Primera lectura: 1
Reyes 19, 16. 19-21
Eliseo responde inmediatamente a su llamado; dejando todo, sigue
a Elías.
Salmo responsorial: Salmo 30: 2,4,5-6,11-12,13 (2a)
El salmista alaba al Señor por la liberación del mal.
Segunda Lectura: Gálatas 5, 1, 13-18
Resistiendo la carne que nos atrae hacia el pecado y la esclavitud.
Lectura del evangelio: Lucas 9, 51-62
Jesús toma con decisión el camino de Jerusalén, llamando a otros
a seguirlo.
_____________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________
El Evangelio cuenta cómo tres personas querían seguir a Jesús
y aprender más acerca de Dios. Lejos de animarlos a unirse a su grupo, Jesús parecía más bien desanimarlos.
Al primero se le dijo que contara el costo de unirse,
ya que no tendría un domicilio fijo.
La siguiente respuesta parece bastante dura pero la hace desde
el plano espiritual. "Que los muertos entierren a sus muertos".
Tal vez el padre del hombre todavía estaba vivo, y un hijo mayor no podía salir de casa hasta después de la muerte de su padre.
Pero si nos encontramos ante una opción radical y no nos decidimos de golpe,
es menos probable que lo hagamos después.
Lo que Jesús le dijo al tercer hombre fue igualmente desafiante:
"Nadie que pone su mano en el arado y mira hacia atrás es apto para el reino de Dios".
El arado de madera podía romperse si golpeaba una piedra grande; así que el labrador tenía que vigilar el terreno en todo momento. El compromiso de un discípulo de seguir a Cristo debe ser igualmente enfocado. A lo largo de la vida, Dios también nos está llamando, ya sea que respondamos o no,
así como llamó a Pedro de su pesca, a Mateo de su oficina de impuestos, a Eliseo de su granja.
Pero, ¿cuántos eligen responder al llamado de Dios? Jesús observó una vez que
“muchos son los llamados, pero pocos los escogidos” (Mt 22,14).
Por otro lado tenemos sus palabras de cálido aliento:
“No teman pequeño rebaño, porque al Padre le ha complacido darles el reino” (Lc 12,32).
Como fundamento de toda vocación al servicio en la iglesia está la certeza de que Dios
"tanto amó al mundo que dio a su Hijo único
para que todo el que crea en él no se pierda, sino que tenga vida eterna" (Jn 3,16).
Con esa certeza, renovamos nuestro Sí a nuestra vocación cristiana básica:
"por el amor ser siervos unos de otros" o en las palabras de nuestro Señor:
"Àmense los unos a los otros como yo los he amado".
_____________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________
Lecturas bìblicas en Lenguaje Latinoamericano - XIII Semana TOC
Primera Lectura: 1
Reyes 19, 16b. 19-21
En aquellos tiempos, el Señor le dijo a Elías:
“Unge a Eliseo, el hijo de Safat, originario de Abel-Mejolá,
para que sea profeta en lugar tuyo”.
Elías partió luego y encontró a Eliseo, hijo de Safat, que estaba arando. Delante de él trabajaban doce yuntas de bueyes y él trabajaba con la última. Elías pasó junto a él y le echó encima su manto. Entonces Eliseo abandonó sus bueyes, corrió detrás de Elías y le dijo: “Déjame dar a mis padres el beso de despedida y te seguiré”. Elías le contestó: “Ve y vuelve, porque bien sabes lo que ha hecho el Señor contigo”.
Se fue Eliseo, se llevó los dos bueyes de la yunta, los sacrificó, asó la carne en la hoguera que hizo con la madera del arado y la repartió a su gente para que se la comieran. Luego se levantó, siguió a Elías y se puso a su servicio.
_____________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________
Salmo Responsorial: Salmo 15, 1-2a y 5. 7-8. 9-10. 11 (cf. 5ª)
Protégeme, Dios mío, pues eres mi refugio.
Yo siempre he dicho que tú eres mi Señor.
El Señor es la parte que me ha tocado en herencia:
mi vida está en sus manos.
Bendeciré al Señor, que me aconseja,
hasta de noche me instruye internamente.
Tengo siempre presente al Señor
y con él a mi lado, jamás tropezaré.
R. Enséñanos, Señor, el camino de la vida.
Por eso se me alegran el corazón y el alma
y mi cuerpo vivirá tranquilo,
porque tú no me abandonarás a la muerte
ni dejarás que sufra yo la corrupción.
R. Enséñanos, Señor, el camino de la vida.
Enséñame el camino de la vida,
sáciame de gozo en tu presencia
y de alegría perpetua junto a ti.
R. Enséñanos, Señor, el camino de la vida.
_____________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________
Segunda Lectura: Gal 5, 1. 13-18
Hermanos: Cristo nos ha liberado para que seamos libres. Conserven, pues, la libertad y no se sometan de nuevo al yugo de la esclavitud. Su vocación, hermanos, es la libertad. Pero cuiden de no tomarla como pretexto para satisfacer su egoísmo; antes bien, háganse servidores los unos de los otros por amor. Porque toda la ley se resume en un solo precepto: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. Pues si ustedes se muerden y devoran mutuamente, acabarán por destruirse.
Los exhorto, pues, a que vivan de acuerdo con las exigencias del Espíritu; así no se dejarán arrastrar por el desorden egoísta del hombre. Este desorden está en contra del Espíritu de Dios, y el Espíritu está en contra de ese desorden. Y esta oposición es tan radical, que les impide a ustedes hacer lo que querrían hacer. Pero si los guía el Espíritu, ya no están ustedes bajo el dominio de la ley.
_____________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________
Aclamación antes del Evangelio: 1 Sam 3, 9; Jn 6, 68
Habla, Señor, que tu siervo te escucha. Tú tienes palabras de vida eterna.
R. Aleluya.
_____________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________
Evangelio: Lc 9, 51-62
Cuando ya se acercaba el tiempo en que tenía que salir de este mundo, Jesús tomó la firme determinación de emprender el viaje a Jerusalén. Envió mensajeros por delante y ellos fueron a una aldea de Samaria para conseguirle alojamiento; pero los samaritanos no quisieron recibirlo, porque supieron que iba a Jerusalén. Ante esta negativa, sus discípulos Santiago y Juan le dijeron: “Señor, ¿quieres que hagamos bajar fuego del cielo para que acabe con ellos?”
Pero Jesús se volvió hacia ellos y los reprendió.
Después se fueron a otra aldea. Mientras iban de camino, alguien le dijo a Jesús: “Te seguiré a dondequiera que vayas”. Jesús le respondió: “Las zorras tienen madrigueras y los pájaros, nidos; pero el Hijo del hombre no tiene en dónde reclinar la cabeza”.
A otro, Jesús le dijo: “Sígueme”. Pero él le respondió: “Señor, déjame ir primero a enterrar a mi padre”. Jesús le replicó: “Deja que los muertos entierren a sus muertos. Tú ve y anuncia el Reino de Dios”.
Otro le dijo: “Te seguiré, Señor; pero déjame primero despedirme de mi familia”. Jesús le contestó: “El que empuña el arado y mira hacia atrás, no sirve para el Reino de Dios”.
_____________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________
No hay comentarios.:
Publicar un comentario