

Entonces Isabel quedó llena del Espíritu Santo 
y, levantando la voz, exclamó: 
"¡Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre! 

¿Quién soy yo, para que la madre de mi Señor venga a verme? 
Apenas llegó tu saludo a mis oídos, 
el niño saltó de gozo en mi seno. 
Dichosa tú, que has creído, 
porque se cumplirá cuanto te fue anunciado de parte del Señor".

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TOC - 3er Domingo de Adviento - Comunicando Gozo - Lc 3, 10-18

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Primera lectura: Sof 3, 14-18 / Salmo Responsorial: Is 12, 2-3. 4bcd. 5-6 (6) / Segunda lectura: Flp 4, 4-7 / Aclamación antes del Evangelio: Is 61, 1 / Evangelio: Lc 3, 10-18
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Aún en lugares donde haya maldad,  Dios sacará almas valientes y firmes que se levanten para combatirla. Este Domingo se llama "Domingo de Gaudete"(que significa regocijarse) y su principal mensaje es de consuelo y alegría.
Se nos exhorta a no preocuparnos, porque el Señor está cerca,
a dejar la incertidumbre que surge
cuando echamos un vistazo crítico al tipo de vida que llevamos.

Las lecturas de hoy dicen que si lo pedimos con fe tendremos la paz de Dios en nuestros corazones. San Pablo dice: “No se inquieten por nada; más bien presenten en toda ocasión sus peticiones a Dios en la oración y la súplica, llenos de gratitud". No debemos esperar hasta que Dios haya concedido nuestras peticiones antes de decir gracias. Incluso mientras pedimos, ya deberíamos estar agradecidos.

Una de las cosas por las que agradecer a Dios al final de este año es todo el bien hecho a tantas personas buenas en nuestro tiempo.

En tiempos de Jesús, la gente iba desde Jerusalén hasta cerca de Jericó, en el profundo valle del Jordán, al borde del desierto, a lo largo de quince millas, para ver a San Juan Bautista, la figura carismática que vive como un asceta en el desierto, alrededor del mar muerto.

Luego de escucharlo, muchos pidieron el Bautizo que anunciaba.  Frente a sus preguntas de "¿Qué debemos hacer?"; Juanles daba respuestas claros y prácticas sobre correcto comportamiento humano. San Agustín decía: "Ama y haz lo que quieras", eso significa que si las personas tienen un compromiso interno total con Dios, nunca podrán hacer el mal, sabrán instintivamente lo que es correcto a partir de los impulsos de la Espíritu dentro de ellos.

Juan el Bautista quiso cambiar el corazón de sus oyentes, les pedía que no se aferren, que no den a  los demás un simple retorno por los servicios prestados, sino más bien que ayuden a los necesitados. "Si alguien tiene dos capas, debe compartir con el hombre que no tiene ninguna." Los Padres del Desierto decían: "Da tu sangre", "y poseerás el Espíritu". La sociedad Judía a la que Juan y Jesús se dirigían se derrumbaría, en los Fariseos, debido a su falta de profundidad espiritual, su preocupación por los aspectos externos, y en los Zelote por su búsqueda de un nacionalismo de mente estrecha, que por su celo y su odio a los Romanos recurrieron a la violencia y el asesinato.

Si el egoísmo desenfrenado se convierte en nuestra forma de vida amenaza y pone en peligro la paz en nuestras sociedades. Juan el Bautista quería formar una comunidad sólida y solidaria, que comparta y que cuide de cada uno. “Quien tenga dos abrigos debe compartir con cualquiera que no tenga ninguno; y quien tenga comida debe hacer lo mismo ”.

En lugar de compartir sus vidas y sus bienes con ellos, muchos ven a sus vecinos a competidores que superar en estatus, estilo de vida, viajes, gastos visibles y calidad de vivienda. Esa búsqueda puede dar satisfacción superficial pero no una alegría profunda y duradera. El materialismo nos hace olvidar fácilmente nuestra identidad y riqueza espiritual. San Francisco de Asís, el Santo feliz pedía: "Señor, haznos instrumentos de tu paz. Porque recibimos de lo que damos”. Nuestro mayor gozo es cuando no estamos pensando en nosotros mismos en absoluto, sino tratando de ayudar a otros en nombre de Dios.
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Lecturas Bíblicas en Lenguaje Latinoamericano - 3er Domingo de Adviento "C"
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Primera lectura: Sof 3, 14-18
Canta, hija de Sión, da gritos de júbilo, Israel,
gózate y regocíjate de todo corazón, Jerusalén.

El Señor ha levantado su sentencia contra ti, ha expulsado a todos tus enemigos.
El Señor será el rey de Israel en medio de ti y ya no temerás ningún mal.

Aquel día dirán a Jerusalén:
"No temas, Sión, que no desfallezcan tus manos.
El Señor, tu Dios, tu poderoso salvador, está en medio de ti.
Él se goza y se complace en ti;
él te ama y se llenará de júbilo por tu causa, como en los días de fiesta".
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Salmo Responsorial: Is 12, 2-3. 4bcd. 5-6 (6)
El Señor es mi Dios y salvador, con él estoy seguro y nada temo.
El Señor es mi protección y mi fuerza y ha sido mi salvación.
Sacarán agua con gozo de la fuente de salvación.
R. El Señor es mi Dios y salvador.

Den gracias al Señor, invoquen su nombre,
cuenten a los pueblos sus hazañas, proclamen que su nombre es sublime.
R. El Señor es mi Dios y salvador.

Alaben al Señor por sus proezas, anúncienlas a toda la tierra.
Griten jubilosos, habitantes de Sión,
porque Dios de Israel ha sido grande con ustedes.
R. El Señor es mi Dios y salvador.
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Segunda lectura: Flp 4, 4-7
Hermanos míos: Alégrense siempre en el Señor; se lo repito: ¡alégrense! 
Que la benevolencia de ustedes sea conocida por todos. El Señor está cerca. 
No se inquieten por nada;
más bien presenten en toda ocasión sus peticiones a Dios
en la oración y la súplica, llenos de gratitud. 
Y que la paz de Dios, que sobrepasa toda inteligencia, custodie sus corazones y sus pensamientos en Cristo Jesús.
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Aclamación antes del Evangelio: Is 61, 1
R. Aleluya, aleluya.
El Espíritu del Señor está sobre mí. Me ha enviado para anunciar la buena nueva a los pobres.
R. Aleluya.
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Evangelio: Lc 3, 10-18
En aquel tiempo, la gente le preguntaba a Juan el Bautista:
"¿Qué debemos hacer?" 
Él contestó: "Quien tenga dos túnicas, que dé una al que no tiene ninguna, 
y quien tenga comida, que haga lo mismo".

También acudían a él los publicanos para que los bautizara,
y le preguntaban: "Maestro, ¿qué tenemos que hacer nosotros?" 
Él les decía: "No cobren más de lo establecido". 
Unos soldados le preguntaron: 
"Y nosotros, ¿qué tenemos que hacer?" 
Él les dijo:
"No extorsionen a nadie, ni denuncien a nadie falsamente, 
sino conténtense con su salario".

Como el pueblo estaba en expectación y todos pensaban que quizá Juan era el Mesías, 
Juan los sacó de dudas, diciéndoles: 
"Es cierto que yo bautizo con agua,
pero ya viene otro más poderoso que yo, a quien no merezco desatarle las correas de sus sandalias. 
Él los bautizará con el Espíritu Santo y con fuego. 
Él tiene el bieldo en la mano para separar el trigo de la paja; 
guardará el trigo en su granero y quemará la paja en un fuego que no se extingue".

Con éstas y otras muchas exhortaciones anunciaba al pueblo la buena nueva.
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TOC - 2do Domingo de Adviento - Llegan tiempos mejores

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Primera lectura: Bar. 5, 1-9 / Salmo Responsorial: Salmo 125, 1-2ab. 2cd-3. 4-5a. 6 (3) 
Segunda lectura: Fil. 1, 4-6. 8-11 / Aclamación antes del Evangelio: Lc 3, 4. 6 Evangelio: Lc 3, 1-6
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El Adviento es un tiempo de esperanza. La esperanza es una virtud cristiana muy importante, más profunda que el simple optimismo de temperamento.

El verdadero objeto de la esperanza es la unión con Dios. Esta es la Esperanza que hizo que María, la virgen, aceptara llevar en su seno al Creador.
Así como ella, tenemos esperanza porque creemos en un Dios que puede sacar la vida de la muerte, la luz de la oscuridad.

En tiempos oscuros es cuando necesitamos más esperanza. Rezamos por la esperanza y la ayuda para aquellos que están pasando por días oscuros, por las personas inseguras en su trabajo, en su salud o en su hogar, y más aún, por aquellos que han sido desplazados, por los refugiados y los que esperan en el frío, en las fronteras de alambre de púas, esperando alcanzar una vida mejor.

Hoy encendemos la segunda vela de Adviento y nuestra corona de Adviento se hace más brillante. Las lecturas de Adviento dice que nos acercamos a la gran fiesta de la luz, la Navidad. El cumpleaños del que dijo: "Yo soy la luz del mundo". El que me siga nunca caminará en la oscuridad, sino que tendrá la luz de la vida ". Con el nacimiento de Jesús, la luz del amor de Dios brilló sobre nosotros de una manera especial y maravillosa.

En la primera lectura, el profeta Baruc espera un día en que "Dios guíe a Israel con alegría por la luz de su gloria".  La segunda lectura (de Filipenses) fue escrita de una situación muy oscura en la vida de San Pablo. Estaba encadenado en una prisión romana, probablemente en Éfeso. En la carta transluce  claramente que no estaba seguro de salir vivo de la cárcel. A pesar de que cuando escribió la carta, su situación era oscura y poco prometedora, ésta carta es una de las más esperanzadora y alegre de todas sus cartas. Ésta carta anima y dice que es posible mantener la esperanza aún cuando las cosas se ven muy oscuras. Desde su prisión, Pablo se dirige con gratitud y amistad a los filipenses y tiene grandes esperanzas para su futuro. Recuerda con alegría todo el progreso que han hecho como iglesia local. No eran más perfectos que otro grupo de personas, pero Pablo elogia y celebra su excepcional generosidad. Elogia cómo ayudaron a difundir las buenas nuevas desde los días en que las escucharon hasta el presente.

En tiempos oscuros, podemos caer en la tentación de mirar todo y a todos con ojos ictéricos, pero Pablo nos alienta a mirar la vida y a las personas con ojos esperanzados, incluso en tiempos oscuros. Necesitamos mirarnos a nosotros mismos y a los demás con ojos esperanzados, porque mirar a las personas con ojos llenos de esperanza es estar alerta a todo lo que es bueno en sus vidas y celebrar esa bondad. Nombrar lo que se ha hecho más que lo que no han hecho. Pablo expresa la esperanza de que Dios, quien comenzó esta buena obra entre la iglesia en Filipos, algún día la completaría.
Pablo buscó lo que era bueno en la vida de las personas. Como hombre esperanzado, tenía grandes ideales sobre lo que las personas podrían llegar a ser con la ayuda de Dios.

La buena obra de Dios solo ha comenzado en nosotros. Somos un trabajo en progreso y, a pesar de nuestras fallas, Dios continuará trabajando para completar la buena obra que él está haciendo en nosotros mismos. Solo necesitamos cooperar con el trabajo de la gracia en nuestras vidas. Nuestra salvación está en las manos de Dios y podemos estar seguros de que será completada en vida. Lo cierto es que al final de nuestra vida, este trabajo estará completo y habremos alcanzado lo que San Pablo llama "la bondad perfecta que Jesucristo produce en nosotros".

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Lecturas Bíblicas en Lenguaje Latinoamericano, 2do Domingo de Adviento, Ciclo C
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Primera lectura: Bar 5, 1-9

Jerusalén, despójate de tus vestidos de luto y aflicción,
y vístete para siempre con el esplendor de la gloria que Dios te da;
envuélvete en el manto de la justicia de Dios
y adorna tu cabeza con la diadema de la gloria del Eterno,
porque Dios mostrará tu grandeza a cuantos viven bajo el cielo.
Dios te dará un nombre para siempre:
"Paz en la justicia y gloria en la piedad".

Ponte de pie, Jerusalén, sube a la altura, levanta los ojos
y contempla a tus hijos, reunidos de oriente y de occidente,
a la voz del espíritu, gozosos porque Dios se acordó de ellos.

Salieron a pie, llevados por los enemigos; pero Dios te los devuelve llenos de gloria, como príncipes reales.

Dios ha ordenado que se abajen todas las montañas y todas las colinas, que se rellenen todos los valles hasta aplanar la tierra,
para que Israel camine seguro bajo la gloria de Dios. Los bosques y los árboles fragantes le darán sombra por orden de Dios.
Porque el Señor guiará a Israel en medio de la alegría y a la luz de su gloria, escoltándolo con su misericordia y su justicia.
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Salmo Responsorial: Salmo 125, 1-2ab. 2cd-3. 4-5. 6 (3)
Cuando el Señor nos hizo volver del cautiverio, creíamos soñar;
entonces no cesaba de reír nuestra boca, ni se cansaba entonces la lengua de cantar.
R. Grandes cosas has hecho por nosotros, Señor. 
Aun los mismos paganos con asombro decían: "¡Grandes cosas ha hecho por ellos el Señor!"
Y estábamos alegres, pues ha hecho grandes cosas por su pueblo el Señor.
R. Grandes cosas has hecho por nosotros, Señor. 
Como cambian los ríos la suerte del desierto, Cambia también ahora nuestra suerte, Señor,
y entre gritos de júbilo cosecharán aquellos que siembran con dolor.
R. Grandes cosas has hecho por nosotros, Señor. 
Al ir, iban llorando, cargando le semilla; al regresar, cantando vendrán con sus gavillas.
R. Grandes cosas has hecho por nosotros, Señor. 
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Segunda lectura: Flp 1, 4-6. 8-11
Hermanos: Cada vez que me acuerdo de ustedes, le doy gracias a mi Dios y siempre que pido por ustedes, lo hago con gran alegría, 
porque han colaborado conmigo en la propagación del Evangelio, desde el primer día hasta ahora. 
Estoy convencido de que aquel que comenzó en ustedes esta obra, la irá perfeccionando siempre hasta el día de la venida de Cristo Jesús.

Dios es testigo de cuánto los amo a todos ustedes con el amor entrañable con que los ama Cristo Jesús. 
Y ésta es mi oración por ustedes: Que su amor siga creciendo más y más y se traduzca en un mayor conocimiento y sensibilidad espiritual. 
Así podrán escoger siempre lo mejor y llegarán limpios e irreprochables al día de la venida de Cristo, 
llenos de los frutos de la justicia, que nos viene de Cristo Jesús, para gloria y alabanza de Dios.
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Aclamación antes del Evangelio: Lc 3, 4. 6
R.
Aleluya, aleluya.
Preparen el camino del Señor, hagan rectos sus senderos, 
y todos los hombres verán al Salvador.
R. Aleluya.
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Evangelio: Lc 3, 1-6
En el año décimo quinto del reinado del César Tiberio, 
siendo Poncio Pilato procurador de Judea; 
Herodes, tetrarca de Galilea; su hermano Filipo, 
tetrarca de las regiones de Iturea y Traconítide; y Lisanias, tetrarca de Abilene;
bajo el pontificado de los sumos sacerdotes Anás y Caifás, 
vino la palabra de Dios en el desierto sobre Juan, hijo de Zacarías. 

Entonces comenzó a recorrer toda la comarca del Jordán, 
predicando un bautismo de penitencia para el perdón de los pecados, 
como está escrito en el libro de las predicciones del profeta Isaías:

"Ha resonado una voz en el desierto:
Preparen el camino del Señor, hagan rectos sus senderos.
Todo valle será rellenado,toda montaña y colina, rebajada;
lo tortuoso se hará derecho, los caminos ásperos serán allanados
y todos los hombres verán la salvación de Dios.
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