domingo, 17 de abril de 2022

TOC - 6to Domingo de Pascua - Un amor silencioso pero siempre presente - Jn 14, 21-26

"Mi Padre y Yo les dejamos como un regalo, al Espíritu Santo
que les traerá paz de mente y de corazón".

Éstas son palabras que pareciera decir Jesús a sus Discípulos.

Qué hermosa promesa, qué regalo tan, pero tan especial.
Jesús les deja la paz no es la ausencia de guerra,
sino la presencia de algo real, tangible, que se puede experimentar
y que pacifica tanto el exterior como el interior de la persona.

Éste regalo viene como una invitación que espera nuestra respuesta.
En el Evangelio de hoy, cada palabra de Jesús pareciera pedir una respuesta. Su regla de oro es aprender a escuchar, luego escuchar para aprender ...

El verbo "obedecer" viene del latín "Obedientia",
que significa literalmente "escuchar con atención",
"concentrar la audición en algo".
 

Sabemos que antes de cruzar la línea del tren o una calle muy transitada
y sin semáforo exige: "detenerse, mirar, escuchar y actuar".
Sólo debemos cruzar cuando hemos comprobado que es seguro hacerlo.

Una de las cosas que más deleitan
es comparar el Espíritu Santo con el colibrí, en el contexto latinoamericano.
Si realmente quieres descubrir la belleza y calidad del canto del picaflor,
primero hay que detenerse, para no espantarlo, ubicarlo con la mirada,
escucharlo guardando silencio para oírlo
y finalmente disfrutar de su canto, su movimiento y su presencia.
Es lo mismo que hay que hacer si queremos escuchar al Espíritu Santo en Latinoamérica.

El evangelio también se refiere al Espíritu Santo, nuestro Paráclito, nuestro abogado.
Juan nos explica cómo el Padre expresa su amor por nosotros
al darnos a Su Hijo; El Padre y el Hijo juntos expresan su amor por nosotros al darnos el Espíritu Santo.
Ésta es una hermosa visión de la vida cristiana: la relación de Dios con nosotros
como Padre, Hijo y Espíritu, y de nuestra relación con los demás animados por su Espíritu.

La fe no está solo en la cabeza, también está en el corazón,
y eventualmente debe llegar a mis manos y pies.
En el mensaje simple y directo del evangelio, no hay un “tal vez” en las palabras de Jesús.
La respuesta a la fe debe ser práctica; implica hacer lo que Dios quiere de mí.
Debo estar listo para salir y actuar sobre su ejemplo y en su nombre, y dejarme guiár por el Espíritu Santo.

El papel del Espíritu Santo, es recordarnos el amor de Dios
por medio de la entrega de Jesús en la Cruz y ser nuestro maestro,
para seguir haciendo presente la enseñanza, la palabra, de Jesús.
El Espíritu Santo nos ayuda a guardar y observar la palabra de Jesús,
pero sobretodo a ponerla en práctica, especialmente su mandato de "ámense unos a otros como yo los he amado".
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Lecturas Bíblicas en Lenguaje Latinoamericano - TOC 6to Domingo
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Primera lectura: Hch 15, 1-2. 22-29
En aquellos días, vinieron de Judea a Antioquía algunos discípulos y se pusieron a enseñar a los hermanos
que si no se circuncidaban conforme a la ley de Moisés, no podrían salvarse.
Esto provocó un altercado y una violenta discusión con Pablo y Bernabé;
al fin se decidió que Pablo, Bernabé y algunos más fueran a Jerusalén
para tratar el asunto con los apóstoles y los presbíteros.

Los apóstoles y los presbíteros, de acuerdo con toda la comunidad cristiana,
juzgaron oportuno elegir a algunos de entre ellos y enviarlos a Antioquía con Pablo y Bernabé.
Los elegidos fueron Judas (llamado Barsabás) y Silas, varones prominentes en la comunidad. 

A ellos les entregaron una carta que decía:
"Nosotros, los apóstoles y los presbíteros, hermanos suyos,
saludamos a los hermanos de Antioquía, Siria y Cilicia, convertidos del paganismo.
Enterados de que algunos de entre nosotros, sin mandato nuestro,
los han alarmado e inquietado a ustedes con sus palabras,
hemos decidido de común acuerdo elegir a dos varones
y enviárselos, en compañía de nuestros amados hermanos Bernabé y Pablo,
que han consagrado su vida a la causa de nuestro Señor Jesucristo.
Les enviamos, pues, a Judas y a Silas, quienes les trasmitirán, de viva voz, lo siguiente:
'El Espíritu Santo y nosotros hemos decidido no imponerles más cargas que las estrictamente necesarias.
A saber: que se abstengan de la fornicación y de comer lo inmolado a los ídolos,
la sangre y los animales estrangulados. Si se apartan de esas cosas, harán bien'. Los saludamos".

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Salmo Responsorial: Salmo 66, 2-3. 5. 6 y 8 (4)
Ten piedad de nosotros y bendícenos;
vuelve, Señor, tus ojos a nosotros.
Que conozca la tierra tu bondad
y los pueblos tu obra salvación.
R. Que te alaben, Señor, todos los pueblos. Aleluya. 
Las naciones con júbilo te canten,
porque juzgas al mundo con justicia;
con equidad tú juzgas a los pueblos
y riges en la tierra a las naciones.
R. Que te alaben, Señor, todos los pueblos. Aleluya. 
Que te alaben, Señor, todos los pueblos,
que los pueblos te aclamen todos juntos.
Que nos bendiga Dios
Y que le rinda honor el mundo entero.
R. Que te alaben, Señor, todos los pueblos. Aleluya. 
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Segunda Lectura: Apoc 21, 10-14. 22-23
Un ángel me transportó en espíritu a una montaña elevada, y me mostró a Jerusalén, la ciudad santa, que descendía del cielo,
resplandeciente con la gloria de Dios. Su fulgor era semejante al de una piedra preciosa, como el de un diamante cristalino.

Tenía una muralla ancha y elevada, con doce puertas monumentales,
y sobre ellas, doce ángeles y doce nombres escritos, los nombres de las doce tribus de Israel.
Tres de estas puertas daban al oriente, tres al norte, tres al sur y tres al poniente.
La muralla descansaba sobre doce cimientos, en los que estaban escritos los doce nombres de los apóstoles del Cordero.

No vi ningún templo en la ciudad, porque el Señor Dios todopoderoso y el Cordero son el templo.
No necesita la luz del sol o de la luna, porque la gloria de Dios la ilumina y el Cordero es su lumbrera.
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Aclamación antes del Evangelio: Jn 14, 23
R. Aleluya, aleluya.
El que me ama, cumplirá mi palabra, dice el Señor; y mi Padre lo amará y vendremos a él.
R. Aleluya. 
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Evangelio: Jn 14, 23-29

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos:
"El que me ama, cumplirá mi palabra
y mi Padre lo amará y vendremos a él
y haremos en él nuestra morada.
El que no me ama no cumplirá mis palabras.

La palabra que están oyendo no es mía, sino del Padre, que me envió.
Les he hablado de esto ahora que estoy con ustedes;
pero el Paráclito, el Espíritu Santo que mi Padre les enviará en mi nombre,
les enseñará todas las cosas y les recordará todo cuanto yo les he dicho.

La paz les dejo, mi paz les doy. No se la doy como la da el mundo.
No pierdan la paz ni se acobarden.
Me han oído decir: 'Me voy, pero volveré a su lado'. 

Si me amaran, se alegrarían de que me vaya al Padre, porque el Padre es más que yo. 
Se lo he dicho ahora, antes de que suceda, para que cuando suceda, crean".
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